Benedicto XVI condena enérgicamente “la difundida cultura hedonista y mercantil que
promueve la sistemática explotación de la sexualidad”
Viernes, 28 oct (RV).- Compromiso por la justicia en favor de los migrantes e invitación
a la caridad y al diálogo. Son los puntos principales del mensaje de Benedicto XVI
para la 92 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiato 2006 que se celebrará el próximo
15 de enero.
Benedicto XVI ha escrito un mensaje con motivo de la 92º Jornada
mundial del Migrante y del Refugiado 2006, que se celebrara el próximo 15 de enero
sobre el tema: “Migraciones: signo de los tiempos”. Mensaje que ha sido presentado
hoy en la Oficina de prensa de la Santa Sede, por el presidente del dicasterio, cardenal
Stephen Fumio Hamao y por el secretario Mons. Agostino Marchetto.
El Santo
Padre reconoce que hoy las migraciones son un fenómeno de nuestro tiempo que está
cambiando la configuración del mundo, fenómeno provocado por el poderoso empuje de
la globalización. Las migraciones están adquiriendo un importante papel sobre todo
en el campo laboral, pero en ellas confluyen distintas componentes, según sean migraciones
internas o internacionales, forzadas o voluntarias, legales o irregulares, sujetas
estas últimas sobre todo a la plaga del tráfico de seres humanos.
Respecto
a los que emigran por motivos económicos, Benedicto XVI pone de relieve la feminización
del fenómeno: el hecho de que cada vez sean más las mujeres que emigran y que lo hagan
siempre más de manera autónoma. La mujer emigrante, además, se convierte a menudo
en la fuente principal de rédito para la propia familia. Pero la presencia femenina
se registra principalmente en los sectores que se ofrecen salarios más bajos. Así
pues, si los trabajadores migrantes son, de por sí, vulnerables en el campo laboral,
las mujeres lo son todavía más. Los empleos más frecuentes son en el ámbito doméstico,
en la asistencia a los ancianos, a los enfermos y en las tareas de los servicios de
hostelería. Campos en los que los cristianos -dice el Papa- están llamados a dar
prueba de un justo trato, respeto y reconocimiento de iguales derechos tanto a las
mujeres como a los hombres migrantes.
El Santo Padre explica que en este contexto
resulta un deber mencionar el tráfico de seres humanos, sobre todo de mujeres. En
algunos casos las víctimas son jóvenes destinadas a trabajar como verdaderas esclavas,
y a menudo, explotadas también en la industria del sexo. Benedicto XVI, como anteriormente
hizo Juan Pablo II, condena enérgicamente “la difundida cultura hedonista y mercantil
que promueve la sistemática explotación de la sexualidad”, y donde existe “un programa
de redención y liberación al que los cristianos no pueden eximirse.
Benedicto
XVI dedica también un espacio para hablar de otra categoría, la constituida por los
refugiados y los que migrantes que piden asilo político. En general, afirma el
Papa, “se observa el problema desde el punto de vista de su ingreso y no se cuestiona,
en cambio, sobre las razones de la fuga de sus países de origen”. “La Iglesia observa
todo este mundo de sufrimiento y de violencia con los ojos de Jesús. Esperanza, valentía,
amor y fantasía de la caridad deben inspirar el necesario compromiso humano y cristiano
en el auxilio de estos hermanos y hermanas nuestras.”