El Papa elogia la profesionalidad de la policía municipal de Roma, en especial durante
los últimos días de Juan Pablo II y su elección como Pontífice
Sábado, 25 feb (RV).- Al recibir esta mañana a los municipales de Roma que desarrollan
su servicio en las inmediaciones del Vaticano, Benedicto XVI ha reiterado su profunda
gratitud evocando en especial los días vividos con la enfermedad, el fallecimiento
y funeral de Juan Pablo II y con su elección pontificia, hace ya casi un año.
Benedicto
XVI ha recibido en audiencia a los miembros del cuerpo de la policía municipal de
Roma que desarrolla su servicio en las inmediaciones del Vaticano. Servicio importante
y no siempre fácil, que «los pone en contacto con muchas personas, que acuden a uno
de los lugares más queridos para los católicos de todo el mundo». En especial, en
ocasiones de gran afluencia de peregrinos, que el Papa había tenido la oportunidad
de apreciar ya desde antes de ser elegido Pontífice, cuando vivía - como él mismo
ha recordado – cerca de la Plaza de San Pedro.
El Santo Padre ha destacado
el constante empeño que requiere la actividad cotidiana de la policía municipal en
la zona aledaña al Vaticano, en la que a la normal actividad de esos barrios se suma
un tráfico intenso, debido al constante ir y venir de personas que visitan los museos
vaticanos; de peregrinos romanos y de los que acuden a la Plaza de San Pedro, procedentes
de todo el mundo para las Audiencias generales o para el rezo del Ángelus dominical
u otros días festivos; de fieles y turistas que visitan la Basílica; o debido a las
visitas oficiales de embajadores y otras autoridades. Benedicto XVI ha reiterado su
profunda gratitud evocando en especial los días vividos primero con la enfermedad,
el fallecimiento y funeral de Juan Pablo II y luego con su elección pontificia, hace
ya casi un año: «Profesionalidad y entrega que habéis brindado, en particular, durante
los memorables y sobrecogedores días de la enfermedad, de la muerte y del funeral
del amado Papa Juan Pablo II, así como en ocasión de mi elección como Sumo Pontífice,
en abril del año pasado. También por ello os agradezco. Queridos amigos, vuestra profesión
os pone en contacto con mucha gente que, en gran parte, acude a uno de los lugares
más queridos para los católicos de todo el mundo, la tumba del apóstol Pedro, sobre
la cual está edificada la Basílica, impregnada por la genialidad de Miguel Ángel.
Os deseo de corazón que ello os ayude a crecer espiritualmente y a sentir siempre
a vuestro lado la presencia de Cristo. Con su ayuda podréis desarrollar vuestra actividad
serenamente, sabiendo que es un servicio a la comunidad».