Ejercicios espirituales: las dificultades que conlleva predicar el Evangelio
Miércoles, 8 mar (RV).- Ante la dificultad del anuncio evangélico y en la hora de
la prueba, la Iglesia tiene siempre en su barca la guía de Cristo Resucitado. De esta
manera el cardenal Marco Cé lo ha subrayado en la tercera jornada de ejercicios espirituales,
en presencia del Papa. Las dificultades que comporta predicar el Evangelio y la
valentía de la fe en Dios también en las pruebas que la Iglesia y sus ministros tengan
que afrontar. Son, en sustancia, los temas que han orientado esta mañana las dos
meditaciones del Cardenal Marco Cé, que desde hace tres días se encuentra predicando
los ejercicios espirituales de Cuaresma al Papa y a la Curia Romana.
Prejuicios,
mala intención, indiferencia. Por tres años la predicación de Jesús, junto a las repetidas
manifestaciones de gente que muchas veces le aclamaron, hubo de afrontar estas dificultades.
De sus conciudadanos, para los que era “el hijo del carpintero”, a los escribas y
fariseos que pedían “signos” a pesar de los milagros, el Evangelio de Marcos anota
y “no calla para nada, que Jesús, después de un primer momento de entusiasmo y de
éxito en Galilea tuvo que hacer frente a una desconfianza creciente con el distanciamiento
de muchos y cada vez más numerosos seguidores.
De esta manera el cardenal
marco Cé ha introducido la primera reflexión de la mañana dedicada a las tres parábolas
de la simiente. Más de una vez se oye en los labios de Jesús el lamento por el trabajo
que encuentra en hacer entender su mensaje. La forma de hablar por medio de parábolas,
ha observado el predicador, responde precisamente a esta situación de crisis y muestra
un signo de lo que la Iglesia está llamada a hacer con la nueva evangelización.
El
Cardenal Cé ha reflexionado sobre cada una de las tres parábolas, la de la simiente
que germina espontáneamente – símbolo de la gracia de Dios que obra más allá del esfuerzo
humano – la segunda la del grano de mostaza que una vez más muestra la desproporción
entre el principio y el final de la predicación, la generosidad de la intervención
divina. Y finalmente la parábola del sembrador en la cual los distintos terrenos donde
cae la simiente muestran: o la total indiferencia a la Palabra de Dios de algunas
personas, o una palabra acogida débilmente por esteticismo o convención social o sofocada
por las preocupaciones cotidianas…pero también la semilla que cae y florece en tierra
buena, y que refleja la iniciativa de Dios y la perseverancia del hombre.
El
predicador de los Ejercicios en la segunda meditación de la mañana ha explicado el
milagro de la “tempestad calmada” narrado en el Evangelio de Marcos. Contra el miedo
humanamente comprensible de los apóstoles que están hundiéndose aparece por contraste
la casi exagerada reprobación de Jesús. Pero lo que quiere resaltar el pasaje evangélico
ha dicho el cardenal Cé es el deseo de Jesús por una fe que en el corazón de los apóstoles
permanezca entera incluso en la tempestad.