Audiencia general: el imperativo del creyente es “modelar nuestra vida sobre la imagen
de Jesús”
Miércoles, 7 sep (RV).- “Modelar nuestra vida sobre la imagen de Jesús, entrando en
sus sentimientos, en su voluntad, en su pensamiento''. Este es el imperativo para
el creyente, que ha subrayado el Papa Benedicto XVI en el curso de la Audiencia General
de hoy en la plaza de san Pedro.
Un miércoles más, Benedicto XVI ha presidido
esta mañana la Audiencia General en la plaza de san Pedro, repleta de peregrinos,
unos 20 mil fieles, llegados de todo el mundo para esta cita semanal con el Papa.
En su catequesis, el Santo Padre ha proseguido su comentario sobre el grandioso fresco
de Cristo, Señor del Universo y de la historia, que está representado en los cánticos
de las Sagradas Escrituras. Hoy el Pontífice ha reflexionado sobre el himno que domina
el inicio de la carta de san Pablo a los colosenses.
“Cristo fue generado antes
de cualquier criatura. Él es el primogénito de los que resucitan entre los muertos”.
El corazón del himno está constituido por los versículos 15 al 20, donde entra en
escena de manera directa y solemne Cristo, definido “imagen de Dios invisible”. El
término griego “eikon” (icono) es usado a menudo por el apóstol en sus cartas. Lo
utiliza nueve veces aplicándolo ya sea a Cristo, imagen perfecta de Dios; ya sea al
hombre, imagen y gloria de Dios.
Los hombres, sin embargo, con el pecado han
cambiado la gloria incorruptible de Dios por la figura corruptible del hombre, al
adorar a los ídolos y convertirse como ellos. “Por eso debemos modelar continuamente
nuestra imagen sobre aquella de Dios -ha dicho el Papa- porque hemos sido liberados
del poder de las tinieblas y trasladados al Reino de su Hijo predilecto.
Cristo
es proclamado asimismo “primogénito, es decir, generado antes de todo, el primero.
Él precede toda la creación, al ser generado desde la eternidad: por eso todas las
cosas han sido creadas por medio de él y en vista de él. “Para el apóstol Pablo -ha
dicho el Pontífice- Cristo es el principio de cohesión (“todas las cosas en él subsisten”),
ya sea porque es el mediador, ya sea porque es el punto de destino final hacia el
cual toda la creación converge.
Reflexionando sobre el Cántico, luego, el
Santo Padre ha observado como la mirada pasa del mundo de la creación, a la historia.
Cristo es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia. Y lo es ya a través de su
Encarnación. “Ha entrado en la comunidad humana para sustentarla y sostenerla en un
cuerpo, es decir, en una unidad armoniosa y fecunda. La consistencia y el crecimiento
de la humanidad tiene en Cristo la raíz, el eje vital, el principio”. El principio
de la resurrección de todos…el primogénito entre los muertos, porque todos recibirán
la vida en Cristo.
El himno concluye celebrando “la plenitud que Cristo tiene
como don del amor del Padre”. “Es la plenitud de la divinidad que se irradia en el
universo y en la humanidad, convirtiéndose en manantial de paz, de unidad y de armonía
perfecta”. Y esta “reconciliación” y “nueva pacificación” es obrada a través de la
“sangre de la cruz” de la cual venimos justificados y santificados. “Vertiendo
su sangre y dándose a sí mismo, Cristo difunde la paz, que en el lenguaje bíblico
es síntesis de los bienes mesiánicos y plenitud salvífica extendida a toda la realidad
creada.
Esta ha sido la síntesis que de su catequesis ha hecho Benedicto XVI
en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes esta mañana en la plaza
de San Pedro.
Queridos
hermanos y hermanas:
El apóstol Pablo, en el himno que hemos escuchado, tomado
de su Carta a los Colosenses, define a Cristo como la “imagen de Dios invisible”,
como el “primogénito de toda criatura” que, engendrado desde la eternidad, precede
toda la creación visible e invisible, siendo para ella principio de cohesión, mediación
y destino. ¡Por Él, para Él y en Él, todo ha sido creado! El Verbo de Dios se
ha hecho hombre para regenerar a la comunidad humana y hacer de ella una unidad armoniosa
y fecunda, introduciendo nuevamente la historia en el original designio salvífico
del Padre. La Iglesia, cuerpo de Cristo, es el signo visible de esa admirable reconciliación
y pacificación, obrada a través de “la sangre de la cruz”, que en el Bautismo nos
introduce personalmente en el misterio del Señor muerto y resucitado.
Saludo
ahora a los peregrinos de lengua española, en particular a las Comunidades religiosas
y a los grupos parroquiales de España, así como a los fieles de Hermosillo, acompañados
de su Arzobispo, y a demás peregrinos de México, de Chile y del Perú. Como San Pablo,
elevemos también nosotros un canto de alabanza y adoremos al Padre por el don inestimable
de su Hijo, imagen perfecta de su amor.
Y Como es ya habitual, el Santo
Padre antes finalizar ha dirigido unas palabras a los jóvenes, a los enfermos y recién
casados. A todos ellos ha dicho que “mañana celebramos la fiesta del Nacimiento de
la Virgen. Que la celestial Madre de Dios os guíe y os sostenga en el camino de una
siempre más perfecta adhesión a Cristo y a su Evangelio”.
El Santo Padre
ha saludado brevemente también al final de la audiencia en la misma plaza de san Pedro
al alcalde de Belén, Victor Batarseh, cristiano de 70 años elegido en las últimas
elecciones municipales del pasado 5 de mayo.