2006-02-01 15:43:19

Audiencia general: “el hombre no está bajo el dominio de fuerzas oscuras, sino confiado a la acción de Dios que proyecta la paz”


Miércoles, 1 feb (RV).- Este miércoles, Benedicto XVI ha celebrado la Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano en la que han participado miles de fieles procedentes de todo el mundo. Continuando con el comentario y reflexión de los Salmos y de los Cánticos de la Liturgia de las Horas, Benedicto XVI ha centrado su catequesis en la primera sección del Salmo 144, que forma parte de las Vísperas del viernes de la cuarta semana. Un Salmo, que expresa un “himno a la grandeza de Dios”.

La Liturgia, ha explicado el Papa, nos propone este himno en dos momentos distintos, que corresponden a los dos movimientos poéticos y espirituales del mismo Salmo. El centro espiritual del canto está constituido por una celebración intensa y apasionada de la majestad divina. Sabemos que esta simbología real, que será central también en la predicación de Cristo, es expresión del proyecto salvífico de Dios: Él no es indiferente respecto a la historia humana, al contrario, desea actuar por medio de un designio de armonía y de paz. Y a este proyecto está convocada la humanidad entera.

Esta es la parte central del Salmo, a la que se dirige la alabanza orante del Salmista, que se hace voz de todos los fieles. La oración bíblica más alta, ha afirmado el Santo Padre, es, en efecto la celebración de las obras de la salvación que revelan el amor del Señor respecto a sus criaturas. Se habla de “obras”, “maravillas”, "prodigios”, “potencia”, “grandeza”, “justicia”, “paciencia”, ”misericordia”, ”gracia”, ”bondad” y “ternura”.

Es una especie de oración y letanía que proclama la participación de Dios en las vicisitudes humanas para llevar a toda la realidad creada a la plenitud salvífica. Nosotros no estamos a merced de fuerzas oscuras, ni estamos a solas con nuestra libertad, más bien estamos confiados a la acción del Señor poderoso y amoroso, que tiene para nosotros un designio, un “reino” que instaurar.

Este “reino”, ha explicado el Papa, no está hecho de potencia y de dominio, de triunfo y de opresión, como ocurre muchas veces en los reinos terrenos, es mas bien la sede de una manifestación de piedad, de ternura, de bondad, de gracia, de justicia, como confirman los diversos versículos que contienen la alabanza. Nuestra atención se fija también en el bellísimo versículo 9: “El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas”. A este respecto, San Pedro Crisólogo en su Segundo discurso sobre el ayuno, se expresa de esta manera: “Grandes son las obras del Señor”: pero esta grandeza queda superada por la grandeza de la misericordia.

Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Papa en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia: RealAudioMP3

Queridos hermanos y hermanas:

 
El salmo proclamado hoy es una gozosa alabanza al Señor como soberano amoroso y tierno, preocupado por todas sus criaturas. En efecto, el centro del canto está constituido por la celebración intensa y apasionada de la realeza divina, que es la expresión del proyecto salvífico de Dios.
No estamos a merced de fuerzas oscuras, ni estamos solos con nuestra libertad, sino que hemos sido confiados a la acción del Señor poderoso y amoroso, que tiene para nosotros un designio, un reino que instaurar. Este reino no consiste en el poder o el dominio, el triunfo o la opresión, como sucede con frecuencia en los reinos terrenos, sino que es la sede de una manifestación de piedad, ternura y bondad, como afirma el Salmo: «el Señor es lento a la cólera y rico en piedad». Por eso comenta San Pedro Crisólogo: «“Grandes son las obras del Señor”, pero más grande aún es su misericordia».

 
Saludo cordialmente a los visitantes y peregrinos venidos de España y de Latinoamérica, en especial a los estudiantes de la Pontificia Universidad Católica Argentina y de la Escuela Italiana de Valparaíso, Chile. Os animo a recibir en vuestros corazones el amor que tiene su fuente en Dios y a vivir vuestra vida cristiana como una continua donación de uno mismo a los demás.

Como siempre, el Papa, tras haber saludado en varias lenguas se ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “Celebramos ayer la memoria litúrgica de san Juan Bosco, sacerdote y educador. Miradle, estimados jóvenes, como auténtico maestro de vida y de santidad. A vosotros, estimados enfermos, aprended de su experiencia espiritual a confiar en toda circunstancia en Cristo crucificado. Y vosotros, recién casados, recurrid a su intercesión para que os ayude a asumir con generosidad vuestra misión de esposos.







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