Audiencia general: “el hombre no está bajo el dominio de fuerzas oscuras, sino confiado
a la acción de Dios que proyecta la paz”
Miércoles, 1 feb (RV).- Este miércoles, Benedicto XVI ha celebrado la Audiencia General
en el Aula Pablo VI del Vaticano en la que han participado miles de fieles procedentes
de todo el mundo. Continuando con el comentario y reflexión de los Salmos y de los
Cánticos de la Liturgia de las Horas, Benedicto XVI ha centrado su catequesis en
la primera sección del Salmo 144, que forma parte de las Vísperas del viernes de la
cuarta semana. Un Salmo, que expresa un “himno a la grandeza de Dios”.
La Liturgia,
ha explicado el Papa, nos propone este himno en dos momentos distintos, que corresponden
a los dos movimientos poéticos y espirituales del mismo Salmo. El centro espiritual
del canto está constituido por una celebración intensa y apasionada de la majestad
divina. Sabemos que esta simbología real, que será central también en la predicación
de Cristo, es expresión del proyecto salvífico de Dios: Él no es indiferente respecto
a la historia humana, al contrario, desea actuar por medio de un designio de armonía
y de paz. Y a este proyecto está convocada la humanidad entera.
Esta es la
parte central del Salmo, a la que se dirige la alabanza orante del Salmista, que se
hace voz de todos los fieles. La oración bíblica más alta, ha afirmado el Santo Padre,
es, en efecto la celebración de las obras de la salvación que revelan el amor del
Señor respecto a sus criaturas. Se habla de “obras”, “maravillas”, "prodigios”, “potencia”,
“grandeza”, “justicia”, “paciencia”, ”misericordia”, ”gracia”, ”bondad” y “ternura”.
Es una especie de oración y letanía que proclama la participación de Dios
en las vicisitudes humanas para llevar a toda la realidad creada a la plenitud salvífica.
Nosotros no estamos a merced de fuerzas oscuras, ni estamos a solas con nuestra libertad,
más bien estamos confiados a la acción del Señor poderoso y amoroso, que tiene para
nosotros un designio, un “reino” que instaurar.
Este “reino”, ha explicado
el Papa, no está hecho de potencia y de dominio, de triunfo y de opresión, como ocurre
muchas veces en los reinos terrenos, es mas bien la sede de una manifestación de piedad,
de ternura, de bondad, de gracia, de justicia, como confirman los diversos versículos
que contienen la alabanza. Nuestra atención se fija también en el bellísimo versículo
9: “El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas”. A este respecto,
San Pedro Crisólogo en su Segundo discurso sobre el ayuno, se expresa de esta manera:
“Grandes son las obras del Señor”: pero esta grandeza queda superada por la grandeza
de la misericordia.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho
el Papa en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia:
Queridos
hermanos y hermanas:
El salmo proclamado hoy es
una gozosa alabanza al Señor como soberano amoroso y tierno, preocupado por todas
sus criaturas. En efecto, el centro del canto está constituido por la celebración
intensa y apasionada de la realeza divina, que es la expresión del proyecto salvífico
de Dios. No estamos a merced de fuerzas oscuras, ni estamos solos con nuestra
libertad, sino que hemos sido confiados a la acción del Señor poderoso y amoroso,
que tiene para nosotros un designio, un reino que instaurar. Este reino no consiste
en el poder o el dominio, el triunfo o la opresión, como sucede con frecuencia en
los reinos terrenos, sino que es la sede de una manifestación de piedad, ternura y
bondad, como afirma el Salmo: «el Señor es lento a la cólera y rico en piedad». Por
eso comenta San Pedro Crisólogo: «“Grandes son las obras del Señor”, pero más grande
aún es su misericordia».
Saludo cordialmente a los
visitantes y peregrinos venidos de España y de Latinoamérica, en especial a los estudiantes
de la Pontificia Universidad Católica Argentina y de la Escuela Italiana de Valparaíso,
Chile. Os animo a recibir en vuestros corazones el amor que tiene su fuente en Dios
y a vivir vuestra vida cristiana como una continua donación de uno mismo a los demás.
Como
siempre, el Papa, tras haber saludado en varias lenguas se ha dirigido a los jóvenes,
a los enfermos y a los recién casados. “Celebramos ayer la memoria litúrgica de san
Juan Bosco, sacerdote y educador. Miradle, estimados jóvenes, como auténtico maestro
de vida y de santidad. A vosotros, estimados enfermos, aprended de su experiencia
espiritual a confiar en toda circunstancia en Cristo crucificado. Y vosotros, recién
casados, recurrid a su intercesión para que os ayude a asumir con generosidad vuestra
misión de esposos.