2005-10-26 13:05:21

Seguimos tus huellas


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4.- El corazón inquieto del hombre

Para poder comprender, hablar y enseñar el cristianismo, es decir, hacer una buena catequesis, es necesario haber comprendido antes qué y quién es el hombre. A esta pregunta, sobre quién es el hombre, responden los distintos humanismos. "Humanus" es el adjetivo del "Homo" latino. Pero hay humanismos para todos los gustos. Podemos decir que hoy preocupa el tema del hombre, menos mal, aunque para ciertos sectores sea un tema secundario.

Existe un libro que se titula "Las nuevas realidades" y comienza diciendo que ni los políticos cuando hablan de política, ni los economistas cuando hablan de economía, o las diferentes ciencias, ninguna de ellas toma lo suficientemente en cuenta al hombre. Y el autor propone, si no quieren fracasar como ciencias, que vigilen las verdaderas apetencias de lo humano. Es decir, para que la economía no fracase ha de humanizarse. Para que la ciencia vaya por buen camino, hay que analizar el corazón del hombre, no sea que nos vuelva a pillar el átomo, como en Hiroshima. Y cuando se trata de política, hay que tener cuidado con la propaganda fácil de los partidos. Y cuando se trata de religión, hay que tener mas cuidado todavía. ¡Menos devociones y prejuicios religiosos y más hombre, porque Dios está en el corazón del hombre. "Lo que hagáis a uno de mis pequeños a mí me lo hacéis" , enseñaba Jesucristo. Repito, menos prejuicios religiosos y más hombre.

A propósito de los prejuicios: hay quien dice que se entiende directamente con Dios, mientras aplasta al hombre. Miente acerca de Dios y del hombre. Sin embargo, hay quien dice que de Dios no entiende nada, pero ama a su hermano, ese conoce a Dios de verdad, porque ama a su hermano. Por eso las religiones han de tener en cuenta esta verdad. Claro que Dios existe, Dios lo es todo pero a él accedemos a través del hombre.

En una palabra, y para comenzar: el cristianismo ha de hacerse más humano. Volvamos a la pregunta. ¿Quién es el hombre, para un cristiano? El hombre es, en primer lugar, aquel que necesita conocer a Dios, pero no como nos lo presentaban el siglo pasado... Dios es siempre el mismo, pero como no deja de irradiar colores... necesitamos saber de El hoy, en nuestra época.

A Abraham Dios se le presentó a través de tres jóvenes con forma de ángeles, a Moisés en forma de zarza ardiendo, a Elías en forma de carro de fuego... Dios tiene mil presencias, y siempre sorprendentes. Bueno, pues queremos hablar el hombre de Dios hoy, pero sabiendo que es el mismo hombre el lugar donde le podemos encontrar.

He aquí por qué las religiones, que hablan tanto de Dios, muchas veces lo que hacen es oprimir al hombre, incluso religiones como la católica y cristiana. Pensemos en nosotros mismos, cumplimos con la religión y aplastamos a los demás. ¿Se puede ser cristiano e ir por la vida arrasando?

El cristiano es aquel que lleva a Dios en todas las rendijas de su ser y si no, no lo es, por muy cumplidor que sea. Es el hombre quien nos lleva de la mano hasta Dios, porque "quien dice que conoce a Dios y no lo hace a través de su hermano, miente, se engaña a sí mismo" .

El hombre es el lugar donde se habla con Dios, pero también es el lugar donde se le encuentra. Esto significa que hay que renovar muchas de nuestras ideas sobre Dios. “El hombre nuevo” de que hablaba Jesucristo, “nacer de nuevo”. Para los que no quieran novedades, habría que recordarles al gran teólogo del concilio Vaticano II, el Padre Karl Rahner. Decía el Padre Rahner que el cielo no es un punto de llegada sino de partida, porque sólo allí es donde empezará la novedad que deseamos. Tendríamos decir que sí, que lo que nos importan son las novedades, si esto lo entendiéramos bien, porque el hombre es un incansable necesitado de lo nuevo.

Que el hombre necesite novedades lo manifiesta el cansancio de la rutina diaria, pero al mismo tiempo, la necesidad de lo nuevo es lo que viene a demostrar que somos infinitos. Dentro de un billón de años todavía estaremos comenzando. Lo nuevo es nuestra herencia. Ahora nos estamos iniciando en lo nuevo, y en el cielo caminaremos de novedad en novedad. Este es el destino del hombre: aspirar a lo eternamente nuevo.

Incluso habría que decir que no desear novedades sería como matarse a sí mismo, sería anclarse en el inmovilismo. Esto ha de quedar muy claro para entender, y sobre todo para vivir, el cristianismo. El hombre que no admite que le toquen nada, que ya tiene a Dios, ese ya ha llegado, ese está muerto, porque el hombre no llega nunca. Los que añoran la religión de sus abuelos, están fosilizados. Cristo predicaba que Dios no es un Dios de muertos sino de vivos. ¿Estamos vivos nosotros? Una señal de que estamos vivos es que hoy no somos como ayer, necesitamos el futuro esplendoroso que Dios nos tiene preparado.







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