Escuchar el programa Viernes, 7 abr (RV).- Nuestro tema de reflexión de hoy es
sobre la vejez y el sentido de sentirse viejo. Ya en programas anteriores hemos subrayado
el papel tan importante que para las familias de hoy tienen los ancianos o adultos
mayores, en la medida en que ellos no sólo continúan en muchas ocasiones soportando
la economía de la familia, sino además por todas sus experiencias y saberes acumulados,
que son quienes finalmente unen y articulan a los miembros de la familia. Bien hoy
nos enfocaremos a reflexionar sobre el sentido mismo de ser viejo.
La regla
ideal sería envejecer sin sentirnos viejos, envejecer porque los años avanzan y obviamente
el cuerpo humano va disminuyendo algunas facultades, pero tratar de mantener cuerpos
sanos, ejercitados y una mente amplia y abierta e múltiples cosas que se presentan
cada día. Esto supone mantener el espíritu juvenil, a pesar del avance inexorable
del calendario, que conlleva incluso la presencia de enfermedades propias del deterioro
físico.
Recientemente se publicó en Colombia un libro titulado “Relatos sobre
la vejez”, del médico Francisco Londoño Pineda, quien además de ser geriatra se ha
dedicado al tema y ya tiene diversas publicaciones sobre la vejez. En este texto el
autor subraya la importancia de mantener el espíritu joven. "Al adulto-anciano todas
sus preguntas le han sido resueltas, pero debe continuar viviendo en primavera para
que florezcan con mayor verdor sus sentimientos al llegar a la serenidad y a la paz".
Y
en esto de permanecer con el espíritu joven, tiene mucho que ver también con la actitud
frente a la vida, frente a las experiencias del día a día, frente al hecho de pensar
que siempre hay cosas por hacer, por aprender, estar con proyectos de vida que además
permite mantener un constante asombro, la actitud de dejarse sorprender siempre porque
somos seres inacabados. Esto del asombro como ingrediente del entusiasmo ha de
ser la chispa constante, sea cualquiera la edad, nivel educativo o actividad de la
persona, para impulsar el ánimo y no declinar ante los reveses o caídas, que nunca
dejarán de existir.
Recordemos que Cicerón, uno de los grandes filósofos de
la senectud -autor de "El diálogo sobre la vejez", escrito hace más de 2.100 años-,
expuso para su tiempo, como si se tratara de la época actual, pautas inmejorables
para que el anciano aprenda a vivir, y que justamente remota el doctor Francisco Londoño
en su libro:
"Es nuestra obligación resistir a la vejez, compensar sus defectos
con una vida sana, luchar contra ella como si de una enfermedad se tratara. Gran cuidado
se debe tener con la mente y con el espíritu, porque, igual que las lámparas, se apagan
con el tiempo si no se las provee de gas. La actividad mental da energía a la mente.
Los ancianos retienen sus facultades mentales cuando mantienen el interés y continúan
usando sus capacidades".
El debilitamiento general frente a la vejez, no es
el pasar de los años, sino apagar el espíritu, limitar el alma, pensar que por tener
dificultades físicas, por tener enfermedades o sentir disminuidas las capacidades
entonces todo está perdido. Hay que mantener prendida la llama del espíritu. Si falla
el combustible, la oscuridad será total.