2005-11-01 15:39:55

Solemnidad de Todos los Santos


Martes, 1 nov (RV).- El 15 de agosto del 608 fue consagrado obispo de Roma un monje benedictino originario de los Abruzos, con el nombre de Bonifacio IV. Con motivo de su elevación al solio pontificio recibió un presente importante del emperador de Oriente Focas: el regalo no era otro que el Panteón construido por Agripa en honor de todos los dioses romanos. Es un templo de planta circular coronado por una impresionante cúpula, que en el año 609, Bonifacio IV consagró a «Santa María de los Mártires», en memoria de todos los que habían derramado su sangre por dar testimonio del único Dios. Se instituyó entonces la fiesta de Todos los Santos. El Padre Juan José Fernández Ibáñez, de la da Compañía de Jesús, nos ofrece unas reflexiones sobre esta solemnidad: RealAudioMP3

Santos, los que han cruzado la meta y al alcanzado el premio a que Dios nos llama desde lo alto, en Cristo Jesús. Los que han cruzado la meta, así lo dice San pablo en la carta a los filipenses, los que han llegado a la plenitud, después de haber hecho su carrera en la dirección correcta. Todos los pueblos y ciudades tienen su santo patrón, el modelo imitar porque han hecho bien lo que tenían que hacer. A estos santos, gentes, humanos de nuestras tierras, es a quienes saludamos en este día grande para la Iglesia.

 
De la Tierra al cielo, del trabajo y la profesión a la obra coronada, de la vida con minúscula a la Vida perfecta, de los caminos angostos a las playas inmensas de la Creación celeste, del peregrinar terreno al peregrinar eterno, porque nadie ha dicho que el cielo sea una realidad estática. El Dios infinito del amor es sorpresa constante para los que se han entregado a Él por amor. Son los que han realizado en su vida la imagen de Dios:
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.  Y los bendijo Dios. Y vio Dios que todo lo que había hecho, era bueno muy bueno.
"Todos los cristianos de cualquier condición y estado...son llamados por el Señor a la santidad", dice el Concilio Vaticano II en la constitución Lumen Gentium. Plenitud de la vida cristiana, en perfecta unión con Cristo, fuente de toda gracia y santificación, e iniciador y consumador de la santidad, que nos ha dicho: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5,48).

 
Sed limpios de corazón, sin doblez, misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto, sinceros, veraces y leales, sin mentiras ni trampas, pobres por el Reino, sufridos, hambrientos y sedientos de justicia, trabajadores por la paz, aunque os insulten y os persigan... porque vuestro es el Reino de los cielos. Estos son los santos del Evangelio, según carismas tan dispares como son las situaciones de esta tierra. Estad alegres y contentos, porque habéis llevado el mundo a su plenitud en vuestra vida, y Dios, el Padre que ama os dirá: “Este es mi hijo muy amado, en quien me complazco" (Mt 3,17).

 
San Juan de la Cruz, nos lo cuenta así:
"¡Dios ocupado en halagar, acariciar y causarle deleite al alma como si fuera una madre que amamanta a sus hijos, dándoles vida de su misma vida, mientras los besa y los llena de ternuras!"
Y se cumple lo de Isaías: "Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo" (Is 66,12). La promesa, la profecía, es realidad en la fiesta de todos los santos







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