Audiencia general: llamamiento de Benedicto XVI a intensificar los "esfuerzos por
consolidar los horizontes de paz que parecen abrirse en el País Vasco y en toda España"
Miércoles, 5 abr (RV).- “Os invito a rezar para que, por intercesión de este Santo,
todos intensifiquen sus esfuerzos por consolidar los horizontes de paz que parecen
abrirse en el País Vasco y en toda España, y a superar los obstáculos que puedan presentarse
a lo largo de este camino”. Este ha sido el llamamiento de Benedicto XVI durante
la Audiencia General de hoy en la vigilia de las celebraciones por el 500 aniversario
del nacimiento de san Francisco Javier patrono universal de las misiones. El Pontífice
hizo este llamamiento ante varios miles de personas, en el resumen de su catequesis
en español.
“La fuente de comunión de los discípulos entre sí y con Dios es
el Espíritu que infunde el amor de Dios en nuestros corazones”. Es el tema de arranque
de la catequesis del Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General. San Ireneo decía
a este propósito: “Donde está la Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios; y
donde está el espíritu de Dios, allí está la Iglesia y la gracia, porque el Espíritu
es verdad”.
Este íntimo vínculo con el Espíritu, ha señalado el Papa, no
anula nuestra humanidad con todas sus flaquezas, al contrario, la comunidad de los
discípulos conoce bien la prueba, que consiste sobre todo en los contrastes a cerca
de la verdad de la fe, con las consiguientes laceraciones de la comunión. Así como
la comunión del amor existe desde el inicio, también desde el principio tienen lugar
momentos de división. ¡Cuán grave es el peligro de perder la fe! Es un preciso deber
de quienes creen en la Iglesia del amor y quieren vivir en ella, interrumpir la comunión
con los que se han alejado de la doctrina que salva.
Que la Iglesia naciente
fuera conciente de estas posibles tensiones en la experiencia de la comunión, ha dicho
el Santo Padre, lo muestra bien claro en la primera carta, el apóstol Juan: no hay
voz en el Nuevo Testamento que se levante con más fuerza para poner en evidencia la
realidad y el deber del amor fraterno entre los cristianos; pero la misma voz replica
con drástica severidad ante los adversarios que habiendo sido miembros de la comunidad
la han abandonado.
La Iglesia del amor es también la Iglesia de la verdad,
entendida sobre todo como fidelidad al Evangelio confiado por el Señor Jesús a los
suyos, ha afirmado el Pontífice. La fraternidad cristiana nace del ser hijos del mismo
Padre y del Espíritu de verdad. Pero la familia de los hijos de Dios, para vivir en
la unidad y en la paz, tiene necesidad de ser custodiada en la verdad y guiada con
discernimiento sapiente y autorizado: y este es el ministerio de los Apóstoles.
El Papa ha recordado que el primer sumario de los Hechos expresa con
gran eficacia la convergencia de estos valores en la vida de la Iglesia naciente.
La comunión nace de la fe suscitada por la predicación apostólica, se nutre de la
partición del pan y de las oraciones, y se expresa en la caridad fraterna y en el
servicio. Estamos frente a la descripción de la comunión de la Iglesia naciente en
la riqueza de sus dinamismos internos y de sus expresiones visibles: el don de la
comunión está custodiado y promovido en particular por el ministerio apostólico, que
a su vez es don para toda la comunidad.
“Los Apóstales y sus sucesores
son por tanto, ha terminado diciendo Benedicto XVI, los custodios y los testigos autorizados
por el depósito de la verdad dado por la Iglesia, como son también los ministros de
la caridad revelada y donada por el Señor Jesús. El suyo es en este sentido sobre
todo un servicio de amor. Y la caridad que ellos viven y promueven es inseparable
de la verdad que custodian y trasmiten. La verdad y el amor son dos caras del mismo
don que viene de Dios y que gracias al ministerio apostólico está custodiado en la
Iglesia y que nos llega hasta nuestro presente.
“Este viento nos hace pensar
también en la fuerza del Espíritu Santo”, ha dicho en cierto momento de su alocución
el Santo Padre improvisando unas palabras, después que una fuerte ráfaga de viento
primaveral en la plaza de san Pedro interrumpiera sus palabras en el micrófono y la
muceta se le levantara sobre los hombros.
Este ha sido el resumen que de su
catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua
presentes en la audiencia:
Queridos
hermanos y hermanas: El Espíritu, que infunde el amor de Dios en nuestros
corazones, es fuente de comunión de los discípulos entre sí y con Dios. “Donde está
la Iglesia, está el Espíritu de Dios”, “y donde está el Espíritu de Dios, está la
Iglesia” , dice san Ireneo, aunque no falten debilidades humanas ni tensiones que
ponen a prueba la comunión. Una comunión nacida de la fe, suscitada por
la predicación apostólica, alimentada con la Eucaristía y la oración, y expresada
en el servicio y la caridad fraterna. Por tanto, los Apóstoles y sus sucesores son,
testigos y custodios autorizados del depósito de la verdad entregado a la Iglesia
y, a la vez, ministros de la caridad revelada y donada por el Señor. Es un servicio
de amor y caridad, inseparable de la verdad que custodian y transmiten. La verdad
y el amor son, pues, dos caras del mismo don de Dios y que, por el ministerio apostólico
se custodia en la Iglesia y llega hasta nosotros. Saludo cordialmente a
los visitantes de lengua española, en especial al Obispo de Santander, Monseñor José
Vilaplana y acompañantes, venidos con motivo del Año Santo Lebaniego. Saludo también
a los profesores y alumnos de distintos colegios e institutos españoles, así como
a los demás peregrinos de España y Latinoamérica. Os invito a practicar la caridad
con los más necesitados y a fomentar la comunión en la Iglesia. ¡Muchas gracias!
El
próximo día 7 de abril se celebran los 500 años del nacimiento de san Francisco Javier,
el gran misionero jesuita que predicó el Evangelio por tierras de Asia, abriendo muchas
puertas a Cristo. Me uno a dicha celebración agradeciendo al Señor este gran don a
su Iglesia. He enviado al Cardenal Antonio María Rouco para presidir los actos en
el Santuario de Javier, en Navarra, España. Me uno a él y a todos los peregrinos que
acudirán a tan insigne lugar misionero. Al contemplar la figura de san
Francisco Javier, nos sentimos llamados a rezar por quienes dedican su vida a la misión
evangelizadora, proclamando la belleza del mensaje salvador de Jesús. Al
mismo tiempo, os invito a rezar para que, por intercesión de este Santo, todos intensifiquen
sus esfuerzos por consolidar los horizontes de paz que parecen abrirse en el País
Vasco y en toda España, y a superar los obstáculos que puedan presentarse a lo largo
de este camino.
Como siempre al final de la audiencia Benedicto XVI ha
dirigido un cordial saludo a los enfermos a los recién casados y a los jóvenes. “En
estos últimos días de cuaresma os exhorto a proseguir comprometidos en el camino espiritual
hacia la Pascua. Queridos jóvenes, intensificad vuestro testimonio de amor fiel a
Cristo Crucificado. Vosotros, queridos enfermos, mirad la Cruz del Señor, para ofrecer
con valentía la prueba de al enfermedad. Y vosotros recién casados haced que vuestra
unión esponsal sea siempre vivificada por el amor divino”.