Audiencia general: frente a “la cultura moderna y consumista que tiende a ofuscar
la Navidad cristiana" el Papa exhorta a transmitir a las nuevas generaciones los valores
de las tradiciones que forman parte del patrimonio de la fe
Miércoles, 21 dic (RV).- Este miércoles Benedicto XVI ha celebrado la audiencia General
en la Plaza de san Pedro en la que han participado más de 10 mil personas. La catequesis
de hoy ha sido dedicada especialmente por el Santo Padre a reflexionar sobre la Luz
de Navidad.
La audiencia de hoy tiene lugar en el clima de alegre y ansiosa
espera de la festividad natalicia ya inminente. ¡Viene el Señor Jesús! Así en estos
días, repetimos en la oración, disponiendo nuestro corazón para gustar la alegría
de nacimiento del Redentor. En particular, en esta última semana de Adviento, la liturgia
acompaña y sostiene nuestro camino interior con repetidas invitaciones a acoger al
Salvador, reconociéndole en el humilde Niño que yace en un pesebre.
Así ha
comenzado Benedicto XVI la catequesis de hoy, manifestando a continuación que éste
es el misterio de Navidad, que tantos símbolos nos ayudan a comprender mejor. Entre
estos símbolos está el de la luz, que es uno de los más ricos de significado espiritual.
Sobre este símbolo se ha detenido el Papa que ha explicado que la fiesta de Navidad
coincide, en nuestro hemisferio, con la época del año en que el sol termina su parábola
descendente y empieza la fase en la que se ensancha gradualmente el tiempo de luz
diurna, según el recorrido sucesivo de las estaciones. Esto nos ayuda a comprender
mejor -ha dicho el Santo Padre- el tema de la luz que cubre las tinieblas.
Es
un símbolo evocador de una realidad que toca lo más íntimo del hombre: me refiero,
ha subrayado Benedicto XVI, a la luz del bien que vence al mal, del amor que supera
al odio, de la vida que derrota la muerte. La Navidad nos hace pensar en esta luz
interior, en esta luz divina que vuelve a proponernos el anuncio de la definitiva
victoria del amor de Dios sobre el pecado y la muerte. Por este motivo en la Novena
de la Santa Navidad que estamos viviendo son numerosos y significativos los llamamientos
a la luz.
Preparándonos a celebrar con alegría el nacimiento del Salvador,
en nuestras familias y en nuestras comunidades eclesiales, mientras una cierta cultura
moderna y consumista intenta hacer desaparecer los símbolos cristianos de la celebración
de la Navidad, sea un compromiso de todos acoger el valor de las tradiciones navideñas,
que forman parte del patrimonio de nuestra fe y de nuestra cultura, para transmitirlas
a las nuevas generaciones.
Mientras contemplamos las iluminaciones exteriores,
mientas encendemos las velas en las iglesias y la iluminación de nuestros nacimientos
o el árbol de Navidad en las casas, que nuestra alma se abra a la verdadera luz espiritual
enviada a todos los hombre de buena voluntad. El Dios con nosotros nacido en Belén
de la Virgen María es la estrella de nuestra vida.
Benedicto XVI ha finalizado
su homilía recordando la invocación de la liturgia de hoy: “Oh astro que amaneces,
esplendor de luz eterna, Sol de justicia: ven, ilumina a quien yace en las tinieblas
y en la sombra de muerte. Pidamos al Señor que apresure su llegada gloriosa en medio
de nosotros porque solo en Él pueden encontrar satisfacción las auténticas esperanzas
del corazón humano. Vivamos intensamente estos últimos días que preceden a la Navidad
junto a Maria, la Virgen del silencio y de la escucha.
Con estos sentimientos,
exhortando a los fieles a mantener vivo el estupor interior en la férvida espera para
la celebración próxima del nacimiento del Salvador, el Santo Padre ha felicitado la
Santa Navidad a todos los presentes en la plaza de san Pedro y sus familiares y amigos.
Éste ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español
para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia.
Queridos hermanos
y hermanas: La Audiencia de hoy se desarrolla en un clima de alegría y esperanza.
La oración ¡Ven Señor Jesús! nos prepara para acoger al Redentor que nace en el pesebre.
Entre los símbolos que nos ayudan a comprender este misterio de Navidad, sobresale
el de la luz por su significado espiritual. Hace referencia a una realidad que concierne
a la intimidad del hombre: el bien que vence al mal, la vida que derrota a la muerte.
Las luces que adornan las calles nos evocan la verdadera luz que llega a los hombres
de buena voluntad. Dios nacido en Belén es la estrella de nuestra vida.
Ante
una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las fiestas
navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el nacimiento del Salvador, transmitiendo
a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que forman parte del patrimonio
de nuestra fe y cultura.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española,
en particular a los llegados de España y de México. Que el Salvador, “Astro naciente”,
sea la estrella que os guíe hacia la salvación y os ilumine en el camino de la verdad,
de la justicia y del amor. A todos vosotros, a vuestros familiares y demás seres queridos,
os deseo una santa y feliz Navidad.
Y como siempre Benedicto XVI después
de haber saludado a los fieles y peregrinos en varias lenguas, ha bendecido a los
jóvenes, enfermos y a los recién casados. “Deseo a todos -ha dicho- que os predispongáis
a vivir una Santa y feliz Navidad preparando el corazón para recibir al Niño Jesús
que viene a colmar de alegría y de paz a cuantos lo esperan con fe, como la Virgen
Maria”.