Audiencia general: “Gracia, amor y comunión, aspectos diversos de la única economía
de la salvación, que hace de la Iglesia un pueblo congregado por la unidad”
Miércoles, 29 mar (RV).- Este miércoles Benedicto XVI ha celebrado la audiencia general
en la Plaza de san Pedro en la que han participado 50 mil peregrinos procedentes de
todo el mundo. El Santo Padre, en su catequesis, ha reflexionado sobre el don de la
Comunión. “A través del ministerio apostólico la Iglesia, comunidad reunida por el
Hijo de Dios venido en carne, vivirá en el sucederse de los tiempos edificando y alimentando
la comunión en Cristo y en el espíritu, a la que todos están llamados y en la que
pueden experimentar la salvación donada por el Padre.
“Los doce apóstoles,
ha proseguido diciendo el Papa, tomaron con gran responsabilidad el ser los sucesores
de Cristo, para que la misión que se les había sido confiada continuara después de
su muerte. En el curso de los siglos la Iglesia, orgánicamente estructurada y guiada
por los legítimos Pastores, ha continuado viviendo en el mundo como misterio de comunión,
en el que se refleja de alguna manera la misma comunión trinitaria”.
Ya el
apóstol San Pablo habla de este supremo manantial trinitario, cuando desea a sus cristianos:
“la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
sean con todos vosotros”. Por otra parte, ha continuado diciendo el Papa, el contexto
inmediato, caracterizado por la insistencia sobre la comunión fraterna, parece que
esté orientado a ver en la “koinonía” del espíritu Santo, no solamente la “participación”
en la vida divina del Espíritu, sino también la “comunión” entre los creyentes que
el mismo Espíritu suscita como su artífice y principal agente.
La idea de
la comunión como participación en la vida trinitaria, ha subrayado Benedicto XVI,
está iluminada con particular intensidad en el Evangelio de Juan, donde la comunión
de amor que une al Hijo al Padre y a los hombres es al mismo tiempo el modelo y el
manantial de la comunión fraterna, que debe unir a los discípulos entre ellos. Esta
vida de comunión con Dios y entre nosotros tiene como propia finalidad el anuncio
de la buena noticia.
La comunión – fruto del Espíritu Santo – está alimentada
por el Pan eucarístico y se expresa en las relaciones fraternas, en una especie de
anticipación de la gloria futura. La Iglesia, ha finalizado diciendo el Pontífice,
se revela de este modo una maravillosa creación de amor, hecha para acercar Cristo
a cada hombre y a cada mujer, a todos los que quieran verdaderamente encontrarle,
hasta el fin de los tiempos.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha
hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en
la audiencia:
Queridos
hermanos y hermanas: A lo largo de los siglos, la Iglesia, bajo la guía
de sus pastores, ha vivido en el mundo como misterio de comunión. Las palabras de
San Pablo: “la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu
Santo sean con todos vosotros”, manifiestan que el don gratuito del amor del Padre
en el Hijo se realiza y expresa en la comunión actuada por el Espíritu Santo. Gracia,
amor y comunión, son aspectos diversos de la única “economía” de la salvación, que
hace de la Iglesia “un pueblo congregado por la unidad”.
Esta
comunión, que se nutre del Pan eucarístico y se expresa en las relaciones fraternas,
es verdaderamente la Buena Noticia; el don precioso que nos hace sentir acogidos y
amados en Dios. La Iglesia, Pueblo reunido en el nombre de la Trinidad, se revela
así como una maravillosa creación de amor, hecha para acercar a Cristo a los hombres.
Saludo
a los peregrinos de España y América Latina, especialmente a los alumnos del Seminario
Menor de la Asunción de Santiago de Compostela, a los fieles de las parroquias de
San Andrés de Borrassá, San Juan de Mata, San Pedro de Ciudad Real, así como a los
alumnos del Colegio de las Esclavas de Santander, Cristo Rey de Benifayó, Jesús-María
de Barcelona y Fray Luis de Granada. Vivid en comunión fraterna, “amándoos los unos
a los otros” y anunciando, así, el Evangelio a todos los hombres.
Al
final, como siempre, el Santo Padre ha saludado a los enfermos, a los recién casados
y a los jóvenes. El tiempo de Cuaresma, con las repetidas invitaciones a la conversión,
os conduzca, queridos jóvenes, a un amor cada vez más consciente hacia Cristo y su
Iglesia; que crezca en vosotros, queridos enfermos, el conocimiento de que el Señor
crucificado os sostiene en la prueba; y a vosotros, recién casados, que el tiempo
cuaresmal os ayude a hacer de vuestra vida familiar un lugar de constante crecimiento
en el amor fiel y generoso.