2005-11-13 17:10:17

Benedicto XVI venera las reliquias de 3 nuevos beatos que supieron poner sus talentos al servicio de la Iglesia, con la lógica del amor y la entrega


Domingo, 13 nov (RV).- Tres nuevos beatos en la Iglesia católica. Charles de Foucauld, Maria Pia Mastena, Maria Crucificada Curcio han sido beatificados esta mañana en la Basílica de San Pedro de Roma. Tras la ceremonia Benedicto XVI ha venerado las reliquias de quienes supieron poner sus talentos al servicio de la Iglesia, con la lógica del amor y de la entrega.

El Papa retomó después las figuras de los tres nuevos beatos, en la oración del Ángelus, para subrayar que “todos los bautizados están llamados a la perfección de la vida cristiana: sacerdotes, religiosos y laicos, cada uno según su propio carisma y la propia vocación específica”.

Carlos de Foucauld, María Pía Mastena, María Crucificada Curcio han sido beatificados esta mañana en la Basílica de San Pedro de Roma. El cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, ha presidido la celebración de la Eucaristía en el altar de la Confesión.

En la conclusión del rito de beatificación, el Papa ha llegado a la Basílica de San Pedro para venerar sus reliquias y ha comenzado su pequeño discurso con estas palabras: En este trigésimo tercer domingo del tempo ordinario, tenemos el gozo de venerar a tres nuevos Beatos: Carlos de Foucauld, María Pía Mastena, fundadora de la Congregación del Santo Rostro, y a María Crucificada Curcio, fundadora de las Hermanas Carmelitas de Santa Teresita del Niño Jesús, tres personas que en formas diversas han consagrado su existencia a Cristo y proponen a cada cristiano el ideal sublime de la santidad.

Después de saludar a los asistentes venidos de varias partes del mundo: Italia, África, Indonesia, Brasil… y agradecer al cardenal Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, por haber presidido la celebración, se ha dirigido en francés a los asistentes, devotos especiales de Carlos de Foucauld con las siguientes palabras: “Demos gracias por el testimonio dado por Carlos de Foucauld. Por su vida contemplativa y oculta de Nazaret, donde ha reencontrado la verdad de la humanidad de Jesús, invitándonos a contemplar el misterio de la Encarnación; en ese lugar ha aprendido mucho sobre el Señor, a quien ha querido seguir en humildad y pobreza. Él descubrió cómo Jesús, que nos ha salido al encuentro en nuestra humanidad, nos invita a la fraternidad universal, que él vivió más tarde en el Sahara, con el amor del que Cristo nos dio ejemplo. Como sacerdote, hizo de la Eucaristía el centro de su vida, las dos mesas de la Palabra y del Pan, fuente de la vida cristiana y de la misión.

El Santo Padre saludó después a los peregrinos del pueblo natal de la Beata María Pía Mastena y de la ciudad de San Fior, donde se conservan sus restos mortales, y también a los llegados desde Brasil e Indonesia: “Qué actual sigue siendo el carisma de la Beata María Pía que, conquistada por el Rostro de Cristo, asimiló los sentimientos de dulce solicitud del Hijo de Dios hacia la humanidad desfigurada por el pecado, y concretizó en gestos de compasión, y proyectó después un Instituto con la finalidad de “propagar, reparar, restituir la imagen del dulce Jesús en las almas”. Que esta nueva Beata obtenga para todos los que la veneran con afecto y devoción el don de una constante ansia de santidad”.

Finalmente el Papa expresó su cordial cercanía para cuantos forman parte de la familia espiritual de las Hermanas Carmelitas de Santa Teresita del Niño Jesús, fundada por María Crucificada Curcio, quien hizo centro de su vida la presencia de Jesús misericordioso y añadió: “Lo que caracterizó a la Madre María Crucificada fue una autentica pasión por las almas que cultivaba con fuerza la “reparación espiritual” para reafirmar el amor que Jesús nos tuvo. Su existencia fue un continuo orar incluso cuando se acercaba a las gentes, especiadamente a las niñas pobres y necesitadas. Que continúe desde el Cielo, la Beata María Crucificada Curcio a velar por la Congregación fundada por ella y por todos sus devotos”.

Y concluyó pidiendo que su intercesión nos obtenga la gracia de vivir en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, impartiendo sobre todos los presentes la Bendición Apostólica.

En el marco de las beatificaciones de esta mañana en la Basílica Vaticana, el Papa, durante la oración mariana del Ángelus ha retomado las figuras de los tres nuevos beatos para subrayar que “todos los bautizados están llamados a la perfección de la vida cristiana: sacerdotes, religiosos y laicos, cada uno según su propio carisma y la propia vocación específica”.

Benedicto XVI, ha recordado la gran atención que prestó el Concilio Vaticano II al papel de los fieles laicos, dedicando un capitulo completo, el cuarto, de la Constitución Lumen Gentium sobre la Iglesia: “Para los laicos, es de gran importancia la profesionalidad, el sentido de la familia, el sentido cívico y las virtudes sociales. Aunque es cierto que ellos están llamados individualmente a dar su testimonio personal, particularmente precioso allí donde la libertad de la Iglesia encuentra impedimentos, no obstante el Concilio insiste sobre la importancia del apostolado organizado, necesario para incidir sobre la mentalidad general, sobre las condiciones sociales y sus instituciones. En este sentido los padres conciliares alentaron las múltiples asociaciones de laicos, insistiendo también sobre su formación al apostolado”.

Tras el rezo mariano el Santo Padre ha recordado que hoy se celebra en toda Italia la Jornada del Agradecimiento por los frutos de la tierra y del trabajo. El Papa se ha unido a la oración y alabanza de los fieles, especialmente los agricultores y de las comunidades rurales, invitando a todos a dar gracias a Dios por sus beneficios.

También hoy el Papa ha saludado en distintos idiomas, después del rezo del Ángelus, a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro. Este ha sido su saludo en español. RealAudioMP3

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, especialmente a las Hermanas Canonesas de la Cruz al final de su primer encuentro de renovación espiritual, a las comunidades parroquiales de San Martín y San Julián de Burgos, así como a los fieles presentes en la Beatificación de Charles de Foucauld, María Pía Mastena y María Crocifissa Curcio. Que el ejemplo de los nuevos Beatos os ayude a avanzar en el camino de santidad al que nos compromete nuestro bautismo. ¡Feliz domingo!

Ceremonia de beatificación
A las 9 y media comenzaba esta ceremonia de beatificación en la que el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos subrayó cómo “los siervos de Dios, a los que hoy la Iglesia ha proclamado Beatos, nos invitan a caminar por la senda del Señor, como hijos de la luz, en el compromiso por anunciar el Evangelio. Sus vidas responden al modelo de santidad cristiana entendida como el mejor empleo de los dones recibidos de Dios”. El cardenal José Saraiva Martins, ha elogiado en su homilía a cada uno de los tres nuevos Beatos.

Carlos de Foucauld, meditando durante la Navidad de 1897sobre el pasaje del Evangelio de San Mateo que ha sido proclamado este domingo, escribía: "se nos pedirá cuenta de todo lo que hemos recibido... Yo recibí mucho más que la inmensa mayoría de los hombres: la conversión, la vocación religiosa, la Trapa, la vida de ermitaño, Nazareth, la comunión diaria, y tantas otras gracias…".

"No creo que haya palabra del Evangelio que me haya impresionado más, ni que haya transformado tanto mi vida como ésta: ‘lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’”. Charles de Foucauld tuvo una influencia notable sobre la espiritualidad del siglo XX y queda, al inicio del tercer milenio, como una referencia fecunda, una invitación a un estilo de vida radicalmente evangélico.

El purpurado ha invitado a acoger el Evangelio en toda su sencillez, evangelizar sin querer imponer, testimoniar a Jesús en el respeto de otras experiencias religiosas, que nuestra vida, como la del bienaventurado Carlos, sea una "proclamación del Evangelio sobre los tejados para gritar que pertenecemos a Jesús".

Refiriéndose a la Beata María Pía Mastena, fundadora en 1936 de la Congregación de las Religiosas del Santo Rostro, el Cardenal Saraiva la ha definido como “la gran artista que supo grabar en si misma la imagen de Cristo, asumiendo, mediante el ejercicio de tantas virtudes, el rostro de los rostros, el mas bello rostro que exista entre los hijos e los hombres”.

María Pía, desde su condición de religiosa, buscaba hacer resplandecer en los rostros deformados por el pecado y la miseria, el de Cristo martirizado en la Cruz pero transfigurado por la gloria del Padre. Este era el proyecto de vida que quiso inculcar en sus hermanas de religión: “Cuando alguien está triste nuestra obligación es devolver la sonrisa a su cara. Esta es nuestra misión: “restablecer el rostro de Cristo en los hermanos”.

De la Beata María Crucificada Curcio, el cardenal Saraiva Martins ha destacado el carisma carmelita de la Misioneras de Santa Teresita del Niño Jesús, cuya Congregación fundó en 1930.

La madre Curcio, como la mujer habilidosa y trabajadora del Libro de los Proverbios, supo “procurarse lana y lino” y trabajarlos con sus propias manos para atender a las necesidades del prójimo hasta convertirlo en “su propia familia”. “Solo pensar en mis hermanos me llenaba el alma de gozo… y con esta ternura que Dios me ha confiado, amó al mundo entero, amó la naturaleza con todas sus bellezas”.

Una fe inexpresiva, que no se traduce en testimonio, se queda como un don inutilizado, ha concluido el Cardenal Saraiva, por eso hemos de poner a trabajar nuestros talentos, para que el Señor nos pueda decir: “siervo bueno y fiel, ven a tomar parte en la gloria del Padre”.







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