En su encuentro con el clero de la diócesis de Roma el Papa evoca al sacerdote italiano
asesinado en Turquía y destaca que «ofreciendo nuestra vida es cuando la podemos salvar»
Viernes, 3 mar (RV).- En un marco de cordialidad y afecto se desarrolló ayer el encuentro
de Benedicto XVI con el clero de su diócesis, Roma. Durante casi dos horas, el Papa
dialogó con los párrocos romanos. Un «coloquio fraternal» de un Obispo con los sacerdotes
y diáconos comprometidos en la pastoral diocesana que, en los últimos años, está dedicada
de forma especial a la tutela de la vida, la familia, los jóvenes y la formación de
los sacerdotes. El encuentro comenzó con la lectura de un soneto, de un párroco, dedicado
a Benedicto XVI y a su amado predecesor Juan Pablo II.
El Santo Padre recordó
la Encíclica Evangelium Vitae de Juan Pablo II, reiterando la importancia de tutelar
la dignidad de la vida humana, en todas sus etapas, en especial cuando es más débil
y desprotegida, ante las asechanzas de la cultura de la muerte. Uno de los momentos
más conmovedores, de este encuentro del Obispo de Roma, al comenzar la Cuaresma, con
el clero de su diócesis fue la evocación de Don Andrea Santoro, sacerdote Fidei Donum
de la diócesis de Roma, asesinado recientemente en Turquía. El Pontífice destacó que
«ofreciendo nuestra vida es cuando la podemos salvar». Siendo éste, el «sentido último
de la Cruz.
Tras hacer hincapié en la importancia del apostolado cristiano
en la entrega humilde, Benedicto XVI exhortó a «saber aceptar nuestras imperfecciones
para disponernos a acoger a Dios que es Amor». En especial en la Cuaresma, tenemos
que confirmar nuestra vocación, como opción fundamental en favor de la vida, ayudando
a la familia en su papel de célula fundamental de toda sociedad sana, señaló el Papa,
poniendo de relieve luego la importancia de la oración, de la Adoración Eucarística
y del encuentro personal con Cristo. Volviendo a recordar su Encíclica, Deus Caritas,
el Santo Padre alentó a testimoniar el amor cristiano, en el servicio en favor de
los pobres y de los enfermos.