Conclusión de la XXVII semana dedica a la historia religiosa de Serbia y Bulgaria
Domingo, 4 sep (RV).- En 1979, el obispo Carlo Columbo, presidente de la Fundación
Ambrosiana Pablo VI, dio inicio a una serie de encuentros semanales al año en los
que se delineaba el cuadro de la historia de las religiones en Europa, con el fin
de favorecer el encuentro entre los pueblos a través de la formación, sobre todo entre
los jóvenes, de una nueva mentalidad europea basada en un conocimiento serio y documentado
de los hechos religiosos y culturales que caracterizan a cada país.
La idea
provino del discurso que el entonces arzobispo Giovanni Battista Montini pronunció
en 1958 en ocasión de la bendición de la estatua dedicada a “Nuestra Señora de Europa”,
en la casa alpina de Motta: “El día que circule un pensamiento de amistad y de cultura
común, que una a los distintos pueblos que componen esta Europa tan mal compaginada,
se producirá una unidad espiritual. Necesitamos que un alma única componga a Europa,
para que de verdad su unión sea fuerte, coherente, consciente y benéfica”. (Homilía
del 12 de septiembre de 1958 en el Alpe Motta de Campodolcino).
La primera
semana europea, en septiembre de hace 26 años, estuvo dedicada a Italia, y desde allí
cada año se ha repasado la historia y tradiciones de cada uno de los países de este
continente. En el ámbito del trienio 2004-2006 dedicado a la Europa de los Balcanes,
el Congreso se ha detenido este año en la historia religiosa de Serbia y Bulgaria,
desde su primera evangelización, a la obra de los misioneros bizantinos, a la época
contemporánea, poniendo especial énfasis a las relaciones de las dos naciones con
Bizancio, la Santa Sede, Moscú y Grecia, así como la significativa influencia ejercitada
entre los siglos XI y XIV.
Esta semana, que hoy ha llegado a su conclusión,
ha afrontado temas tan importantes para el catolicismo occidental como; las relaciones
de la Santa Sede con las dos Iglesias ortodoxas de Serbia y Bulgaria; la existencia,
en los dos países, de comunidades y jerarquías católicas de rito romano y griego;
y el diálogo entre confesiones. Especial importancia se ha dado a la historia de la
santidad: la de los monasterios de Athos, de Serbia y de Kósovo, de Bulgaria y de
Macedonia; la de los príncipes y los obispos santos; y la de los mártires de la fe,
que constituyen la secreta vida interior de la Iglesia.
No ha sido fácil dar,
en una semana, un mosaico de cómo es la lengua, la cultura y la religión en la zona
de Europa Balcánica, ya que su diversidad de este país en cuanto a influencias recibidas
es amplísima, por lo que para poder dar una muestra de cómo es, se han explorado las
diferentes identidades nacionales. De ahí que la primera semana de este tríptico –que
afronta en tres años la historia religiosa de eslovenos, croatos, serbios, albaneses,
macedonios y búlgaros, además de bosnios, herzegovinos y montenegros- haya estado
dedicada a la historia religiosa de Serbia y Bulgaria.