2006-02-04 16:11:41

Reflexiones en familia


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Viernes, 3 feb (RV).- Oyentes de Radio Vaticano, bienvenidos a este espacio de familia. Nuestro Tema de hoy tiene que ver con la fe religiosa, esa fuerza interior que nos da la creencia en un Dios que es padre, que es luz y guía de nuestra vida. Y para hablar del tema, que mejor que hacer referencia a un testimonio de alguien angustiado por su debilidad en la fe.

Mónica es una mujer de 39 años; madre de tres hijos, exitosa en su trabajo, pero que esta viviendo momentos de confusión en su fe, aunque desde hace mucho tiempo está en una permanente búsqueda espiritual. Mónica fue criada en la religión católica, pero el año pasado decidió volverse evangélica, porque ingreso en un nuevo mundo de amistades, nuevo trabajo, y todo ello influyó en su cambio.

Lamentablemente, en esta nueva situación Mónica no se encontró cómoda, y por el contrario, le creo confusión. Mónica dice que muchas veces se siente abandonada, siente que sus oraciones son en vano, e incluso ha caído en el desánimo y dejo de asistir a la iglesia, pues mantiene una batalla espiritual consigo misma.

Todas nuestras depresiones, problemas de carácter, adicciones y demás problemas, son síntomas de una falta de equilibrio en nuestra vida. La búsqueda de la felicidad y la armonía interior es una tarea constante en la vida de cada ser humano. Muchas personas tratan de llenar ese vacío interior con cosas pasajeras --pero al final, sólo Dios lo puede llenar.

Uno de nuestros errores habituales es buscar a quien echarle la culpa de nuestras frustraciones o desencantos. Y en este caso echarle la culpa a Dios por nuestros problemas, decir que no nos oye hace parte –sin duda- de nuestra condición de humanos, cosa que nuestro Padre Creador entiende perfectamente porque conoce el corazón humano.

No cabe duda que también la vida espiritual requiere equilibrio y estabilidad, al igual que cualquier otro aspecto de la vida. No es posible que nuestra vida espiritual, nuestra fe sea asumida como una búsqueda de Dios pensando que El debe satisfacer nuestras necesidades y demandas, es como pensar que la fe es un menú a la carta.

Cuando tengo una fe viva y despierta, cuando pongo interés en las cosas de Dios, mi relación con El puede parecerse mucho a mi relación con cualquier otro ser querido --que tiene altas y bajas, pues eso es precisamente lo que nos hace tener un movimiento diario, el vaivén de la vida.

No debemos engañarnos pensando que la vida espiritual es estática; no lo es. La vida espiritual es dinámica y debe ser como una aventura en la que buscamos esa interacción con el Dios que nos ama y nos llama a vivir la vida a plenitud.

El movimiento nos renueva en la fe, nos permite conocer mucho más a Dios en la medida en que nos vamos reconociendo en la justa dimensión de seres humanos. No podemos esperar que la fe y la vida espiritual se nos de en cápsulas o en recetas infalibles donde nos refugiamos en momentos difíciles, pedimos y se nos da lo que queremos, y nos alejamos cuando todo está en calma y se nos presenta la vida como la soñamos.

Descubrir a Dios permanentemente es parte de nuestro descubrir personal, es parte de nuestra vida de convivencia diaria con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, porque solo en la medida en que transcurre nuestro devenir nos descubrimos y crecemos.

La vida espiritual también hay que alimentarla y se puede hacer de diversas maneras, leyendo la Biblia, haciendo oración, viviendo nuestra fe en comunidades donde podamos crecer y fortalecer nuestras convicciones. Bien amigos oyentes volveremos la próxima semana.

Textos: Alma García

Locución: Alina Tufani Díaz







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