Sínodo: Intervención del secretario general, mons. Nikola Eterovic
Lunes, 3 oct (RV).- Intervención del secretario general, mons. Nikola Eterovic
Discurso
completo
La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la
Iglesia Relación del Secretario General en la XI Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos
Padre Santo: Eminentísimos y Excelentísimos padres: Queridos
hermanas y hermanos:
Por primera vez en calidad de Secretario General del Sínodo
de los Obispos tengo el honor de dirigir la palabra a los miembros de esta ilustre
Asamblea, saludando con mucho gusto a todos los presentes con las palabras del apóstol
San Pablo: “Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo”
(1 Co 1, 3).
Dirijo un saludo deferente al Santo Padre Benedicto XVI que preside
la primera Asamblea del Sínodo de los Obispos de Su pontificado. Al mismo tiempo,
doy gracias a Su Santidad por haber confirmado la convocatoria de la presente asamblea
sinodal y por haber seguido de cerca la preparación de la misma. En nombre de todos
los padres sinodales le agradezco de antemano Su presencia y cada valiosa aportación
al desarrollo de los trabajos que tienen como objetivo promover la vida y la misión
de la Iglesia universal, en el signo de la Eucaristía.
Saludo cordialmente
a los 256 miembros de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos,
de los cuales 177 son elegidos, 40 de nombramiento Pontificio y 39 ex officio y 10
Superiores Generales. Entre ellos hay 55 cardenales, 8 patriarcas, 82 arzobispos,
123 obispos y 12 religiosos. En cuanto a los encargos asumidos, hay 36 Presidentes
de Conferencia Episcopal, 234 Ordinarios, 4 Coadjutores, 14 Auxiliares y 4 Eméritos. Los
padres sinodales mencionados proceden de todos los continentes, en particular, 50
de África, 59 de América, 44 de Asia, 95 de Europa y 8 de Oceanía.
Les estoy
agradecido porque han acogido mi invitación, dirijo mi deferente pensamiento a los
Delegados fraternos, representantes de 12 Iglesias y comunidades eclesiales.
Extiendo
mis más sentidos saludos a los Oyentes, a los Expertos, a los Asistentes, a los Traductores
y al personal técnico, sin cuya colaboración no se podrían desarrollar adecuadamente
los trabajos. Finalmente, dirijo un saludo especial y expreso mi agradecimiento a
los generosos Colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, cuya
labor me ha sido de gran apoyo para mí en mi primera experiencia sinodal.
Con
el Apóstol de las Gentes a todos deseo la gracia y la paz, dones con los que Dios
Uno y Trino bendecirá nuestros trabajos colegiales para bien de la Iglesia y de la
humanidad.
La presente relación consta de VI partes:
I) Consideraciones
preliminares;
II) Período entre la X y la XI Asamblea General Ordinaria;
III)
Preparación de la XI Asamblea General Ordinaria; IV) Novedades en la metodología
sinodal;
V) Actividad de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos;
VI)
Conclusión.
I) Consideraciones preliminares
“Con ansia he deseado comer
esta Pascua con vosotros, antes de padecer” (Lc 22, 15). Con estas palabras pronunciadas
durante la última cena, Jesucristo introdujo la narración de la institución del sacramento
de la Eucaristía. Los tres Evangelios sinópticos coinciden en el significado de las
palabras pronunciadas sobre el pan y el vino que, por la gracia del Espíritu Santo,
se convirtieron en el cuerpo y la sangre del Señor Jesús (cf. Mt 26, 26-28; Mc 14,
22-25; Lc 22, 14-20). Las palabras fueron acompañadas por gestos concretos: “Jesús
tomó pan y lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos” (Mt 26,26). Tales palabras
y gestos indican claramente la voluntad de Jesucristo de instituir la Eucaristía en
el ámbito de la cena pascual judía, prefiguración de su muerte y resurrección, anticipo
del banquete escatólogico de las bodas del Cordero inmolado. En la narración del Evangelista
Juan (cf. Jn cap 6) se hace aún más evidente que Jesús de Nazareth estaba preparando
desde hacía tiempo el gran sacramento. En efecto, Él se presentó a la gente, casi
al comienzo de la actividad pública, como el pan vivo, bajado del cielo por la vida
del mundo (cf. Jn 6, 51).
La Eucaristía que Jesucristo instituyó en presencia
de los apóstoles, reunidos con él alrededor de la mesa, está vinculada de manera inseparable
a la Iglesia, desde el principio hasta el fin de los tiempos. Por expresa voluntad
del Señor “Haced esto en memoria mía” (1 Co 11, 24), el sacramento de la Eucaristía,
celebrado en la Iglesia, tenía que ser transmitido de generación en generación, como
la herencia más valiosa, como el Testamento del amor del Señor Jesús. Se trata de
sagrada Tradición, como testimonia San Pablo en la Primera Carta a los Corintios (cf.
1 Co 11, 23- 26), que por la divina Providencia ha llegado en su pureza original hasta
nuestros días. Debemos dar gracias continuamente a Dios Uno y Trino por tan inestimable
gracia, porque la Eucaristía, gran don y misterio, continúa celebrándose, es adorada
y vivida en la Iglesia. Ella representa el corazón de la Iglesia, la fuente y la cumbre
de su vida y de su actividad de Evangelización y de promoción humana.
Herencia
espiritual del Papa Juan Pablo II
El tema de la XI Asamblea General Ordinaria
del Sínodo de los Obispos centrado en la Eucaristía fue querido por el Papa Juan Pablo
II de v. m. Aquéllos que conocen bien su obra y su misión eclesial no pueden dejar
de percibir referencias significativas del Siervo de Dios al ejemplo del único Maestro
y Señor Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre.
De hecho, el redescubrimiento
de la Eucaristía, celebrada y vivida adecuadamente en la Iglesia, parece ser también
el contenido del Testamento espiritual del Papa Juan Pablo II. Advirtiendo que se
acercaba su hora, él, con el Espíritu del Señor, intentó concentrar sus energías en
lo esencial, es decir, en el Santísimo Sacramento. La admirable presencia del Señor
glorioso bajo las especies del pan y el vino fue el sostén de su fe viva, la fuente
de la gran esperanza y la razón de la incisiva caridad. Se trató de una experiencia
madurada sobre todo durante 59 años de sacerdocio, de los cuales 44 vividos como Obispo,
que impulsó al difunto Pontífice a volver a proponer el tema de la Eucaristía a la
reflexión de la Iglesia universal. Su última encíclica fue Ecclesia de Eucharistia.
Su penúltima Carta Apóstolica es Mane nobiscum Domine. La última iniciativa pastoral
a nivel de la Iglesia universal es el Año de la Eucaristía. En esta perspectiva no
sorprende que también la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos tenga
por tema la eucaristía. Con su celebración se cerrará el Año de la Eucaristía. El
Papa Juan Pablo II comenzó la preparación de la XI Asamblea General Ordinaria y su
sucesor, el Santo Padre Benedicto XVI, la concluirá. El anuncio de la presencia de
Jesucristo en la Eucaristía, Testamento de su amor divino, sigue siendo la fuente
inagotable de la vida y de la misión de la Iglesia. La experiencia de fe eucarística
del Siervo de Dios Juan Pablo II, que nos legó como su herencia espiritual, no dejará
de influir de manera positiva también en los tareas de la asamblea sinodal que empieza
sus trabajos.
En la elección del tema de la XI Asamblea General Ordinaria
se puede percibir también una intuición profética del Papa Juan Pablo II. Él quiso
favorecer la reflexión a nivel de la Iglesia Católica respecto de la praxis eucarística,
verificando cómo se aplican en las Iglesias particulares los grandes pronunciamientos
del Magisterio relativos al sublime Sacramento de la presencia verdadera, real y sustancial
de Jesucristo resucitado en la Eucaristía, fuente de la unidad y de la comunión eclesial.
Deseaba comprobar cómo se percibe y se vive el sacramento de la Eucaristía y qué influencia
tiene en la vida de los fieles, de las familias, de las comunidades y de toda la sociedad.
Su intención de fondo era además la de promover la Eucaristía, don inestimable de
Dios a su Iglesia, a través de una catequesis apropiada a todos los niveles, un renovado
culto litúrgico, un servicio de la caridad reforzado, que tiene como fuente permanente
el pan partido por nosotros los hombres y el vino derramado por nuestra salvación.
II)
Actividad entre la X y la XI Asamblea General Ordinaria
Recuerdo del Emmo.
Card. Jan Pieter Schotte
Evocando en esta asamblea colegial la herencia espiritual
del Papa Juan Pablo II es necesario, con ánimo agradecido al Señor, recordar también
a uno de sus colaboradores más cercanos, el Eminentísimo Sr. Card. Jan Pieter Schotte,
C.I.C.M., que durante casi 19 años fue Secretario General del Sínodo de los Obispos.
Durante dicho período el Emmo. Purpurado realizó valiosos servicios eclesiales. En
especial, organizó 12 Asambleas sinodales, de las cuales 4 (1987; 1990; 1994; 2001)
Asambleas Generales Ordinarias, 1 (en 1985) Asamblea General Extraordinaria y 7 Asambleas
Especiales (en 1991 I para Europa; en 1994 para África; en 1995 para el Líbano; en
1997 para América; en 1998 para Asia; en 1998 para Oceanía; en 1999 II para Europa).
El Eminentísimo Señor Card. Jan Pieter Schotte inició además la preparación de la
XI Asamblea General Ordinaria. Menos de un mes antes de que el Señor de la vida lo
llamara ante sí el 10 de enero de 2005, el Papa Juan Pablo II me nombró el 11 de febrero
de 2004 para sucederle como Secretario General del Sínodo de los Obispos. También
esta sucesión se realizó bajo el signo del misterio de la Eucaristía, tema de la XI
Asamblea General Ordinaria, pues le sustituí mientras el camino sinodal se había ya
puesto en movimiento, ciertamente insertado en una tradición bien consolidada y con
resultados muy positivos.
De hecho, el Eminentísimo Señor Card. Jan Pieter
Schotte, terminada felizmente la X Asamblea General Ordinaria, que sobre el tema El
Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo se celebró
del 30 de septiembre al 27 de octubre de 2001, comenzó, en estrecha unión con el Sumo
Pontífice, a preparar la próxima XI Asamblea General Ordinaria.
Antes de la
conclusión de la X Asamblea General Ordinaria, el 26 de octubre de 2001, el Emmo.
Card. Secretario General presidió la primera reunión del X Consejo Ordinario, apenas
constituido, relevando que 6 padres sinodales participaban por primera vez en ese
organismo colegial. Una vez profundizado el conocimiento mutuo, se les indicó a los
miembros las tareas del Consejo Ordinario según las normas vigentes del Sínodo de
los Obispos. Especialmente, se afirmó que el Consejo está llamado a mantener vivo
el espíritu colegial de la asamblea sinodal y a proponer nuevamente el contenido de
las Proposiciones, resultado preeminente del Sínodo de los Obispos, en un documento
que será sometido al Santo Padre en vista de la publicación de la Exhortación post-Sinodal.
El
X Consejo Ordinario se reunió 8 veces desde febrero de 2002 hasta noviembre de 2004.
En particular, la segunda reunión tuvo lugar del 6 al 8 de febrero de 2002, la tercera,
en los días 13 y 14 de junio de 2002, la cuarta del 5 al 7 de noviembre, la quinta
del 26 al 27 de marzo de 2003, la sexta del 1 al 2 de julio de 2003, la séptima del
23 al 24 de octubre de 2003 y la octava en los días 16 y 17 de noviembre de 2004.
Las
primeras 4 reuniones se concentraron casi exclusivamente en la reelaboración del material
de la X Asamblea General Ordinaria, en vista de la redacción de la Exhortación post-Sinodal
Pastores gregis que el Papa Juan Pablo II firmó y promulgó el 16 de octubre de 2003,
con ocasión del XXV aniversario del Pontificado. Del solemne acto que tuvo lugar en
el aula Pablo VI, en presencia de numerosos peregrinos, participaron los tres Presidentes
Delegados: los Eminentísimos Señores Cardenales: Giovanni Battista Re, Ivan Dias y
Bernard Agré, el Relator General, Eminentísimo Sr. Card. Edward Egan y el Relator
General Adjunto, Eminentísimo Sr. Card. Jorge Mario Bergoglio, el Secretario General,
Eminentísimo Sr. Card. Jan Pieter Schotte, el Secretario Especial, Excelentísimo Mons.
Marcello Semeraro. Junto al Papa Juan Pablo II se encontraban el Decano del Colegio
de los Cardenales, Eminentísimo Sr. Card. Joseph Ratzinger y el Secretario de Estado,
Eminentísimo Sr. Card. Angelo Sodano. El Sumo Pontífice entregó simbólicamente el
documento a los tres Presidentes Delegados, a los dos Relatores Generales, al Secretario
Especial y a cinco obispos, uno de cada continente.
Mientras tanto, a comienzos
del año 2003, el Emmo. Secretario General envió la Relatio circa labores peractos
de la X Asamblea General Ordinaria a las Instituciones que tienen derecho a ella.
En el documento están indicados, entre otros, los siguientes datos estadísticos: en
la asamblea sinodal participaron 247 miembros, de los cuales 175 elegidos, 35 de nombramiento
Pontificio y 37 ex officio. La X Asamblea General Ordinaria tuvo 25 Congregaciones
generales, 17 sesiones de los Círculos menores. Los padres aprobaron 67 Propositiones.
III)
Preparación de la XI Asamblea General Ordinaria
Tema de la XI Asamblea General
Ordinaria
El tema y la fecha de la celebración de la XI Asamblea General Ordinaria
fueron objeto de discusión en varias ocasiones.
Al término de la X Asamblea
General Ordinaria los padres sinodales expresaron su parecer acerca del argumento
de la próxima asamblea sinodal. Además, por encargo del Papa Juan Pablo II, la Secretaría
General del Sínodo de los Obispos consultó al respecto también a las Conferencias
Episcopales, a los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, a los Dicasterios
de la Curia Romana, a la Unión de los Superiores Generales. Los resultados fueron
examinados durante la tercera reunión del X Consejo Ordinario en los días 13 y 14
de junio de 2002. A la luz de los resultados obtenidos, los miembros del Consejo han
preparado los tres temas que serán sometidos a la decisión del Sumo Pontífice. En
primer lugar estaba el tema de la Eucaristía en la vida y en la misión de la Iglesia. Durante
la sucesiva quinta reunión del X Consejo Ordinario, el 26 de marzo de 2003, el Emmo.
Card. Secretario General informó a los miembros que el Papa Juan Pablo II había escogido
el tema de la Eucaristía para la próxima XI Asamblea General Ordinaria, recomendando
centrarse especialmente en la parroquia en relación al ministerio y culto eucarístico.
Por lo tanto, se concretó el tema sobre La Eucaristía come fuente y cumbre de la vida
y de la misión de la Iglesia y se empezó a reflexionar acerca de las ideas fundamentales
de los Lineamenta, documento cuyo objetivo es el de favorecer la discusión sobre el
argumento de la asamblea sinodal, a nivel de la Iglesia universal.
Elaboración
de los Lineamenta
La sexta reunión del Consejo Ordinario de la Secretaría General
del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar los días 1 y 2 de junio de 2003, fue dedicada
a examinar los borradores de los Lineamenta. Como de costumbre, el texto fue objeto
de estudio en dos grupos de trabajo, divididos por idioma, italiano e inglés. En el
encuentro conjunto se alcanzó el consenso acerca de la estructura y las modificaciones
que debían ser aportadas al proyecto. El trabajo procedió con buenos resultados en
la reunión del 23 y 24 de noviembre de 2003, de manera que los Lineamenta, enriquecidos
por las respuestas que iban llegando, se pudieron publicar en el mes de febrero del
año 2004.
La discusión en el seno del X Consejo Ordinario fue seguida con
gran interés por el Papa Juan Pablo II quien, en la audiencia concedida el 29 de noviembre
de 2003 al Emmo. Secretario General Card. Jan Pieter Schotte, aprobó definitivamente
el tema de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos “Eucharistia:
fons et culmen vitae et missionis Ecclesiae”. La fecha prevista de la celebración
era la del 2 al 29 de octubre de 2005. Con Despacho del 18 diciembre de 2003, el
Eminentísimo Sr. Card. Angelo Sodano, Secretario de Estado, comunicó oficialmente
al Emmo. Secretario General del Sínodo de los Obispos la mencionada decisión del Papa
Juan Pablo II. Por lo tanto, el 13 de febrero de 2004 fueron publicados en L’Osservatore
Romano el tema y la fecha de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Obviamente,
el Sumo Pontífice siguió también de cerca la redacción de los Lineamenta, cuyo texto
se estaba escribiendo en 8 idiomas: latín, italiano, francés, español, portugués,
inglés, alemán y polaco. El documento, publicado en el mes de febrero de 2004, en
primer lugar fue enviado a las Instituciones que tenían derecho a recibirlo: Conferencias
Episcopales, Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, Dicasterios de
la Curia Romana, Unión de los Superiores Generales. Luego se le dio una más amplia
difusión a través de los medios de comunicación social en toda la Iglesia universal.
Al final del Documento había un Cuestionario que debía ayudar, por un lado, a reflexionar
sobre la Eucaristía, insigne Sacramento de nuestra fe, y, por otro, a redactar las
respuestas que había que hacer llegar a la Secretaría General del Sínodo de los Obispos
antes del 31 de diciembre de 2004.
Preparación del Instrumentum laboris
Los
Lineamenta fueron recibidos de manera muy positiva, como resulta también del número
de respuestas y observaciones que han llegado. Al respecto puede ser útil indicar
los datos estadísticos relativos a las respuestas a los Lineamenta de los últimos
Sínodos, con especial atención a las instituciones de naturaleza colegiada, como son
las Conferencias Episcopales y los Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales
Católicas sui iuris. Respuestas de las Conferencias Episcopales destinadas a las
diversas Asambleas Generales Ordinarias: 1974 De evangelizatione 75,38% 1977
De catechesi 67,18% 1980 De familia 50,37% 1983 De reconciliatione et paenitentia
42,75% 1987 De christifidelibus laicis 59,85% 1990 De formatione sacerdotum
63,94% 1994 De vida consecrata 66,05% 2001 De episcopo 62,50% 2005 De Eucharistia
94,69%.
Vale la pena señalar que para esta Asamblea sinodal, por lo que se
refiere a los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, el porcentaje
de las respuestas ha sido del 73 %[1].
Los Dicasterios de la Curia Romana han
respondido en su totalidad. También ha llegado preparada y bien elaborada la respuesta
de la Unión de los Superiores Generales.
La Secretaría General del Sínodo de
los Obispos ha recibido además 110 observaciones individuales por parte de obispos,
sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de todo el mundo.
El alto porcentaje
de las respuestas y observaciones es muy significativo. En particular, se deben señalar
las respuestas de aproximadamente el 95 % de las Conferencias Episcopales, el más
alto para una Asamblea General Ordinaria[2]. Tales datos estadísticos indican claramente
el gran interés de las Iglesias particulares y de otras instituciones eclesiales por
el tema de la actual asamblea sinodal. Al mismo tiempo, son indicio de sus expectativas
relativas a la influencia del Sínodo de los Obispos en la vida de la Iglesia y de
su misión en el mundo. Además, en las respuestas se percibe que los Lineamenta han
favorecido la reflexión, a menudo bien organizada, sobre la percepción y la celebración
de la Eucaristía en las respectivas diócesis, parroquias, instituciones, organizaciones
y comunidades eclesiales. La vasta discusión, acompañada por la oración, ha sido una
ayuda notable para las Iglesias locales al fin de verificar el grado de inteligencia
del sacramento de la Eucaristía, la frecuencia de la participación en las celebraciones
eucarísticas, sobre todo los domingos y los días de precepto, las consecuencias de
la fe eucarística en la vida personal, familiar y social. Varias Diócesis han aprovechado
de esta ocasión para tener datos más precisos sobre la praxis de la fe de los propios
fieles, como así también para promover tanto una acción de catequesis con el objetivo
de favorecer un mayor conocimiento del misterio del Santísimo Sacramento y como varias
formas de celebración y de adoración
En otros lugares, en cambio, se ha encargado
a una Comisión de la Conferencia Episcopal la redacción a la respuesta a los Lineamenta,
delimitando la discusión eclesial sobre el tema. Ha existido menos reflexión cuando
quienes han respondido al Cuestionario han sido los expertos encargados por algunas
Conferencias Episcopales. En todo caso, los datos que han llegado a la Secretaría
General han sido muy útiles para tener un panorama bastante fiel acerca de cómo se
percibe y se celebra el sacramento de la Eucaristía en la Iglesia universal con características
propias según las Tradiciones espirituales, los diversos ritos y las particulares
características geográficas y culturales.
Las respuestas provenientes de entidades
de índole colegiada y de fieles a título personal, conforman un abundante material
que ha sido debidamente estudiado. Gracias a la ayuda de algunos expertos y bajo la
responsabilidad de la Secretaría General, también dicho material ha sido incorporado
y sintetizado en el Instrumentum laboris.
En la redacción de este documento,
el X Consejo Ordinario ha tenido un papel importante. En la reunión del 15 al 16 de
noviembre de 2004 se decidió el esquema del Documento, teniendo en cuenta la naturaleza
de las respuestas y de las observaciones recibidas. El Papa Juan Pablo II recibió
en Audiencia a los miembros del X Consejo Ordinario el 16 de noviembre, estimulando
su trabajo al servicio de la Iglesia universal, “que obtiene de la Eucaristía las
energías vitales para su presencia y su acción en la historia de los hombres” (L’Osservatore
Romano, 17 de noviembre de 2004, p. 5).
Al respecto, cabe recordar que llegaron
no pocas respuestas después de la fecha indicada del 31 de diciembre de 2004. Sin
embargo, también éstas han sido tenidas en cuenta con la debida consideración durante
el laborioso y delicado trabajo de redacción del Instrumentum laboris. El Secretario
General ha presentado el documento el 7 de julio de 2005 en una Rueda de prensa. Como
es habitual, ha sido publicado en 8 idiomas y difundido a través de los medios de
comunicación social. Mientras avanzaban los trabajos de preparación de la XI Asamblea
General Ordinaria, el Papa Juan Pablo II nombró el 12 de marzo de 2005 a los tres
Presidentes Delegados: los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales: Francis
Arinze, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,
Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de Guadalajara, México, y Telesphore Placidus Toppo,
Arzobispo de Ranchi, India. Al mismo tiempo, Su Santidad nombró al Relator General,
el Eminentísimo y Reverendísimo Señor cardenal Angelo Scola, Patriarca de Venecia,
y al Secretario Especial, el Excelentísimo y Reverendísimo Monseñor Roland Minnerath,
Arzobispo de Dijon, Francia.
Participación a las Asambleas sinodales del Papa
Juan Pablo II
El Señor de la vida mientras había llamado a Su fiel Servidor
Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005. De este modo, el Sínodo de los Obispos pierde
a su presidente que había tenido grandes méritos en el desarrollo de esta institución
eclesial y colegiada. Con el deceso de Papa Juan Pablo II ha desaparecido el único
Obispo en ejercicio que fue padre sinodal de todos los vértices sinodales desde la
fundación del Sínodo de los Obispos hasta su última Asamblea General Ordinaria de
octubre 2001. En especial, el Arzobispo de Cracovia, Card. Carol Wojtyla fue Miembro
de 5 asambleas sinodales, en 1969, 1971, 1974 y 1977. En lo que concierne a la primera
Asamblea General Ordinaria de 1967, por solidaridad con el Arzobispo de Varsovia,
Card. Stefan Wyszynski, al que el gobierno comunista había prohibido la salida del
país, el Card. Carol Wojtyla renunció a venir a Roma. Al respecto, existe una correspondencia
bastante interesante entre la Secretaría General del Sínodo de los Obispos y los delegados
polacos ausentes, que da testimonio de su participación espiritual en los trabajos
sinodales. El año 1974 el Card. Carol Wojtyla fue Relator General para la Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema “Evangelización en el mundo
moderno”.
Durante el fecundo y largo Pontificado de casi veintisiete años,
el Papa Juan Pablo II ha convocado 15 Asambleas sinodales, de las cuales 6 Asambleas
Generales Ordinarias (1980, 1983, 1987, 1990, 1994, 2001); una Asamblea General Extraordinaria
(1985) y 8 Asambleas Especiales (1980 para los Países Bajos; en 1991 1ra. para Europa;
1994 para África, 1995 para Líbano, 1997 para América, 1998 para Asia, 1998 para Oceanía,
1999 2da. para Europa). El Papa Juan Pablo II inició además la preparación de la XI
Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dejando las conclusiones como
herencia a su Sucesor, Su Santidad Benedicto XVI. En la celebración de la Eucaristía
los fieles, uniéndose al Señor Jesús resucitado, superando los límites del tiempo
y del espacio y, como miembros de la comunidad de los santos, se regocijan por la
gloria de los hermanos ya acogidos a la presencia de Dios en la eternidad beata o
por la dichosa espera de quienes se están purificando para poder, cuanto antes, contemplar
cara a cara al único Santo (cf. 1 Co 13, 12). Participando de ese gran misterio en
la celebración del pan y del vino, en nombre de todos los padres sinodales agradezco
a Dios Uno y Trino por la querida Persona de Juan Pablo II y por su eximio servicio
eclesial en favor del Pueblo de Dios, desempeñado para mayor alabanza y gloria de
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Animados por la gracia del Espíritu Santo, creemos
que el Siervo de Dios Juan Pablo II, desde el cielo, también intercederá por el buen
resultado de esta Asamblea sinodal, para que traiga abundantes frutos a los católicos,
a los demás cristianos, a los creyentes de religiones no cristianas, así como a todos
los hombres de buena voluntad.
Actividades sinodales del Santo Padre Benedicto
XVI
La sucesión apostólica permite a la Iglesia de Cristo Jesús proseguir su
misión en la historia, transmitiendo a las nuevas generaciones el depósito integro
de la fe que plasma las costumbres y regula la disciplina de los fieles. Gracias a
los modernos medios de comunicación social, los católicos esparcidos por el mundo
entero, como así también los numerosos fieles pertenecientes a las Iglesias y comunidades
cristianas u otras entidades religiosas, han seguido con gran participación el excepcional
período del final del Pontificado del Papa Juan Pablo II y el inicio de su sucesor
Benedicto XVI. Se trató de una insigne gracia del Señor a su Iglesia que ha podido
experimentar, entre otras cosas, la importancia de las estructuras colegiales en la
sucesión apostólica y, en particular, en lo relativo a la elección del Pontífice Romano,
por parte del colegio cardenalicio.
En esta sede, mientras tengo el gran honor
de renovar el más devoto saludo al Santo Padre Benedicto XVI, que por primera vez
ejerce su derecho innato de convocar y presidir una Asamblea sinodal, cumplo con el
muy grato deber de recordar algunos datos correspondientes a su participación en precedentes
reuniones sinodales. Elegido Arzobispo de Munich y Freising el 25 de marzo de 1977,
Su Eminencia el Card. Joseph Ratzinger ha participado en 16 Asambleas sinodales, desde
1977 hasta la presente XI Asamblea General Ordinaria. Concretamente, como Arzobispo
de Munich y Freising, el Eminentísimo Card. Joseph Ratzinger participó en las 2 Asambleas
Generales Ordinarias de 1977 y 1980. Durante la segunda, celebrada sobre el tema La
familia cristiana, se desempeñó como Relator General. Convocado por el Papa Juan Pablo
II, el 15 de febrero 1982, para dirigir la Congregación para la Doctrina de la Fe,
sucesivamente, Su Eminencia participó en 5 Asambleas Generales Ordinarias (de 1983,
1987, 1990, 1994 e 2001), en la Asamblea General Extraordinaria de 1985 y en 7 Asambleas
Especiales, es decir en todas excepto en la Asamblea para los Países Bajos en 1980.
Se debe recordar que su Em. Card. Joseph Ratzinger fue Presidente Delegado de la Asamblea
General Ordinaria llevada a cabo en 1983 sobra el tema La penitencia y la reconciliación
en la misión de la Iglesia.
Considerando que cada Asamblea sinodal dura aproximadamente
cuatro semanas, es fácil deducir que el Santo Padre Benedicto XVI ha dedicado al Sínodo
de los Obispos aproximadamente 14 meses, un año y dos meses, es decir una parte significativa
de los 54 años de vida sacerdotal, de los cuales 28 como Obispo. A dicho dato relativo
a la presencia en las reuniones sinodales, se debe agregar su participación en los
trabajos de los Consejos de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, dado
que su Em. Card. Joseph Ratzinger participó en 4 Consejos Ordinarios (1980, 1983,
1987 y 1990) y en dos Extraordinarios de la misma Secretaría General (1983 y 1997). IV)
Novedades en la metodología sinodal
Gracias a esta gran experiencia, el Santo
Padre Benedicto XVI ha indicado con mucho gusto algunas innovaciones en la metodología
sinodal, con la finalidad de favorecer aun más la naturaleza colegiada del Sínodo
de los Obispos.
Haciendo suya la iniciativa del Papa Juan Pablo II, el Santo
Padre ha decidido llevar a cabo la celebración del XI Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos, modificando la fecha. Efectivamente, el 12 de mayo de 2005
se dio a conocer oficialmente que el Sumo Pontífice había confirmado la celebración
del mencionado encuentro sinodal y el tema seleccionado, deliberando que los trabajos
se desenvolverían, no en cuatro sino en tres semanas, es decir, desde el 2 hasta el
23 de octubre del año en curso. Con esta decisión Su Santidad ha querido concentrar
mayormente los trabajos para favorecer aún más el aspecto colegial y sinodal. Por
esta razón las actividades se llevarán a cabo incluso el sábado por la tarde.
La reducción de la duración total de la Asamblea sinodal es el resultado de diferentes
factores. Por una parte, el deseo de los mismos Padres sinodales de no ausentarse
demasiado de sus propias sedes, a pesar de que las normas canónicas no ponen límite
alguno con respecto a la ausencia de los Obispos de sus respectivas Diócesis cuando
se realiza un Sínodo de los Obispos. Por la otra parte, la reducción de la duración
de la celebración del Sínodo encuentra también su razón de ser, como se observará
más adelante, en la redistribución del tiempo destinado a las diferentes actividades
sinodales (Congregaciones generales, Círculos menores, etc.), con el objeto de hacer
que el procedimiento sea más ágil y eficiente. La manera de operar está indicada
detalladamente en el Vademecum que cada participante ha recibido al principio del
encuentro sinodal. Éste contiene la praxis afianzada en los Sínodos posteriores que
están regulados por las normas de la Carta Apostólica Apostolica sollicitudo y por
la Ordo Synodi, promulgadas por el Papa Pablo VI de v. m., y según las revisiones
y agregados sucesivos. Además, el Vademecum hace referencia al Código de Derecho Canónico
y al Código de los Cánones de las Iglesias Orientales.
Algunas novedades del
método sinodal ya son visibles en el Calendario de trabajo que se incluye al final
del Vademecum. Es así que están previstas 23 Congregaciones generales y 7 sesiones
de los Círculos menores. Esto se debe a las modificaciones en la metodología sinodal
y a la reducción del período trabajo. Al respecto, me permito indicar las innovaciones
más significativas:
1) Cada padre sinodal podrá intervenir en el aula sinodal
durante 6 y no 8 minutos, como estaba establecido en la praxis anterior. Dicha reducción
se debe a la disminución de los trabajos a tres semanas, sin sufrir ninguna variación
el número de participantes, que son alrededor de 250. No es necesario mencionar que
los padres sinodales podrán entregar intervenciones escritas más amplias, que serán
objeto de atenta consideración por parte del Secretario Especial.
2) Además,
dicha reducción se debe principalmente a la introducción durante el debate de una
hora de discusión libre, desde las 18 hasta las 19 de cada día, al final de las Congregaciones
Generales. Se trata de una novedad significativa para los participantes y para los
Presidentes Delegados. Éstos serán los moderadores de las discusiones en el aula.
Los padres sinodales, por su parte, podrán solicitar ulteriores informaciones a los
hermanos que ya hayan hablado en el aula, dando referencias también sobre la situación
de su propia Iglesia Particular. Se espera que el libre intercambio de opiniones y
de experiencias permita la profundización de las cuestiones de mayor actualidad, sobre
todo de índole pastoral, relativas a la celebración del sacramento de la Eucaristía,
fuente de vida y vínculo de la comunión eclesial.
No está de más indicar que
la libre discusión deberá limitarse al tema del Sínodo: La Eucaristía: fuente y cumbre
de la vida y de la misión de la Iglesia. Como se evidencia en la Instrumentum laboris,
se trata de un argumento muy rico de aspectos, tanto doctrinales como pastorales,
que merecen ser profundizados, teniendo presente la praxis en las respectivas Iglesias
particulares. Por lo tanto, no sería pertinente afrontar otros temas que, a pesar
de su actualidad, no están relacionados con el tema de la Asamblea sinodal. Al respecto,
los Presidentes Delegados tendrán la tarea de mantener la discusión dentro de los
límites establecidos.
3) Con la finalidad de que la discusión sea más ordenada,
se solicita cordialmente a los Padres sinodales respetar en sus ponencias la estructura
del Instrumentum laboris. Como es sabido, dicho documento se compone de cuatro partes.
Por esto, se espera que la discusión comience con los temas de la primera parte, para
que prosiga con los de la segunda y tercera y, de esta manera poder llegar a la última,
la cuarta parte. Dicho orden de las intervenciones requiere una cierta disciplina.
Cada padre sinodal debería, desde los primeros días del Sínodo, indicar la parte en
la que quisiera intervenir, señalando en lo posible, el párrafo concerniente. Es probable
que tal método sea más fácil para los Obispos escogidos por las Conferencias Episcopales
con más de 100 miembros, que tienen el derecho de representación de 4 padres sinodales.
Cada uno de ellos podría escoger intervenir en una parte diferente. Obviamente, no
se niegan las intervenciones sobre otros temas de interés. También se solicita a los
miembros de las Conferencias Episcopales con menos representantes, a los Sínodos de
Obispos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, a los Dicasterios de la Curia
Romana y de la Unión de los Superiores Generales, ajustarse a dicho orden lógico.
Inscribiéndose lo antes posible, éstos indicarán el número o, eventualmente, la parte
del documento del Instrumentum laboris sobre el cual quieren intervenir. La Secretaría
General lo tendrá en cuenta y cuando no hayan más solicitudes de intervención relativas
a la primera parte, comenzarán a hablar los padres inscriptos para la segunda y así
sucesivamente. En todo caso, no serán rechazadas las posibles intervenciones sueltas.
Es importante, sin embargo, destacar que este método, previsto en la Ordo Synodi,
pone remedio a las observaciones críticas de no pocos padres porque, de otra manera,
las ponencias durante la primera fase de los trabajos sinodales corren el riesgo de
volverse dispersivas y, por lo tanto, difíciles de seguir. Además, el orden en la
exposición debería favorecer la discusión y la profundización de los temas de mayor
interés, especialmente durante la hora del debate libre.
No está de más recordar
que, si un Padre no desea pronunciar públicamente su intervención, puede entregar
el texto escrito a la Secretaría General, que se encargará de estudiarla y de tomarla
en consideración de manera similar a los demás textos leídos en el aula. En la medida
en que fueran disminuyendo las intervenciones, seguramente se podría utilizar el tiempo
ganado para favorecer posteriormente la discusión libre.
4) Considerando el
tiempo reducido de la Asamblea sinodal y de las amplias discusiones en el aula, fue
necesario abreviar el número de sesiones de los 13 Círculos menores, organizados de
acuerdo a las seis lenguas del Sínodo: latín, francés, inglés, italiano, español y
alemán. Por tanto, se solicita encarecidamente a los miembros de los Círculos menores
que se concentren principalmente en la elaboración de las propuestas. Toda propuesta,
concisa y breve, deberá tratar un solo argumento. Sería conveniente evitar las exposiciones
detalladas relativas a la doctrina tradicional de la Iglesia. Los padres sinodales
deberán, más bien, formular consejos que tiendan a favorecer la renovación de la praxis
pastoral de la Iglesia y a promover la aplicación doctrinal y espiritual del sacramento
de la Eucaristía en la celebración litúrgica y en la vida personal, familiar y social
de los fieles.
5) Para favorecer una mayor participación, el Santo Padre Benedicto
XVI ha aprobado la propuesta de que se aplique a la composición de la Comisión para
el Mensaje lo que está previsto en la Ordo Synodi para las Comisiones de estudio (cf.
Art. 8 y 2). Por lo tanto, también la Comisión para el Mensaje está compuesta por
12 miembros, de los cuales 4 con nombramiento pontificio, incluídos el Presidente
y el Vice-presidente, mientras los otros 8 miembros serán elegidos por los Padres
sinodales, tomando en consideración las cualidades requeridas para dicha tarea como
por ejemplo, dotes profesionales y técnicas sobre la materia, y el conocimiento de
idiomas. Para asegurar una adecuada representación, se propone escoger cinco candidatos,
uno por cada continente, un representante de las Iglesias Orientales Católicas sui
iuris, uno de la Curia Romana y uno de la Unión de Superiores Generales.
Al
respecto, es oportuno tener en cuenta las recomendaciones de los Padres sinodales
llamados a desempeñar una función sinodal para que no asuman otros encargos dentro
del Sínodo. Esta norma tiene la finalidad de favorecer una distribución equitativa
de las responsabilidades entre los miembros de la Asamblea Sinodal.
6) En la
XI Asamblea General Ordinaria es bastante alto el número de los Oyentes y Expertos.
La razón principal reside en las modificaciones realizadas en la metodología sinodal
y en la reducción de la duración de la reunión misma que requieren necesariamente
un gran empeño. En la Asamblea sinodal participan 32 expertos que escucharán las intervenciones
de los padres y asistirán principalmente al Secretario Especial en el desenvolvimiento
de sus tareas.
Los 27 Oyentes, sacerdotes, personas consagradas, laicos, hombres
y mujeres, procedentes de diferentes lugares del mundo, enriquecerán la discusión
sinodal con sus testimonios sobre la importancia del sacramento de la Eucaristía en
su vida personal y comunitaria, así como en las múltiples actividades sociales según
la propia espiritualidad eucarística.
7) El Sumo Pontífice Benedicto XVI ha
querido aumentar el número de Delegados fraternos, representantes de otras Iglesias
cristianas y comunidades eclesiásticas. Son 12 y provienen de las Iglesias Ortodoxas,
de las Antiguas Iglesias de Oriente y de las comunidades derivadas de la Reforma que
poseen una visión similar a la católica sobre el misterio de la Eucaristía. En tal
gesto no es difícil percibir una ulterior señal del Sumo Pontífice hacia el diálogo
ecuménico con las Iglesias y comunidades eclesiales que creen en el Señor Jesús presente
en la Eucaristía y se esfuerzan por vivir consecuentemente.
8) Como se puede
comprobar, existen también algunas innovaciones de orden técnico que deberían favorecer
los trabajos y, por tanto, el clima de jubilosa y responsable colegialidad episcopal
y eclesial. Me refiero a las mejoras en la iluminación, al perfeccionamiento de los
servicios tele-video, a la votación electrónica para asuntos de menor importancia,
etc. Por dicha obra es un deber agradecer a su Eminencia el Sr. Cardenal Casimir Szoka,
Presidente del Governatorato de la Ciudad del Vaticano, así como al personal que,
en relativamente poco tiempo, ha logrado introducir innovaciones técnicas significativas
que, espero, serán beneficiosas para todos los participantes.
9) La Divina
Providencia ha dispuesto que la celebración de la XI Asamblea General Ordinaria coincida
con el 40̊ Aniversario de la Institución del Sínodo de los Obispos. Una sesión de
trabajos estará dedicada a la conmemoración de tan grande evento. Han sido previstas
dos conferencias principales: una de índole teológica y otra de índole jurídica sobre
la naturaleza del Sínodo de los Obispos. Posteriormente se realizarán 7 breves comunicaciones
sobre los resultados positivos de las Asambleas Especiales del Sínodo de los Obispos.
Además de las relacionadas con los Sínodos continentales, habrá un informe sobre los
Sínodos de los Países Bajos y Líbano. A continuación, si el tiempo lo permite, por
medio de un libre intercambio de opiniones se podrán profundizar algunos temas que
tratan de mejorar la metodología sinodal para el bien de la Iglesia y de la sociedad
en la que viven y actúan los cristianos.
V) Actividades de la Secretaría General
La
preparación de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos ha ocupado
la mayor parte de la actividad de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos
en los últimos tiempos. Sin embargo, ésta ha continuado desarrollando sus actividades.
Entre éstas, me permito indicarles brevemente las siguientes.
La Secretaria
General ha comenzado la tarea de actualización de la Ordo Synodi, de acuerdo a la
normas canónicas, sobre todo en relación al Código del Derecho Canónico y de los Cánones
de las Iglesias Orientales, emanados después de la promulgación de la Ordo. Después
de la presente Asamblea General Ordinaria dicha iniciativa continuará, enriquecida
por la experiencia de la presente reunión sinodal, con sus ya anunciadas innovaciones
metodológicas.
Reuniónes de los Consejos de la Secretaría General
Desde
la última Asamblea General Ordinaria de octubre de 2001, la Secretaría General del
Sínodo de los Obispos ha efectuado varias reuniones con los miembros de los Consejos
de la misma. Se trata de una experiencia muy provechosa para aproximadamente 100 Obispos,
provenientes de todo el mundo. Ofrecen al Santo Padre, a través de la Secretaría General,
informaciones relativas a las diversas situaciones eclesiales y sociales en sus respectivos
países, y además consejos dirigidos a consolidar la presencia de la Iglesia a fin
de sostener la evangelización, promover la paz, la reconciliación y la justicia en
cada uno de los países o regiones. Dichos encuentros son muy útiles porque no solamente
proporcionan noticias calificadas acerca de la aplicación de las Exhortaciones post-Sinodales,
sino también un diálogo colegial, permitiendo compartir las esperanzas y preocupaciones
de los hermanos en el ejercicio de su ministerio episcopal. Los encuentros de los
respectivos Consejos con el Santo Padre, cuando esto sea posible, representan momentos
de intensa comunión y de profunda colegialidad episcopal. Las orientaciones del Sumo
Pontífice pronunciadas en tales oportunidades han sido ocasión de ayuda no solamente
para los miembros de los Consejos, sino para todos los Obispos de las respectivas
Iglesias particulares, componentes vivos de la única Iglesia Católica, de la cual
el Obispo de Roma es signo y garantía de unidad y comunión.
Como ya se ha dicho,
el X Consejo Ordinario de la Secretaría General se ha reunido 8 veces. Además, se
realizaron las siguientes reuniones de los 6 Consejos Especiales de la Secretaria
General.
El Consejo Especial para Europa se reunió 3 veces en las siguientes
fechas: del 21 al 23 de noviembre de 2003, el 6 de mayo de 2005 y el 14 de mayo de
2005. El Consejo Especial para América tuvo 4 reuniones en los días 20 y 21 de
junio de 2001, 2 y 3 octubre de 2002, 14 de octubre de 2003 y 5 de noviembre de 2004. El
Consejo Especial para Oceanía tuvo 3 sesiones: el 23 noviembre de 2001, del 28 al
31 mayo de 2002 y los días 18 y 19 de febrero de 2004. El Consejo Especial para
Líbano se reunió 2 veces en los días 22 y 23 de mayo de 2002, y el 16 y 17 de marzo
de 2004. El Consejo Especial para Asia se reunió 4 veces: el 20 y 21 de noviembre
de 2001, del 19 al 21 de noviembre de 2002, el 18 y 19 de noviembre de 2003, y el
18 y 19 de noviembre de 2004. El Consejo Especial para África ha tenido una actividad
más intensa, debido también a la preparación de la II Asamblea Especial para África
del Sínodo de los Obispos. Efectivamente, los miembros del mencionado Consejo se reunieron
6 veces: el 7 y 8 de junio de 2001, el 11 y 12 de junio de 2002, el 18 y 19 de junio
de 2003, el 15 y 16 de junio de 2004, el 24 y 25 de febrero de 2005, y el 21 y 22
de junio de 2005.
Como es sabido, el 13 de noviembre de 2004, el Papa Juan
Pablo II manifestó su intención de convocar la II Asamblea Especial para África del
Sínodo de los Obispos. El Santo Padre Benedicto XVI ha hecho propia dicha voluntad.
En el pronunciamiento del 22 de junio de 2005, confirmando la decisión de su Predecesor,
ha precisado: “deseo anunciar mi intención de convocar la Segunda Asamblea Especial
para África del Sínodo de los Obispos”. Al mismo tiempo, Su Santidad ha especificado
la finalidad de dicha reunión colegial “Nutro una gran confianza en que dicho Sínodo
determine un ulterior impulso en el continente africano para la evangelización, la
consolidación y el crecimiento de la Iglesia, así como para la promoción de la reconciliación
y la paz”.
Actualmente el Consejo Especial para África de la Secretaría General,
con la ayuda de algunos expertos, está preparando los Lineamenta de dicho encuentro
sinodal que oportunamente, después de la aprobación del Santo Padre, serán dados a
conocer. Todos los fieles, sobre todo los participantes a la XI Asamblea General Ordinaria
están invitados a rezar para que la II Asamblea General para África del Sínodo de
los Obispos refuerce la presencia de la Iglesia en toda África, dé un nuevo dinamismo
a la evangelización y a la promoción humana para que los hijos de la Iglesia se transformen
en los promotores más sólidos en favor de la reconciliación, la paz y la justicia
en el gran continente africano.
VI) Conclusión
“Con ansia he deseado
comer esta Pascua con vosotros” (Lc 22, 15). La palabra del Señor resuena en la Iglesia
desde hace dos mil años y reúne alrededor de la mesa eucarística a los cristianos,
hombres y mujeres, miembros del Pueblo de Dios que, nutriéndose del pan caído del
cielo, reciben la vida en abundancia (cf. Jn 10, 10).
En la Eucaristía, por
lo tanto, se manifiesta un camino en dos direcciones. En Jesucristo, muerto y resucitado,
Dios mismo va al encuentro del hombre redimido, lo purifica de sus pecados, lo nutre
con el pan de Dios (...) que baja del cielo y da la vida al mundo (cf. Jn 6, 33).
Lo acompaña durante el peregrinaje terrestre hacia la patria celestial. A dicho camino
descendiente del Señor Jesús corresponde el camino ascendente del hombre que en lo
más íntimo anhela encontrar a Dios, en cuanto creado a imagen suya (cf. Gén 1, 27).
No obstante varios titubeos y posibles desviaciones, en relación al don de la libertad,
en el encuentro con Dios, el hombre se encuentra a sí mismo, el sentido de su existencia
y la meta de su destino eterno que consiste en la visión beatífica. En la Eucaristía
se realiza, de esta manera, el encuentro entre Dios y el hombre. Ésa es la forma por
excelencia que adquiere la presencia de Dios en el sacramento de la humanidad glorificada
de Jesucristo, quien se ofrece como alimento y bebida en cada celebración eucarística.
Mientras tanto, al acercarse a la Eucaristía, el hombre obtiene del Señor Jesús la
gracia que transforma su vida. En tal sublime sacramento encuentra la verdad sobre
Dios y sobre la propia existencia y sobre el mundo creado, la fuerza para permanecer
fiel a la vocación cristiana en medio a las tentaciones del mundo, el ardor de la
caridad para ser testigo del amor de Dios, sobre todo, en relación a los pobres y
pequeños (cf. Mt 25, 31-44). Nutriéndose en la mesa del Señor, el fiel está llamado
a poner en práctica en la vida de cada día las enseñanzas del Maestro que “no ha venido
a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (cf. Mt 20, 28).
El
icono elocuente de esta actitud es el lavado de los pies (cf. Jn 13 1-15). Dicha actitud
de servicio eucarístico se puede percibir de manera particular en la vida de los santos
que alcanzaron excelentemente la perfección de la vocación cristiana, gracias al sublime
sacramento de la Eucaristía que estaba en el centro de su vida. Ellos nos ofrecen
un ejemplo siempre actual de la espiritualidad eucarística como el camino privilegiado
hacia la perfección cristiana. Interceden, además, continuamente por nosotros, a fin
de que, en comunión con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nos transformemos cada
vez más en aquello que por gracia ya somos; hijos de Dios, miembros de la Iglesia,
es decir, del Cuerpo místico de Jesucristo (cf. Col 1, 18).
Entre los santos
un lugar especial lo ocupa la Beata Virgen María, “Mujer Eucarística” (cf. EE 53).
Ella precede la gran hilera de los beatos y santos reconocidos por la Iglesia, algunos
de ellos son recordados en el N. 76 de la Instrumentum laboris. A ellos se debe agregar
una muchedumbre inmensa (...) de toda nación, razas, pueblos y lenguas (cf. Ap, 7,
9) cuya santidad sólo es evidente a los ojos de Dios. Entre ellos, llevados sobre
las alas de la fe, osamos esperar que se encuentren también el Papa Juan Pablo II
y tantos otros Obispos, quienes durante la vida terrestre han desarrollado servicios
admirables a la Iglesia promoviendo, de manera especial, la colegialidad episcopal.
Entre ellos, su Em. Card. Pieter Schotte puede ser indicado como ejemplo de servidor
fiel a la Iglesia y al Santo Padre, cuya persona encomendamos a la misericordia de
Dios bueno y clemente.
En este año de la Eucaristía, toda la Iglesia acompaña
con la oración la celebración del Sínodo de los Obispos. Como por San Pedro Apóstol,
al comienzo de la Iglesia (cf. Hch 12, 5), así también ahora elevamos continuamente
una oración personal a Dios por el Santo Padre Benedicto XVI que está comenzando su
Pontificado, en este alba del Tercer Milenio del cristianismo. Los fieles, agradecidos
a Dios Omnipotente por su elección en la sede de Roma, invocan para Él la abundancia
de los dones del Espíritu Santo, para que, reconociendo los signos de los tiempos,
pueda guiar la barca de Pedro (cf. Jn 21, 11) hacia un puerto tranquilo sin temer
eventuales borrascas ni tempestades, sino encomendándose al Señor Jesucristo, el único
capaz de calmarlas (cf. Mt 8, 23-27).
Dicha oración coral incluye, además,
a los sucesores de los apóstoles, los Obispos, llamados a participar en el cuidado
de la Iglesia Universal del Obispo de Roma y Jefe del colegio episcopal. La oración,
por tanto, acompaña los trabajos de la XI Asamblea General Ordinaria de los Obispos
para que bajo la guía del Espíritu del Señor resucitado, la presente asamblea sinodal
pueda ser una gran ayuda para el ministerio del Sumo Pontífice y de los Obispos, en
la colegialidad y en la comunión jerárquica. El servicio eclesial del Sínodo de los
Obispos resulta valioso en tanto que busca profundizar las aplicaciones pastorales
de la fe en el sacramento de la Eucaristía, que desde hace dos mil años representa
la fuente de la vida de la Iglesia y la razón de su misión en el mundo. Junto a la
intercesión de la Iglesia del cielo, el Pueblo de Dios suplica el Señor para que se
aporte un nuevo impulso a la celebración del sublime misterio del pan de vida (cf.
Jn 6, 35) y del copa de la nueva Alianza (cf. Lc 22, 20), para que se promueva un
renovado amor por la adoración del Santísimo Sacramento y se reavive la creatividad
de la caridad fraterna considerando las grandes expectativas del hombre contemporáneo
y las crecientes necesidades de nuestro mundo. Gracias por haberme escuchado pacientemente.
Les deseo que tengan un buen trabajo en el nombre del Señor.
[1] A la Secretaría
General del Sínodo de los Obispos no llegaron respuestas procedentes del Sínodo de
la Iglesia Siro-Malabarese, del Patriarcado de Antioquía de los Maronitas y del Consejo
de la Iglesia Etíope. [2] La Secretaría General del Sínodo de los Obispos no recibió
respuestas de las Conferencias Episcopales de: Gabón, Irán, Laos y Camboya, Namibia,
Pacífico, Turquía.