El Papa preside en la Basílica de San Pedro las exequias del cardenal Giuseppe Caprio
Martes, 18 oct (RV).- Presidiendo el solemne funeral del cardenal Giuseppe Caprio,
el Papa destaca la serena confianza en Cristo-Eucaristía y la devoción a la Virgen
María que caracterizó la vida del purpurado, en especial en los momentos más difíciles,
cuando fue expulsado de China.
Benedicto XVI ha presidido esta mañana, en la
Basílica de San Pedro, las solemnes exequias del cardenal Giuseppe Caprio, que falleció
el pasado sábado y que pronto cumpliría 91 años de edad. Evocando la larga peregrinación
terrenal de este purpurado italiano - cuyo lema episcopal era «Paz en la virtud»
- el Papa ha puesto de relieve en su homilía la serena confianza en Cristo y la devoción
a la Eucaristía que caracterizó la vida del cardenal fallecido, en especial en los
momentos más difíciles.
Recordando la misión desarrollada por el cardenal Caprio
en el servicio diplomático de la Santa Sede - habiendo sido enviado de Roma a Nanquín,
Bruselas, Saigón, Taipei, Nueva Delhi, para volver nuevamente a Roma – el Pontífice
ha recordado, en particular, las pruebas que sufrió el purpurado en China: “La presencia
de Cristo resucitado fue ciertamente su consuelo en los momentos más difíciles, en
particular, durante el periodo de arresto domiciliario en la nunciatura en Nanquín,
en 1951, y la sucesiva expulsión de China. En su testamento escribe: ‘Elevo mi pensamiento
agradecido y devoto al Sumo Pontífice, que me ha concedido el insigne honor de representarle
en tantos países y a quien he servido siempre con fidelidad y amor filial’ ¿Acaso
no fue de la Eucaristía que el cardenal Caprio supo tomar la energía espiritual para
aceptar día tras día la misión encomendada por sus superiores y para cumplirla con
amor hasta el fin?
Recordando luego los importantes cargos desempeñados por
el purpurado fallecido en la Sede Apostólica - entre ellos el de Sustituto de la Secretaría
de Estado y de presidente de la Administración del Patrimonio - Benedicto XVI ha subrayado
que el cardenal Giuseppe Caprio se destacó también por su «visión de conjunto de los
problemas de la Iglesia y su preocupación constante en considerar los aspectos administrativos
en su relación con los intereses superiores, en plena adhesión al espíritu del Concilio
Vaticano II».
El Santo Padre ha ido citando a lo largo de su homilía algunas
partes del testamento espiritual del cardenal Caprio. Como la acción de gracias del
mismo purpurado a la Santísima Trinidad por haber nacido y crecido en una «familia
pobre en medios materiales, pero rica en virtudes cristianas». Gratitud a Dios por
haberle llamado al sacerdocio y entrega a la Virgen de Pompeya, a la que encomienda
su alma para que presentándola a su Hijo Jesucristo le obtenga el perdón y la misericordia.