Martes, 20 dic (RV).- El 4 de diciembre de 2000 la Asamblea General, teniendo en cuenta
que existe un importante número de inmigrantes en el mundo, y que ese número continúa
incrementándose, proclamó el Día Internacional del Inmigrante.
Desde la Iglesia
se ha hecho mucho en materia de inmigración, de la defensa de los derechos de los
inmigrantes en el mundo, de su calidad de vida y de la necesidad de que aumente la
solidaridad para con todas aquellas personas que por un motivo u otro se han convertido
en inmigrantes, para todos ellos hoy les mostramos un abanico de éstos mensajes, como
la Constitución Apostólica “Exul familia” (1952) de Pío XII, la cual constituye una
"magna carta" del pensamiento y de la visión de la Iglesia en relación al fenómeno
de la Movilidad Humana. En ella se introducen y se precisan los principios básicos
sobre la asistencia religiosa a los inmigrantes. La Carta Apostólica del Papa Pablo
VI en forma de "Motu Proprio, Pastoralis Migratorum Cura" sobre la Asistencia Espiritual
de los Migrantes (15 de Agosto de 1969). La realización del Concilio Vaticano II y
los documentos sociales de Pablo VI pusieron los fundamentos de una actualización
también para la pastoral migratoria, que se llevó a cabo en la Instrucción Pastoralis
Migratorum Cura de 1969. La emigración es considerada como un fenómeno complejo de
derechos y deberes, entre los que destaca el derecho a emigrar como derecho de la
persona humana, al que corresponde el deber de contribuir lealmente al desarrollo
del país de asentamiento.
Asimismo el Concilio Vaticano II no ha descuidado
los problemas de la movilidad humana, si bien no ha redactado un texto al respecto.
Los documentos se refieren frecuentemente a los derechos fundamentales de la persona
humana. El emigrante es respetado como tal, con todas sus potencialidades religiosas
y culturales, en sus derechos y sus deberes. Publicamos algunos párrafos de distintos
documentos que hacer referencia específica a la movilidad humana. La carta encíclica
de Juan Pablo II, a partir de la óptica del trabajo y su incidencia en la vida social
y religiosa del hombre, no ha descuidado al trabajador inmigrante, quien debe ser
integrado a la sociedad de acogida con los mismos derechos y los mismos deberes de
todo ciudadano. La familia inmigrante, por las mismas circunstancias, es tenida muy
presente en esta exhortación apostólica de la cual publicamos los párrafos que resaltan
derechos de toda familia así como la necesidad imperiosa de una labor pastoral más
incisiva ante la conciencia pública y las diversas instituciones. En la Exhortación
Apostólica "Pastores Gregis" (16 octubre 2003) en el n. 72, el Santo Padre Juan Pablo
II hace referencia explícita al deber de los Obispos de tener una atención especial
para aquellas personas que "han sido desalojadas o huyen del propio país a causa de
conflictos armados, precarias condiciones económicas, catástrofes naturales o enfrentamientos
políticos, étnicos y sociales".
Por todos estos motivos, la Iglesia ha creado
la Comisión Episcopal de Migraciones, cuyo presidente, monseñor José Sánchez González,
obispo de Sigüenza-Guadalajara, recuerda que ésta Comisión tiene el encargo de la
pastoral de la "movilidad".
El Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones
se divide en seis departamentos: emigración, inmigración (con la sección de refugio),
pastoral gitana, pastoral del mar, pastoral de la carretera y pastoral de ferias y
circos. La pastoral de emigración sirve de apoyo para la acomodación a una nueva realidad
fuera de España. Su presencia se centra, sobre todo, en los países del centro y norte
de Europa. La pastoral de inmigración ha tenido, hasta el momento, un carácter asistencial
y de promoción social, trabajándose en la defensa de los derechos y la integración
social. Las tareas para el futuro se centran en poner en marcha un plan pastoral de
migraciones, haciendo una oferta clara del Evangelio, coordinar los esfuerzos en un
verdadero plan pastoral y ubicar a la Iglesia en una sociedad que vive el reto de
la pluriculturalidad. La pastoral gitana intenta ofrecer a los gitanos, cuya presencia
entre nosotros ronda los 500 años, la riqueza del Evangelio. El resto de las pastorales
se caracterizan por preocuparse por sectores con un peculiar estilo de vida y con
problemáticas concretas.