2005-11-30 14:46:17

Audiencia: El Papa califica de “vergüenza” el holocausto y hace un llamamiento a ayudar a los enfermos de sida


Miércoles, 30 nov (RV).- Benedicto XVI ha celebrado esta mañana la audiencia general en la plaza de san Pedro en la que han participado más de veinte mil fieles procedentes de todo el mundo. El Papa antes del rezo conclusivo ha hecho un llamamiento a favor de los enfermos de Sida, recordando que mañana, uno de diciembre, se celebra la Jornada Mundial contra el SIDA por iniciativa de las Naciones Unidas. A través de esta celebración se quiere concienciar, como ha señalado el Pontífice, sobre el flagelo del SIDA, de ahí que haya invitado a toda la Comunidad Internacional a “un renovado esfuerzo en la obra de prevención y de asistencia solidaria hacia los que están enfermos”. “Las cifras publicadas son alarmantes –ha recordado el Papa- Siguiendo de cerca el ejemplo de Cristo, la Iglesia ha considerado siempre la curación de los enfermos como parte integral de su misión. Animo, por lo tanto, las múltiples iniciativas promovidas para luchar contra esta enfermedad, de manera especial a las comunidades eclesiales. Me siento cercano a los enfermos de SIDA y a sus familias, e invoco para ellos la ayuda y el consuelo del Señor”.

El Santo Padre en su catequesis ha reflexionado sobre el Salmo 136, “A orillas de los ríos de Babilonia”. En este primer miércoles de Adviento, tiempo litúrgico de silencio, de vigilia y oración en preparación a la Navidad, la meditación del texto evoca la tragedia vivida por el pueblo hebreo durante la destrucción de Jerusalén, en el año 586 antes de Cristo, y el sucesivo y consiguiente exilio babilónico. “Estamos -ha dicho el Papa-, ante un canto nacional de dolor, marcado por una sufrida nostalgia de lo que se ha perdido”.

“Esta estremecedora invocación al Señor, para que libre a sus fieles de la esclavitud en Babilonia, expresa también los sentimientos de esperanza y de espera de la salvación con los que hemos comenzado nuestro camino de Adviento”, ha exhortado el Pontífice. La primera parte del Salmo, ha explicado Benedicto XVI, tiene como fondo la tierra del exilio, con sus ríos y canales, que irrigaban la llanura babilónica, sede de los deportados hebreos. Es casi la anticipación simbólica de los campos de concentración a los que, durante el siglo pasado, el pueblo hebreo fue llevado en una operación infame de muerte, que ha quedado como una vergüenza indeleble en la historia de la humanidad. La segunda parte, sin embargo, está marcada por el recuerdo amoroso de Sión, la ciudad perdida, pero viva en el corazón de los exiliados.

En las palabras del Salmista, quedan envueltas, la mano, la lengua, el paladar, la voz, las lágrimas. Dios que es el árbitro último de la historia, sabrá comprender y acoger según su justicia, también el grito de las víctimas, más allá de los acentos ásperos que a veces asume. Por este motivo el Papa se ha confiado a san Agustín “para realizar una ulterior meditación sobre éste Salmo, durante la cual, el gran Padre de la Iglesia- ha manifestado el Papa- introduce una nota sorprendente: él sabe que también entre los habitantes de Babilonia hay personas que se esfuerzan en lograr la paz y el bienestar, incluso no compartiendo la fe bíblica”. Pues bien, Dios al final conducirá a aquellos hacia la Jerusalén celestial, premiándoles por la pureza de su conciencia. Y añade, respecto a la “ciudad terrena llamada Babilonia”: en ella “hay personas que, movidas por el amor a ella, se las ingenian para garantizar la paz –la paz temporal- sin nutrir otra esperanza en el corazón que la alegría de trabajar por la paz”.

Y nosotros les vemos realizar todo tipo de esfuerzo para ser útiles a la sociedad terrena. Si trabajan con conciencia pura en estos deberes, Dios no permitirá que perezcan con Babilona, habiéndoles predestinado a ser ciudadanos de Jerusalén: pero con la promesa de que, viviendo en Jerusalén, no busquen la soberbia, el fasto caduco y la arrogancia indisponible. A continuación les presentamos el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la Plaza de San Pedro: RealAudioMP3

Queridos hermanos y hermanas:
El salmo que hoy se ha proclamado, evoca la tragedia vivida por el pueblo hebreo durante la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia. Contiene una dolorosa invocación al Señor, llena de nostalgia por el recuerdo amoroso de Sión, la ciudad perdida, en la que se expresan bien los sentimientos de esperanza y expectación de la salvación que señalan el tiempo de adviento, tiempo litúrgico de silencio, vigilancia y oración, como preparación al nacimiento de Cristo.
Así pues, puesto que somos ciudadanos de la Jerusalén celestial, vivimos, según afirma San Agustín, como prisioneros en el mundo presente, en esta tierra de confusión; por eso es necesario que «no sólo cantemos lo que se dice en el Salmo sino que lo vivamos: lo cual se realiza en la aspiración profunda de un corazón plena y religiosamente deseoso de la ciudad eterna».

Saludo cordialmente a los visitantes y peregrinos de lengua española, en particular a las Religiosas de María Inmaculada, reunidas en Capítulo general, a los cofrades de la Hermandad de Santa Marta de España, así como a los peregrinos de México y de otros Países latinoamericanos. Al comienzo del Adviento os animo a prepararos con alegría para que el Señor encuentre en vuestros corazones una digna morada llena de amor y esperanza.
Muchas gracias.

Como siempre el Santo Padre, tras haber saludado en varias lenguas se ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “Que el Apóstol San Andrés, del que hoy celebramos la fiesta, sea para todos un modelo fiel de seguimiento a Cristo y de valiente testimonio evangélico”, ha finalizado Benedicto XVI.








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