2005-08-15 14:14:47

“La fiesta de la Asunción enseña que Dios ha vencido porque el amor es más fuerte que la muerte”


Lunes, 15 ago (RV).- Esta mañana Benedicto XVI ha celebrado la Santa Misa en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva, de Castelgandolfo. En la homilía el Santo Padre ha hablado del Magnificat, este “canto maravilloso” en el que María desea que Dios sea grande en el mundo y en su vida. En la época moderna sin embrago, ha añadido el Papa se ha pensado “que arrinconando a Dios y siguiendo sólo nuestras ideas y nuestra voluntad, seremos verdaderamente libres”.

Ya que para el Santo Padre, “donde Dios desaparece, el hombre no es más grande: pierde la dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al final, es solamente un producto de una evolución ciega, y no tiene ya dignidad divina, y por ello puede ser usado y abusado como vemos. Sólo si Dios es grande, el Hombre es grande. Apliquemos esto a nuestra vida: es importante que Dios sea grande entre nosotros, en la vida pública y en la vida privada – ha exhortado el Papa - Que en la vida pública, Dios esté presente con el signo de la Cruz en los lugares oficiales, que Dios esté presente en nuestra vida corriente, porque si Dios está presente estamos orientados, en un camino común. De otra manera, los contrastes se convierten en inconciliables porque no existe la esencia común, la dignidad común de nuestro ser. Hacer grande a Dios en la vida pública y en la vida privada: significa dar espacio cada día en la vida a Dios. Comenzando con la oración de la mañana, dando tiempo a Dios, ofreciendo el domingo a Dios. Nuestro tiempo libre no lo perdemos si lo ofrecemos a Dios; si Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se convierte en más grande, más amplio, más rico”.

Al final de la homilía, Benedicto VI ha exhortado a todos a confiarse a María que Jesús ha querido darnos como nuestra Madre. Madre que está en el Cielo y no está lejos de nosotros: “Precisamente porque está con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros. Conoce nuestros corazones, puede sentir nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad maternal y se nos ha dado – como ha dicho el Señor – precisamente como Madre a la que andamos y que nos oye siempre, está siempre cerca y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo. A su bondad, podemos confiar siempre toda nuestra vida, a esta Madre que no está lejana de ninguno de nosotros”.








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