Domingo de Ramos: en la JMJ, el Papa destaca la “pobreza, paz y universalidad” representadas
en la Cruz, que hoy emprende su camino hacia Sydney en un mundo atormentado por la
violencia
Domingo, 9 abr (RV).- Benedicto XVI destaca como características del signo de la Cruz
la pobreza, la paz y la universalidad, durante la homilía del Domingo de Ramos celebrada
esta mañana en la plaza de san Pedro.
“Queridos hermanos y hermanas. Desde
hace veinte años, gracias al Papa Juan Pablo II, el Domingo de Ramos se ha convertido,
de modo particular, en el día de la juventud, el día en el cual los jóvenes en todo
el mundo van al encuentro con Cristo, deseando acompañarle en sus ciudades, y en sus
países, para que Él esté entre nosotros y pueda establecer en el mundo su paz”.
Con
estas palabras Benedicto XVI iniciaba esta mañana la homilía del Domingo de Ramos
en una plaza de san Pedro abarrotada de fieles. El Pontífice ha dirigido esta ceremonia
principalmente a los jóvenes de todo el mundo llamándoles a caminar junto a Cristo,
y preguntándose durante el recorrido: ¿Cuál es la vía por la que Él quiere guiarnos?;
¿Qué esperamos de Él?; ¿Qué espera Él de nosotros?
Para dar respuesta a estos
interrogantes Benedicto XVI ha narrado lo acaecido durante el Domingo de Ramos: “Jesús
entra en la Ciudad Santa sobre un asno, es decir, el animal de la gente sencilla de
los campos. No llega en una ‘espectacular’ carroza real, no a caballo como los grandes
del mundo, sino sobre un asno prestado”, ha explicado el Pontífice, recordando después,
cómo Juan narraba la perplejidad de los apóstoles en este primer momento.
“Solo
después de la Pascua se dieron cuenta de que Jesús, actuando así, cumplía el anuncio
de los profetas”, ha explicado el Obispo de Roma recordando las palabras del profeta
Zacarías: “¡Exulta sin mesura, hija de Sión, (…) He aquí que viene a ti tu rey: justo
Él y victorioso, humilde y montado en un asno (…) Él suprimirá los carros de Efraín
y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y Él proclamará la
paz a las naciones. Su dominio irá de mar a mar y desde el Río, a los confines de
la tierra”.
“Con esto, el profeta afirma tres cosas sobre el rey por venir.
En primer lugar dice que él será el rey de los pobres, un pobre entre los pobres.
Como segunda cosa, el profeta nos muestra que este rey será un rey de paz: él hará
desaparecer los carros de la guerra y los caballos de batalla, romperá los arcos y
anunciará la paz. La tercera afirmación del profeta es el preanuncio de la universalidad:
el reino del rey de la paz se extiende “de mar a mar (…) hasta los confines de la
tierra”.
Las tres características anunciadas por el profeta -pobreza, paz
y universalidad- están resumidas en el signo de la Cruz, ha explicado el Papa, de
ahí que la Cruz se haya convertido en el centro de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
En este sentido el Obispo de Roma ha recordado “el período -que todavía no se ha superado-
en el cual se rechazaba el cristianismo a causa de la Cruz. La Cruz habla de sacrificio,
la Cruz es signo de negación de la vida, se decía”.
Ante estas afirmaciones
Benedicto XVI ha exclamado que “nosotros en cambio queremos la vida entera sin restricciones
y sin renuncias. Queremos vivir, nada más que vivir. No nos dejemos limitar por preceptos
o prohibiciones”. De ahí la importancia del Domingo de Ramos, fecha en la que el verdadero
y grande “Sí” es justamente la Cruz, el verdadero árbol de la vida.
“No encontramos
la vida empadronándonos de ella, sino donándola. El amor es un donarse en sí mismos,
y por ello, es el camino de la vida verdadera simbolizada por la Cruz”.
Esta
Cruz, que está en el centro de la Jornada Mundial de la Juventud, es la que ha sido
entregada a una delegación para que comience su camino hacia Sydney, donde en 2008
la juventud del mundo se reunirá nuevamente en torno a Cristo para construir junto
a Él el reino de la paz. “De Colonia a Sydney, un camino a través de los continentes
y las culturas, un camino a través de un mundo lacerado y atormentado por la violencia”,
ha dicho el Papa.
“Simbólicamente, es como el camino de mar a mar, desde el
Río a los confines de la tierra. Es el camino de Aquél que, en el signo de la Cruz,
nos da la paz y nos hace portadores de su paz”, ha finalizado Benedicto XVI agradeciendo
a los jóvenes “que ahora llevarán por las calles del mundo esta Cruz” su trabajo e
instándoles a que se conviertan en mensajeros del amor y de la paz de Cristo.