El Papa reafirma la responsabilidad de los líderes religiosos ante Dios por sus enseñanzas
y decisiones, que deben promover la sacralidad de la vida humana
Sábado, 17 sep (RV).- Nuestras enseñanzas y decisiones como líderes religiosos son
una gran responsabilidad ante Dios. Que Él nos asista en la misión de promover la
sacralidad de la vida humana y la tutela de la dignidad de cada persona, para que
florezcan en el mundo la justicia y la paz. Era el saludo del Papa a los rabinos
jefes de Israel Amar y Metzger.
«Debemos pasar a los jóvenes la antorcha de
la esperanza que Dios ha dado a los cristianos y a los judíos, para que nunca más
las fuerzas del mal puedan conquistar el poder y que las generaciones futuras, con
la ayuda de Dios, puedan ser capaces de construir un mundo más justo y pacífico, en
el que todos los pueblos tengan derechos iguales y se sientan en su hogar». Benedicto
XVI reiteró esta exhortación el pasado jueves, al recibir en audiencia a los rabinos
jefes de Israel, Shlomo Moshe Amar y Yona Metzger.
Tras señalar que «en calidad
de líderes religiosos estamos ante Dios con una gran responsabilidad - la enseñanza
que damos y las decisiones que tomamos - », el Papa selló su saludo a los dos rabinos
jefes de Israel con el anhelo de «que el Señor nos asista en nuestro servicio a la
gran causa de la promoción de la sacralidad de la vida humana y de la tutela de la
dignidad de cada persona, con el fin de que la justicia y la paz puedan florecer en
el mundo».
Además de evocar la exhortación que había pronunciado en su visita
a la sinagoga de Colonia, el mes pasado, el Papa expresó su aprecio por el encuentro
con estos dos líderes religiosos judíos en el marco del 40 aniversario de la Declaración
del Concilio Vaticano II, Nostra Aetate, que «ha demostrado ser una piedra angular
en la senda hacia la reconciliación de los cristianos con el pueblo judío». Calificando
luego esta audiencia como un paso más en el proceso de construcción de relaciones
más profundas entre católicos y judíos.
Poniendo de relieve que «el mundo
vuelve sus ojos constantemente a Tierra Santa, la tierra considerada sagrada por judíos,
cristianos y musulmanes», Benedicto XVI lamentó asimismo que «desgraciadamente, nuestra
atención se ve atraída también a menudo por actos de violencia y terror, causa de
pesar profundo para todos cuantos allí viven», por lo que «tenemos que seguir insistiendo
en que religión y paz caminan al unísono».
El Santo Padre se refirió luego
a las comunidades cristianas en Tierra Santa - «presencia viva y testimonio de las
vicisitudes de la historia» - y a los nuevos retos que estas comunidades tienen que
afrontar en la actualidad. Expresando su satisfacción al comprobar que «las relaciones
diplomáticas entre la Santa Sede y el estado de Israel se han encaminado hacia formas
más sólidas y estables de cooperación», el Papa manifestó también su esperanza en
que se avance en el cumplimiento del Acuerdo fundamental sobre algunos temas todavía
pendientes.