2005-11-08 15:41:52

El Papa reitera «el firme compromiso de la Iglesia católica en trabajar infatigablemente en favor de la cooperación entre pueblos, culturas y religiones»


Martes, 8 nov (RV).- Benedicto XVI reitera «el firme compromiso de la Iglesia católica en trabajar infatigablemente en favor de la cooperación entre los pueblos, las culturas y las religiones, de forma que puedan descender abundantes gracias y bendiciones celestiales sobre todos los hijos de Dios». Así se lee en el mensaje que el Papa ha dirigido al cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para Promoción de la Unidad de los Cristianos y de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, que el mismo Pontífice ha designado para que le represente en la Conferencia Internacional que se está celebrando en Estambul, sobre el tema «Paz y Tolerancia – Diálogo y Entendimiento en el Sudeste de Europa, el Cáucaso y Asia Central».

Esta Conferencia - que se inauguró ayer y finaliza mañana - se propone «promover la colaboración entre las tres grandes religiones monoteístas, Judaísmo, Cristianismo e Islam, para impulsar el respeto recíproco y la aceptación mutua, realizando una convivencia pacífica en un mundo que tan cruelmente ha sufrido, debido a guerras y conflictos», ha señalado el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, que ha promovido este encuentro junto con el Rabino Arthur Schneider, presidente de la Appeal of Consciense Foundation, de Nueva York.

Expresando su cercanía espiritual a los promotores de la cita de Estambul, el Papa pone de relieve que «los temas de la paz y de la tolerancia son de vital importancia en un mundo en el que las actitudes intransigentes, suscitan, a menudo, incomprensiones y sufrimientos, llegando incluso a desencadenar violencias fatales». Por lo que el diálogo – recomienda Benedicto XVI - es el camino «imprescindible ante conflictos y tensiones que causan demasiado daño a la sociedad. Sólo por medio del diálogo se puede esperar que el mundo llegue a ser un lugar de paz y fraternidad».

Haciendo hincapié en que «todas las personas de buena volunta y, en especial, todos los creyentes, tienen el deber de ayudar a construir una sociedad pacífica y de superar la tentación que conduce al enfrentamiento agresivo y sin sentido entre distintas culturas y grupos étnicos», el Santo Padre recuerda una vez más que «todos los pueblos del mundo tiene la responsabilidad de aportar su propia contribución a la paz y la armonía, brindando su propia herencia espiritual y cultural y sus propios valores éticos al servicio de la familia humana en toda la Tierra».

Metas que se pueden alcanzar sólo si el respeto de la vida y de la dignidad humana de toda persona se colocan como centro del desarrollo económico, social y cultural, insiste el Papa, recordando que una sociedad sana promueve siempre el respeto de los derechos inviolables e inalienables de toda persona.

«Sin una base moral objetiva, ni siquiera la democracia puede asegurar una paz estable», recuerda asimismo el Pontífice, evocando las palabras de su predecesor, en la Encíclica Evangelium Vitae (n.70), que Juan Pablo II dedicó precisamente al valor y al carácter inviolable de la vida humana. En este contexto, vuelve a reiterar que «el relativismo moral socava los caminos de la democracia, que de por sí no es suficiente para garantizar la tolerancia y el respeto entre los pueblos».

Señalando asimismo la importancia fundamental que representa educar a la paz, impulsando la reconciliación, el respeto de los derechos de los demás y el diálogo – Benedicto XVI vuelve a destacar que alcanzar esta meta es responsabilidad y deber de todas las personas de buena voluntad, pero que «es más urgente aún, para aquellos que honran a un Dios Único, Padre de todos, cuya misericordia es ofrecida libremente a todos, que juzga con justicia y que ofrece a todos su vida. Para los cristianos, la generosidad del Creador es visible en el rostro de Cristo, nuestra paz y nuestra verdadera reconciliación».







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