En la fiesta de la Presentación del Señor, el Papa da gracias a Dios por el don inestimable
de la vida consagrada, “un verdadero ejército de más de 900 mil hermanos y hermanas
en todo el mundo”
Viernes, 3 feb (RV).- Ayer por la tarde se celebró en la basílica de San Pedro la
misa que el Papa preside tradicionalmente para los religiosos y las religiosas, en
la jornada que la Iglesia celebra la fiesta de la presentación del Señor. "Centinelas
que divisan y anuncian la vida nueva ya presente en la historia". De esta manera definió
Benedicto XVI a los consagrados: un verdadero ejército de más de 900 mil “hermanos
y hermanas en todo el mundo”.
"Se trata - explicó el Santo Padre presidiendo
el rito litúrgico - de una oportuna ocasión para alabar al Señor y dar las gracias
a Dios por “el don inestimable que representa la vida consagrada en sus diferentes
formas, y de un estímulo para promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y
la estima para los que están totalmente consagrados a Dios". Según el Pontífice, con
su consagración, los religiosos testimonian la vida de Jesús, "en su obediencia y
entrega al Padre", así como "la concreta abnegación de las personas consagradas a
Dios y a los hermanos se convierte en signo elocuente de la presencia del Reino de
Dios para el mundo de hoy".
Vuestra manera de vivir y obrar consiste en testimoniar,
sin atenuaciones, la plena pertenencia al único Señor”; mientras "vuestra total entrega
en las manos de Cristo y de la Iglesia es un anuncio fuerte y claro de la presencia
de Dios en un lenguaje comprensible también a nuestros contemporáneos".
La
misa papal estuvo precedida en la basílica vaticana por la liturgia de la luz, por
la bendición de los cirios y por la procesión. La presentación de Jesús al templo
fue comentado por el Papa con el episodio de las profecías de Simeón y Ana, que reconocen
en el niño al Mesías. Es "un misterio simple y solemne a la vez", en el que la iglesia
católica "celebra al primogénito de la nueva humanidad". Con aquel acto, recordó Benedicto
XVI en su homilía "la mediación con Dios ya no se manifiesta en la santidad-separación
del sacerdocio antiguo, sino en la solidaridad liberadora con los hombres. Y Jesús
todavía niño inicia a caminar en la vida de la obediencia que recorrerá hasta el final".