Misa en la Basílica Vaticana en el 27º aniversario del fallecimiento del Papa Pablo
VI
Sábado, 6 ago (RV).- Hoy, 6 de agosto, fiesta de la Transfiguración del Señor, se
celebra el 27º aniversario del fallecimiento, en Castel Gandolfo, del Papa Pablo VI.
Con este motivo, a las 11 de esta mañana, el arzobispo Angelo Comastri, Vicario general
del Santo Padre para la Ciudad del Vaticano, ha celebrado la Santa Misa en el Altar
de la Cátedra de la Patriarcal Basílica Vaticana.
“Un hombre tomado por Cristo”,
como el Apóstol del que eligió llevar su nombre. Este es el retrato del Papa Montini
que ha hecho en su homilía Monseñor Comastri, que ha recordado algunos aspectos de
la personalidad del Pontífice. Rasgos manifestados a través de distintos textos escritos
precedente o sucesivamente a la elección pontificia, en 1963.
Después de haber
resaltado la urgencia de la caridad manifestada por el futuro Pontífice en un carta
escrita en 1930 a un sacerdote amigo suyo, que había rechazado colaborar con él en
la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), Monseñor Comastri ha citado
las célebres palabras que el entonces Monseñor Montini expresó a los alejados de la
Iglesia al inicio de su misión como Arzobispo de Milán.
“A veces su anticlericalismo
esconde un indignado respeto por las cosas sagradas, que creen que en nosotros se
ha perdido. Bien, si es así, hermanos alejados: perdonadnos”. En estas vibrantes palabras
está el misionero, el apóstol, el hombre que había escrito la Evangelii nuntiandi,
el creyente apasionado que, el 29 de noviembre de 1971, en Manila, ante una multitud
inmensa habría gritado así: “a vosotros, cristianos, os repito su nombre, a todos
lo anuncio: Jesucristo”.
Todo el servicio ministerial del Papa Montini, ha
añadido Monseñor Comastri, se distinguió “por el deseo de anunciar Cristo a todos
los hombres, como san Pablo”. Un nombre que tomó por la admiración que tenía por “el
apóstol misionero que lleva el Evangelio al mundo, con criterios de universalidad,
el prototipo por excelencia de la catolicidad”.
“Y con maravillosa sintonía,
asumiendo cada vez una tonalidad personal e inconfundible, la vibración apostólica
que Pablo VI había heredado de Pío XII y de Juan XXIII, ha pasado inalterada al corazón
de Juan Pablo I para expandirse con ímpetu irrefrenable en el largo y denso pontificado
de Juan Pablo II, y florecer en los primeros rasgos del nuevo Pontífice, Benedicto
XVI”, concluyó Monseñor Comastri.