Inauguración del año judicial: el Papa subraya a los miembros del Tribunal de la Rota
Romana que "la finalidad del proceso canónico de nulidad del matrimonio no es complicar
inútilmente la vida de los fieles, sino sólo hacer un servicio a la verdad”
Sábado, 28 ene (RV).- El amor a la verdad como punto de encuentro entre derecho y
pastoral, tema central del discurso de Benedicto XVI esta mañana al Tribunal de la
Rota Romana, para la inauguración del Año Judicial. El Papa resalta que “la finalidad
del proceso canónico de nulidad del matrimonio no es complicar inútilmente la vida
de los fieles, sino sólo hacer un servicio a la verdad”.
Benedicto XVI ha recibido
esta mañana en audiencia a los jueces, oficiales y colaboradores del Tribunal Apostólico
de la Rota Romana con motivo de la inauguración del año judicial. El discurso del
Santo Padre se ha concentrado fundamentalmente en el amor a la verdad como punto de
encuentro entre derecho y pastoral.
El Papa ha retomado la Instrucción Dignitas
connubii, herencia del amado predecesor Juan Pablo II, sobre el procedimiento que
se debe seguir en las causas de nulidad matrimonial. Esta Instrucción es una especie
de vademécum, que no sólo recoge las normas vigentes en esta materia, sino que las
enriquece con ulteriores disposiciones, necesarias para la correcta aplicación de
las primeras. “La mayor contribución de esta Instrucción -ha dicho el Pontífice expresando
su deseo de que sea aplicada íntegramente por los agentes de los tribunales eclesiásticos-
consiste en indicar en qué medida y modo se debe aplicar, en los casos de nulidad
matrimonial, las normas contenidas en los cánones relativos al juicio contencioso
ordinario”.
De hecho las sentencias eclesiales en esta materia inciden sobre
la posibilidad o la imposibilidad de no pocos fieles de recibir la comunión eucarística,
como ha explicado el Santo Padre. Un argumento, el de la nulidad matrimonial, que
ha surgido repetidamente durante el reciente Sínodo sobre la Eucaristía. En este sentido
los padres sinodales han invitado a los tribunales eclesiásticos a esforzarse para
que los fieles no canónicamente casados puedan regularizar, lo más pronto posible,
su situación matrimonial, y acercarse al banquete eucarístico.
Por otra parte,
como ha recordado Benedicto XVI, la legislación canónica y la Instrucción Dignitas
connubii parecen poner límites a tal empuje pastoral. Y en este contexto de contradicción
el Papa ha querido concentrarse en lo que representa el punto de encuentro fundamental
entre derecho y pastoral: el amor a la verdad.
“El proceso canónico de nulidad
del matrimonio constituye esencialmente un instrumento para constatar la verdad sobre
el vínculo conyugal. Su finalidad constitutiva no es por lo tanto complicar inútilmente
la vida de los fieles ni mucho menos exacerbar la belicosidad, sino sólo hacer un
servicio a la verdad”.
Por lo tanto, para el Santo Padre, cualquier sistema
procesal debe tender a asegurar la objetividad, la tempestividad y la eficacia de
las decisiones de los jueces. En este sentido es de fundamental importancia la relación
entre razón y fe. Una segunda observación subrayada por el Pontífice ha sido que
el objetivo del proceso es buscar la verdad sobre la validez o invalidez de un matrimonio
concreto.
A este respecto, Benedicto XVI ha indicado que la verdad buscada
en los procesos de nulidad matrimonial no es una verdad abstracta. “Es una verdad
que se integra en el itinerario humano y cristiano de cada fiel. Por lo tanto es muy
importante que su declaración llegue en tiempos razonables”.
En cuanto a la
labor institucional de la Iglesia en los tribunales, el Papa ha señalado como obligatorio
que estén cada vez más cerca de los fieles. Y además, “la sensibilidad pastoral debe
intentar prevenir las nulidades matrimoniales durante la preparación al matrimonio
y esforzarse para que los cónyuges resuelvan sus eventuales problemas y encuentren
el camino de la reconciliación”.