Benedicto XVI venera las reliquias de 3 nuevos beatos que supieron poner sus talentos
al servicio de la Iglesia, con la lógica del amor y la entrega
Domingo, 13 nov (RV).- Tres nuevos beatos en la Iglesia católica. Charles de Foucauld,
Maria Pia Mastena, Maria Crucificada Curcio han sido beatificados esta mañana en la
Basílica de San Pedro de Roma. Tras la ceremonia Benedicto XVI ha venerado las reliquias
de quienes supieron poner sus talentos al servicio de la Iglesia, con la lógica del
amor y de la entrega.
El Papa retomó después las figuras de los tres nuevos
beatos, en la oración del Ángelus, para subrayar que “todos los bautizados están llamados
a la perfección de la vida cristiana: sacerdotes, religiosos y laicos, cada uno según
su propio carisma y la propia vocación específica”.
Carlos de Foucauld, María
Pía Mastena, María Crucificada Curcio han sido beatificados esta mañana en la Basílica
de San Pedro de Roma. El cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos, ha presidido la celebración de la Eucaristía en el
altar de la Confesión.
En la conclusión del rito de beatificación, el Papa
ha llegado a la Basílica de San Pedro para venerar sus reliquias y ha comenzado su
pequeño discurso con estas palabras: En este trigésimo tercer domingo del tempo ordinario,
tenemos el gozo de venerar a tres nuevos Beatos: Carlos de Foucauld, María Pía Mastena,
fundadora de la Congregación del Santo Rostro, y a María Crucificada Curcio, fundadora
de las Hermanas Carmelitas de Santa Teresita del Niño Jesús, tres personas que en
formas diversas han consagrado su existencia a Cristo y proponen a cada cristiano
el ideal sublime de la santidad.
Después de saludar a los asistentes venidos
de varias partes del mundo: Italia, África, Indonesia, Brasil… y agradecer al cardenal
Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, por haber
presidido la celebración, se ha dirigido en francés a los asistentes, devotos especiales
de Carlos de Foucauld con las siguientes palabras: “Demos gracias por el testimonio
dado por Carlos de Foucauld. Por su vida contemplativa y oculta de Nazaret, donde
ha reencontrado la verdad de la humanidad de Jesús, invitándonos a contemplar el misterio
de la Encarnación; en ese lugar ha aprendido mucho sobre el Señor, a quien ha querido
seguir en humildad y pobreza. Él descubrió cómo Jesús, que nos ha salido al encuentro
en nuestra humanidad, nos invita a la fraternidad universal, que él vivió más tarde
en el Sahara, con el amor del que Cristo nos dio ejemplo. Como sacerdote, hizo de
la Eucaristía el centro de su vida, las dos mesas de la Palabra y del Pan, fuente
de la vida cristiana y de la misión.
El Santo Padre saludó después a los peregrinos
del pueblo natal de la Beata María Pía Mastena y de la ciudad de San Fior, donde se
conservan sus restos mortales, y también a los llegados desde Brasil e Indonesia:
“Qué actual sigue siendo el carisma de la Beata María Pía que, conquistada por el
Rostro de Cristo, asimiló los sentimientos de dulce solicitud del Hijo de Dios hacia
la humanidad desfigurada por el pecado, y concretizó en gestos de compasión, y proyectó
después un Instituto con la finalidad de “propagar, reparar, restituir la imagen del
dulce Jesús en las almas”. Que esta nueva Beata obtenga para todos los que la veneran
con afecto y devoción el don de una constante ansia de santidad”.
Finalmente
el Papa expresó su cordial cercanía para cuantos forman parte de la familia espiritual
de las Hermanas Carmelitas de Santa Teresita del Niño Jesús, fundada por María Crucificada
Curcio, quien hizo centro de su vida la presencia de Jesús misericordioso y añadió:
“Lo que caracterizó a la Madre María Crucificada fue una autentica pasión por las
almas que cultivaba con fuerza la “reparación espiritual” para reafirmar el amor que
Jesús nos tuvo. Su existencia fue un continuo orar incluso cuando se acercaba a las
gentes, especiadamente a las niñas pobres y necesitadas. Que continúe desde el Cielo,
la Beata María Crucificada Curcio a velar por la Congregación fundada por ella y por
todos sus devotos”.
Y concluyó pidiendo que su intercesión nos obtenga la gracia
de vivir en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, impartiendo sobre todos los presentes
la Bendición Apostólica.
En el marco de las beatificaciones de esta mañana
en la Basílica Vaticana, el Papa, durante la oración mariana del Ángelus ha retomado
las figuras de los tres nuevos beatos para subrayar que “todos los bautizados están
llamados a la perfección de la vida cristiana: sacerdotes, religiosos y laicos, cada
uno según su propio carisma y la propia vocación específica”.
Benedicto XVI,
ha recordado la gran atención que prestó el Concilio Vaticano II al papel de los fieles
laicos, dedicando un capitulo completo, el cuarto, de la Constitución Lumen Gentium
sobre la Iglesia: “Para los laicos, es de gran importancia la profesionalidad, el
sentido de la familia, el sentido cívico y las virtudes sociales. Aunque es cierto
que ellos están llamados individualmente a dar su testimonio personal, particularmente
precioso allí donde la libertad de la Iglesia encuentra impedimentos, no obstante
el Concilio insiste sobre la importancia del apostolado organizado, necesario para
incidir sobre la mentalidad general, sobre las condiciones sociales y sus instituciones.
En este sentido los padres conciliares alentaron las múltiples asociaciones de laicos,
insistiendo también sobre su formación al apostolado”.
Tras el rezo mariano
el Santo Padre ha recordado que hoy se celebra en toda Italia la Jornada del Agradecimiento
por los frutos de la tierra y del trabajo. El Papa se ha unido a la oración y alabanza
de los fieles, especialmente los agricultores y de las comunidades rurales, invitando
a todos a dar gracias a Dios por sus beneficios.
También hoy el Papa ha saludado
en distintos idiomas, después del rezo del Ángelus, a los fieles y peregrinos presentes
en la Plaza de San Pedro. Este ha sido su saludo en español.
Saludo con
afecto a los peregrinos de lengua española, especialmente a las Hermanas Canonesas
de la Cruz al final de su primer encuentro de renovación espiritual, a las comunidades
parroquiales de San Martín y San Julián de Burgos, así como a los fieles presentes
en la Beatificación de Charles de Foucauld, María Pía Mastena y María Crocifissa Curcio.
Que el ejemplo de los nuevos Beatos os ayude a avanzar en el camino de santidad al
que nos compromete nuestro bautismo. ¡Feliz domingo!
Ceremonia de beatificación A
las 9 y media comenzaba esta ceremonia de beatificación en la que el prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos subrayó cómo “los siervos de Dios, a los
que hoy la Iglesia ha proclamado Beatos, nos invitan a caminar por la senda del Señor,
como hijos de la luz, en el compromiso por anunciar el Evangelio. Sus vidas responden
al modelo de santidad cristiana entendida como el mejor empleo de los dones recibidos
de Dios”. El cardenal José Saraiva Martins, ha elogiado en su homilía a cada uno de
los tres nuevos Beatos.
Carlos de Foucauld, meditando durante la Navidad de
1897sobre el pasaje del Evangelio de San Mateo que ha sido proclamado este domingo,
escribía: "se nos pedirá cuenta de todo lo que hemos recibido... Yo recibí mucho
más que la inmensa mayoría de los hombres: la conversión, la vocación religiosa, la
Trapa, la vida de ermitaño, Nazareth, la comunión diaria, y tantas otras gracias…".
"No
creo que haya palabra del Evangelio que me haya impresionado más, ni que haya transformado
tanto mi vida como ésta: ‘lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños,
a mí me lo hicisteis’”. Charles de Foucauld tuvo una influencia notable sobre la espiritualidad
del siglo XX y queda, al inicio del tercer milenio, como una referencia fecunda, una
invitación a un estilo de vida radicalmente evangélico.
El purpurado ha invitado
a acoger el Evangelio en toda su sencillez, evangelizar sin querer imponer, testimoniar
a Jesús en el respeto de otras experiencias religiosas, que nuestra vida, como la
del bienaventurado Carlos, sea una "proclamación del Evangelio sobre los tejados para
gritar que pertenecemos a Jesús".
Refiriéndose a la Beata María Pía Mastena,
fundadora en 1936 de la Congregación de las Religiosas del Santo Rostro, el Cardenal
Saraiva la ha definido como “la gran artista que supo grabar en si misma la imagen
de Cristo, asumiendo, mediante el ejercicio de tantas virtudes, el rostro de los rostros,
el mas bello rostro que exista entre los hijos e los hombres”.
María Pía, desde
su condición de religiosa, buscaba hacer resplandecer en los rostros deformados por
el pecado y la miseria, el de Cristo martirizado en la Cruz pero transfigurado por
la gloria del Padre. Este era el proyecto de vida que quiso inculcar en sus hermanas
de religión: “Cuando alguien está triste nuestra obligación es devolver la sonrisa
a su cara. Esta es nuestra misión: “restablecer el rostro de Cristo en los hermanos”.
De la Beata María Crucificada Curcio, el cardenal Saraiva Martins ha destacado
el carisma carmelita de la Misioneras de Santa Teresita del Niño Jesús, cuya Congregación
fundó en 1930.
La madre Curcio, como la mujer habilidosa y trabajadora del
Libro de los Proverbios, supo “procurarse lana y lino” y trabajarlos con sus propias
manos para atender a las necesidades del prójimo hasta convertirlo en “su propia familia”.
“Solo pensar en mis hermanos me llenaba el alma de gozo… y con esta ternura que Dios
me ha confiado, amó al mundo entero, amó la naturaleza con todas sus bellezas”.
Una
fe inexpresiva, que no se traduce en testimonio, se queda como un don inutilizado,
ha concluido el Cardenal Saraiva, por eso hemos de poner a trabajar nuestros talentos,
para que el Señor nos pueda decir: “siervo bueno y fiel, ven a tomar parte en la gloria
del Padre”.