2006-05-01 18:19:56

El Papa renueva el voto y la promesa del pueblo romano a la Virgen del Amor Divino “para que el mundo sea liberado de las guerras y el terrorismo”


Lunes, 1 may (RV).- Benedicto XVI ha renovado esta tarde el voto y la promesa hecha por el pueblo romano a la Virgen del Amor Divino, el 4 de junio de 1944, de corregir y mejorar la propia conducta moral, porque “también hoy es necesaria la conversión a Dios Amor para que el mundo sea liberado de las guerras y el terrorismo”. “Por desgracia nos lo recuerdan las víctimas –ha dicho el Papa- como los militares caídos el pasado jueves en Nasiriya, Irak, que confiamos a la maternal intercesión de María, Reina de la Paz”.

El Santo Padre se refería al voto que los romanos, invitados por el Papa Pío XII, hicieron a la Virgen del Amor Divino en el año 1944, cuando las tropas aliadas estaban a punto de lanzar el ataque decisivo sobre Roma, ocupada por los alemanes. Ante la imagen de la Virgen del Amor Divino, el 4 de junio de ese año, los romanos suplicaron la salvación de Roma, prometiendo a María que cambiarían su conducta moral, construirían el nuevo santuario del Amor Divino y realizarían una institución de caridad en Castel di Leva. Ese mismo día, algo más de una hora después de la lectura del voto, el ejército alemán abandonó la capital italiana sin oponer resistencia.

Benedicto XVI ha empezado el mes de mayo, que es el mes de María, visitando esta tarde - como hizo el Siervo de Dios Juan Pablo II hace 27 años - el Santuario de la Virgen del Amor Divino que está cerca de Roma, en la localidad de Castel di Leva y donde se venera a la Madre de Dios con esta advocación. El primer milagro atribuido a la intercesión de la Madre del Amor Divino se remonta al año 1740. Un lugar muy amado por los romanos, por su Predecesor y por él mismo que, acudió varias veces como peregrino cuando era el cardenal Joseph Ratzinger.

Desde este Santuario el Papa ha pedido una gran ayuda y un apoyo espiritual para la diócesis de Roma, para él como obispo y sus colaboradores, para los sacerdotes, las familias, las vocaciones, los pobres, los que sufren, los enfermos, los niños y los ancianos, para toda la amada nación italiana. De hecho, como ha recordado el Pontífice “María es el fruto y el signo del amor de Dios por nosotros, de su ternura y su misericordia. Por eso, junto a nuestros hermanos en la fe de cualquier tiempo y lugar, dirigimos a Ella nuestras necesidades y esperanzas, en las ocasiones alegres y dolorosas de nuestra vida”. Y en este contexto el Papa ha recordado a la familia de la isla italiana de Ischia, golpeada por la desgracia de ayer.

Benedicto XVI se refería con estas palabras a la muerte de un padre y sus tres hijas adolescentes a causa de un deslizamiento de tierra que sepultó su casa en la isla de Ischia. El suceso tuvo lugar a primera hora del sábado, cuando parte de la falda de una colina de la localidad de Pilastri, en Ischia, se desprendió y enterró una casa en la que residían un matrimonio con sus tres hijas y una sobrina de 3 años. Los bomberos lograron rescatar con vida a la madre, Orsola Migliaccio, de 40 años, y a su sobrina, que resultó ilesa, pero el resto de la familia murió a causa del desprendimiento. Los fallecidos son Luigi Buono, de 53 años, cocinero de un restaurante del puerto de Ischia; y sus hijas Anna, de 18 años; María, de 16, y Giulia, de 12.

Benedicto XVI había partido del Vaticano a las cinco de la tarde en un helicóptero que le condujo al antiguo Santuario de la Virgen del Amor Divino, donde presidió el rezo del Santo Rosario

La Virgen del Amor Divino es meta, desde hace largos años, de muchísimos romanos que, desde el centro de la capital italiana, todos los sábados del año realizan una peregrinación en la que van andando y rezando toda la noche. Juan Pablo II visitó tres veces este santuario. El uno de mayo de 1979; el 7 de junio de 1987, para inaugurar el Año mariano extraordinario en vista del Gran Jubileo del 2000 y el 4 de julio de 1999, cuando consagró el nuevo santuario.







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