2005-07-21 12:37:55

En Solidaridad con el Mundo. Temas en torno a la Doctrina Social de la Iglesia


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Jueves, 21 jul (RV).- Seguramente los temas que tienen que ver con la ética económica, el libre mercado y la participación del Estado son de gran interés y preocupación para la Doctrina social de la Iglesia. Hoy hablaremos de la globalización: oportunidades y riesgos. Se trata de un proceso de creciente integración de las economías nacionales, en el plano del comercio de bienes y servicios y de las transacciones financieras, en el que un número cada vez mayor de operadores asume un horizonte global para las decisiones que debe realizar en función de las oportunidades de crecimiento y de beneficio.

La globalización alimenta nuevas esperanzas, pero origina también grandes interrogantes, riesgos ligados a las nuevas dimensiones de las relaciones comerciales y financieras. En definitiva, el desafío consiste en asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie al margen, ya que su extensión debe estar acompañada de una toma de conciencia más madura por parte de las organizaciones de la sociedad civil.

El sistema financiero internacional, las inversiones a gran escala, típicas de las modernas economías de mercado, no se habrían realizado sin el papel fundamental de intermediario llevado a cabo por los mercados financieros, que ha permitido, entre otras cosas, apreciar las funciones positivas del ahorro para el desarrollo del sistema económico y social. Una economía financiera con fin en sí misma está destinada a contradecir sus finalidades, ya que se priva de sus raíces y de su razón constitutiva, es decir, de su papel originario y esencial de servicio a la economía real y, en definitiva, de desarrollo de las personas y de las comunidades humanas.

La función de la comunidad internacional, una importante consecuencia del proceso de globalización, consiste en la gradual pérdida de eficacia del Estado-Nación en la guía de las dinámicas económico-financieras nacionales. Los gobiernos de cada uno de los países ven la propia acción en campo económico y social condicionada cada vez con mayor fuerza por las expectativas de los mercados internacionales de capital y por la insistente demanda de credibilidad provenientes del mundo financiero. Cuanto mayores niveles de complejidad organizativa y funcional alcanza el sistema económico-financiero mundial, tanto más prioritaria se presenta la tarea de regular dichos procesos, orientándolos a la consecución del bien común de la familia humana. Surge concretamente la exigencia de que, más allá de los Estados nacionales, sea la misma comunidad internacional quien asuma esta delicada función, con instrumentos políticos y jurídicos adecuados y eficaces.

La comunidad política y sus aspectos bíblicos. El pueblo de Israel, en la fase inicial de su historia, no tiene rey, como los otros pueblos, porque reconoce solamente el Señorío de Yahvéh. Dios interviene en la historia a través de hombres carismáticos, como atestigua el Libro de los Jueces. El prototipo de rey elegido por Yahvéh es David, cuya condición humilde es subrayada con satisfacción por la narración bíblica; David es el depositario de la promesa, que lo hace iniciador de una especial tradición real, la tradición “mesiánica”. Esta, a pesar de todos los pecados y las infidelidades del mismo David y de sus sucesores, culmina en Jesucristo, el “ungido de Yahvéh”, es decir, consagrado del Señor.

En los oráculos mesiánicos se espera para el tiempo escatológico la figura de un rey en quien habita el Espíritu del Señor, lleno de sabiduría y capaz de hacer justicia a los pobres, verdadero pastor del pueblo de Israel, y será Él quien traerá la paz a los pueblos. La sumisión, no pasiva, sino por razones de conciencia, al poder constituido responde al orden establecido por Dios. La oración por los gobernantes, recomendada por San Pablo durante las persecuciones, señala explícitamente lo que debe garantizar la autoridad política: una vida pacífica y tranquila, que transcurra con toda piedad y dignidad. Los cristianos deben estar prontos para toda obra buena, mostrando una perfecta mansedumbre con todos los hombres.

Hasta aquí, nuestro capítulo de hoy sobre globalización, economía internacional y comunidad política. Gracias por su atención.

Textos y locución: Augusto Garay







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