Semana de oración por la unidad de los cristianos

Miércoles, 18 ene (RV).- El Padre Pedro Langa, agustino español, nos ofrece una reflexión sobre la Semana de oración por la unidad de los cristianos que empieza hoy:

Presencia ecuménica. Empieza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2006 con las palabras de Jesús que reproduce san Mateo: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20). Consoladora frase, por cierto, para quienes aspiran a vivir en plenitud el sentido cristológico de la Iglesia. Así acertaron a expresarlo grandes Padres y Doctores, desde san León Magno a san Agustín: Cristo presente en su Iglesia, pues, no viene a ser sino motivo de firmeza en la fe, de júbilo en la esperanza y de incitación a la caridad.
Pero la frase resulta de igual modo estimulante para el ecumenismo, que estos días luce sus mejores galas. Exclama la Iglesia con el salmo por la dilatada ecumene: «Oh Dios, que todos los pueblos te den gracias» (Sal 67 [66]). El puede hacer hoy con la unidad lo prometido para Judá e Israel: «Mi morada estará junto a ellos» (Ez 37,15-28). El Señor, por lo demás, alude a la dimensión trinitaria del ecumenismo cuando enseña a sus discípulos que, a una con el Padre y por el Espíritu Santo, se hará presente en quien lo ame: «Vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14,23-27). Y cuando dice que se hará presente así, está dando pie al llamamiento paulino de Efesios: Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo (Ef 4,5-6).

 
Es altamente sugeridora la locución adverbial «en nombre de». Por un lado deja entender cuán misteriosamente negativas son las divisiones. ¿Cómo decir que las Iglesias se reúnen en nombre de Jesús si están divididas? En dicho supuesto indicaría, más bien, que semejantes encuentros están lejos de serlo en nombre de Jesús. Pero, por otro lado, reunirse en nombre de Jesús conlleva el firme propósito de trabajar juntos para que su presencia en la Iglesia sea plena. Reunirse por ello en su nombre supone hacer propio el célebre Ut unum sint (Jn 17, 21), arquitrabe del edificio ecuménico.