Mensaje del Papa para la XIV Jornada Mundial del Enfermo
Sábado, 10 dic (RV).- Se ha hecho público el Mensaje del Papa para la XIV Jornada
Mundial del Enfermo que se celebrará en la ciudad australiana de Adelaida el próximo
11 de febrero, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes, y que será “una oportunidad
para manifestar solidaridad a las familias que tienen a su cargo a enfermos mentales”.
Las
manifestaciones culminarán con la Celebración eucarística en la Catedral dedicada
a San Francisco Javier, incansable misionero de las poblaciones de Oriente. En esta
ocasión, la Iglesia desea llamar la atención de la opinión pública sobre las personas
que sufren problemas ligados con la dificultad mental, que afecta a un quinto de la
humanidad y constituye una real y verdadera emergencia socio-sanitaria.
El
Santo Padre, que afirma que quisiera estar presente espiritualmente en esta Jornada
Mundial del Enfermo, señala como en muchos Países aún no existe una legislación al
respecto y en otros falta todavía una política bien definida sobre la salud mental.
Asimismo, hace notar como la prolongación de las guerras en varias regiones de la
tierra, las catástrofes naturales o la expansión del terrorismo, además de causar
un número impresionante de muertos, genera también muchos traumas psíquicos. En cambio,
en los países que cuentan con un elevado desarrollo económico, los expertos reconocen
también como origen de nuevas formas de trastorno mental la influencia negativa de
la crisis de los valores morales.
Esto aumenta dice el Papa “el sentido de
soledad, minando e incluso disgregando las tradicionales formas de cohesión social,
comenzando por el instituto de la familia y marginando a los enfermos, especialmente
aquellos mentales, a menudo considerados como un peso para la familia y para la comunidad.
Lamentablemente, en muchas partes del mundo los servicios a favor de estos enfermos
son carentes e insuficientes. Se advierte la necesidad de integrar mejor el binomio
terapia adecuada y nueva sensibilidad frente a la dificultad. En este sentido, la
próxima Jornada Mundial del Enfermo será una oportunidad para manifestar solidaridad
a las familias que tienen a su cargo a personas enfermas de mente.
Dirigiéndose
a los enfermos el Pontífice les invita “a ofrecer junto con Cristo su condición de
sufrimiento al Padre, con la seguridad de que cada prueba acogida con resignación
tiene merecimiento y atrae la benevolencia divina sobre toda la humanidad”. Asimismo
manifiesta su aprecio hacia quienes les asisten en los centros residenciales, en los
Day Hospital, en los Departamentos de diagnósticos y cuidados, y los exhorta “para
que hagan todo lo posible a fin de que nunca falte al necesitado la asistencia médica,
social y pastoral que respete la dignidad propia de cada ser humano”.
El Papa,
finalmente, recomienda a los agentes pastorales, a las asociaciones y organizaciones
del voluntariado “que sostengan, con formas e iniciativas concretas, a las familias
que tienen a su cargo enfermos mentales, a favor de los cuales auspicia que aumente
y se difunda la cultura de la acogida y del compartir, gracias también a leyes adecuadas
y a planos sanitarios que prevean recursos suficientes para su aplicación concreta”.
Urge la formación y la actualización del personal que trabaja en un sector tan delicado
de la sociedad. Cada cristiano, según su propia tarea y su responsabilidad, está llamado
a brindar su aporte a fin de que se reconozca, se respete y se promueva la dignidad
de estos hermanos nuestros.
Texto completo del Mensaje del Papa Benedicto
XVI para la XIV Jornada Mundial del Enfermo Adelaida, Australia, 11 febrero 2006
Queridos
hermanos y hermanas: El 11 de febrero del 2006, memoria litúrgica de la
Bienaventurada Virgen de Lourdes, se celebrará la 14ª Jornada Mundial del Enfermo.
El año pasado la Jornada se desarrolló en el Santuario mariano de Mvolyé en Yaoundé,
y en esa ocasión, en nombre de todo el Continente africano, los fieles y sus Pastores
reafirmaron su compromiso pastoral a favor de los enfermos. La próxima Jornada se
celebrará en Adelaide, Australia, y las manifestaciones culminarán con la Celebración
eucarística en la Catedral dedicada a San Francisco Javier, incansable misionero de
las poblaciones de Oriente. En esa oportunidad, la Iglesia desea inclinarse con particular
solicitud sobre las personas que sufren, llamando la atención de la opinión pública
sobre los problemas ligados con la dificultad mental, que afecta a un quinto de la
humanidad y constituye una real y verdadera emergencia socio-sanitaria. Al recordar
la atención que mi venerado predecesor Juan Pablo II dedicaba a esta manifestación
anual, también yo, queridos hermanos y hermanas, quisiera estar presente espiritualmente
en la Jornada Mundial del Enfermo para detenerme a reflexionar en sintonía con los
participantes sobre la situación de los enfermos mentales en el mundo y solicitar
el compromiso de las Comunidades eclesiales dando testimonio de la tierna misericordia
del Señor.
En muchos Países aún no existe una legislación
al respecto y en otros falta todavía una política bien definida sobre la salud mental.
Asimismo, hay que notar que la prolongación de conflictos armados en varias regiones
de la tierra, el acontecimiento de terribles catástrofes naturales, la expansión del
terrorismo, además de causar un número impresionante de muertos, han generado en no
pocos supervivientes traumas psíquicos, de los que difícilmente se recuperan. En los
Países que cuentan con un elevado desarrollo económico, los expertos reconocen también
como origen de nuevas formas de trastorno mental la influencia negativa de la crisis
de los valores morales. Esto aumenta el sentido de soledad, minando e incluso disgregando
las tradicionales formas de cohesión social, comenzando por el instituto de la familia
y marginando a los enfermos, especialmente aquellos mentales, a menudo considerados
como un peso para la familia y para la comunidad. Quisiera hacer resaltar aquí el
mérito de quienes, en formas y niveles diferentes, trabajan para que no disminuya
el espíritu de solidaridad, y se persevere más bien en la atención a estos hermanos
y hermanas nuestros, inspirándose en ideales y principios humanos y evangélicos.
Por
tanto, animo los esfuerzos de quienes trabajan para que se otorgue a todos los enfermos
mentales el acceso a los cuidados necesarios. Lamentablemente, en muchas partes del
mundo los servicios a favor de estos enfermos son carentes, insuficientes o en ruina.
El contexto social no siempre acepta a los enfermos de mente con sus limitaciones,
y también debido a esto hay dificultad para lograr los necesarios recursos humanos
y financieros. Se advierte la necesidad de integrar mejor el binomio terapia adecuada
y nueva sensibilidad frente a la dificultad, de modo que se permita a los agentes
del sector salir al encuentro con mayor eficacia de los enfermos y de las familias
que por sí solos no tienen la capacidad de seguir adecuadamente a sus familiares en
dificultad. La próxima Jornada Mundial del Enfermo es una circunstancia oportuna para
manifestar solidaridad a las familias que tienen a su cargo a personas enfermas de
mente.
Deseo dirigirme ahora a vosotros, queridos
hermanos y hermanas afligidos por la enfermedad, para invitarles a ofrecer junto con
Cristo vuestra condición de sufrimiento al Padre, con la seguridad de que cada prueba
acogida con resignación tiene merecimiento y atrae la benevolencia divina sobre toda
la humanidad. Manifiesto mi aprecio hacia quienes les asisten en los centros residenciales,
en los Day Hospital, en los Departamentos de diagnósticos y cuidados, y los exhorto
para que hagan todo lo posible a fin de que nunca falte al necesitado la asistencia
médica, social y pastoral que respete la dignidad propia de cada ser humano. La Iglesia,
especialmente mediante la obra de los capellanes, no dejará de ofrecerles su ayuda,
ya que está totalmente convencida de que está llamada a manifestar el amor y la solicitud
de Cristo hacia los que sufren y los que se ocupan de ellos. A los agentes pastorales,
a las asociaciones y organizaciones del voluntariado recomiendo que sostengan, con
formas e iniciativas concretas, a las familias que tienen a su cargo enfermos mentales,
a favor de los cuales auspicio que aumente y se difunda la cultura de la acogida y
de la coparticipación, gracias también a leyes adecuadas y a planos sanitarios que
prevean recursos suficientes para su aplicación concreta. Urge la formación y la actualización
del personal que trabaja en un sector tan delicado de la sociedad. Cada cristiano,
según su propia tarea y su responsabilidad, está llamado a brindar su aporte a fin
de que se reconozca, se respete y se promueva la dignidad de estos hermanos nuestros.
Duc
in altum! Esta invitación de Cristo a Pedro y a los Apóstoles la dirijo a las Comunidades
eclesiales esparcidas en el mundo y, de manera especial, a los que están al servicio
de los enfermos, porque con la ayuda de María Salus infirmorum, den testimonio de
la bondad y de la paternal solicitud de Dios. La Virgen Santa consuele a los que están
marcados por la enfermedad y sostenga a los que, como el buen Samaritano, suavizan
las llagas corporales y espirituales. A cada uno aseguro un recuerdo en la oración,
mientras gustoso imparto a todos mi Bendición.