Viernes, 20 ene (RV).- “Orar juntos en el nombre de Jesús” fue costumbre en los orígenes
de la Iglesia y consigna ecuménica en nuestros días. Reflexión del padre Pedro Langa,
agustino español, en este tercer día del octavario de la Semana de oración por la
unidad de los cristianos.
Orar juntos
en el nombre de Jesús. Es la mejor receta ecuménica para sintonizar con la Comunidad
Apostólica de Jerusalén (cf. Mt 18,18-20). Si orar es bálsamo en la Biblia, donde
Isaías nos dice que el Señor espera ese momento para apiadarse de nosotros (cf. Is
30,18-26), hacerlo juntos en el nombre de Jesús fue costumbre de la Iglesia naciente
(cf. Hch 1,12-14) y hoy mismo suprema consigna del ecumenismo espiritual que fomentó
el P. Couturier. Cuando a los cristianos nos concita el rezar no ya sólo los unos
por los otros, sino también los unos con los otros, podemos estar seguros de que allí
está Cristo, quien, al decir de san Agustín: «ora por nosotros como sacerdote nuestro;
ora en nosotros como nuestra Cabeza; y nosotros oramos a El como nuestro Dios» (en.
Ps. 85, 1).
Las doxologías proclaman a Jesucristo
intercesor ante el Padre. Orar juntos en su nombre no es, por ello, sino pedir nuestra
total identificación con Aquel que hizo eso mismo en la oración sacerdotal. Si así
oró Jesús entonces, quizás fue porque sus discípulos no estaban unidos aún en su nombre.
En pleno siglo XXI cumple averiguar si la deficiencia persiste. Indudablemente que
la Unidad es don que viene de arriba. Pero hemos de pedirla humildes y sin tregua.
El mismo Apóstol exhorta a no desanimarnos en el intento, para que el Espíritu Santo
se derrame sobre nosotros y, por encima de posibles divergencias, nos una con el soplo
de su Amor (cf. 1 Ts 5, 17ss). Orar juntos en el nombre de Jesús, por eso mismo, supone,
en fin, perseverar, como los Apóstoles, «con un mismo espíritu» (Hch 1, 14), no aspirando
a ser otra cosa que «un solo corazón y una sola alma» (Ib. 4, 32), y a practicar el
paulino veritatem facientes in caritate (Ef 4, 15) a base de vivir los unos para los
otros en koinonîa, pues al ecumenismo de la diversidad reconciliada ha de seguir siempre
el de comunidad de comunión.