El Papa reitera «el firme compromiso de la Iglesia católica en trabajar infatigablemente
en favor de la cooperación entre pueblos, culturas y religiones»
Martes, 8 nov (RV).- Benedicto XVI reitera «el firme compromiso de la Iglesia católica
en trabajar infatigablemente en favor de la cooperación entre los pueblos, las culturas
y las religiones, de forma que puedan descender abundantes gracias y bendiciones celestiales
sobre todos los hijos de Dios». Así se lee en el mensaje que el Papa ha dirigido
al cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para Promoción de la
Unidad de los Cristianos y de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo,
que el mismo Pontífice ha designado para que le represente en la Conferencia Internacional
que se está celebrando en Estambul, sobre el tema «Paz y Tolerancia – Diálogo y Entendimiento
en el Sudeste de Europa, el Cáucaso y Asia Central».
Esta Conferencia - que
se inauguró ayer y finaliza mañana - se propone «promover la colaboración entre las
tres grandes religiones monoteístas, Judaísmo, Cristianismo e Islam, para impulsar
el respeto recíproco y la aceptación mutua, realizando una convivencia pacífica en
un mundo que tan cruelmente ha sufrido, debido a guerras y conflictos», ha señalado
el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, que ha promovido este encuentro
junto con el Rabino Arthur Schneider, presidente de la Appeal of Consciense Foundation,
de Nueva York.
Expresando su cercanía espiritual a los promotores de la cita
de Estambul, el Papa pone de relieve que «los temas de la paz y de la tolerancia son
de vital importancia en un mundo en el que las actitudes intransigentes, suscitan,
a menudo, incomprensiones y sufrimientos, llegando incluso a desencadenar violencias
fatales». Por lo que el diálogo – recomienda Benedicto XVI - es el camino «imprescindible
ante conflictos y tensiones que causan demasiado daño a la sociedad. Sólo por medio
del diálogo se puede esperar que el mundo llegue a ser un lugar de paz y fraternidad».
Haciendo
hincapié en que «todas las personas de buena volunta y, en especial, todos los creyentes,
tienen el deber de ayudar a construir una sociedad pacífica y de superar la tentación
que conduce al enfrentamiento agresivo y sin sentido entre distintas culturas y grupos
étnicos», el Santo Padre recuerda una vez más que «todos los pueblos del mundo tiene
la responsabilidad de aportar su propia contribución a la paz y la armonía, brindando
su propia herencia espiritual y cultural y sus propios valores éticos al servicio
de la familia humana en toda la Tierra».
Metas que se pueden alcanzar sólo
si el respeto de la vida y de la dignidad humana de toda persona se colocan como centro
del desarrollo económico, social y cultural, insiste el Papa, recordando que una sociedad
sana promueve siempre el respeto de los derechos inviolables e inalienables de toda
persona.
«Sin una base moral objetiva, ni siquiera la democracia puede asegurar
una paz estable», recuerda asimismo el Pontífice, evocando las palabras de su predecesor,
en la Encíclica Evangelium Vitae (n.70), que Juan Pablo II dedicó precisamente al
valor y al carácter inviolable de la vida humana. En este contexto, vuelve a reiterar
que «el relativismo moral socava los caminos de la democracia, que de por sí no es
suficiente para garantizar la tolerancia y el respeto entre los pueblos».
Señalando
asimismo la importancia fundamental que representa educar a la paz, impulsando la
reconciliación, el respeto de los derechos de los demás y el diálogo – Benedicto
XVI vuelve a destacar que alcanzar esta meta es responsabilidad y deber de todas
las personas de buena voluntad, pero que «es más urgente aún, para aquellos que honran
a un Dios Único, Padre de todos, cuya misericordia es ofrecida libremente a todos,
que juzga con justicia y que ofrece a todos su vida. Para los cristianos, la generosidad
del Creador es visible en el rostro de Cristo, nuestra paz y nuestra verdadera reconciliación».