Benedicto XVI alienta a los médicos católicos a acompañar a los enfermos con una actitud
de caridad
Domingo, 17 jul (RV).- Benedicto XVI ha alentado “a los médicos católicos a ejercer
su profesión acompañando a los enfermos con una actitud de caridad, enseñándoles a
aceptar los propios límites humanos y la enfermedad, y animándoles a ofrecer al Señor
sus sufrimientos, uniéndose así al sacrificio redentor de Cristo”. En un telegrama
dirigido al Congreso “La Enfermedad y la Vida Cristiana” que tiene lugar en la capital
peruana, el Papa “se congratula por esta iniciativa que contribuye a dar una visión
de la vida arraigada firmemente en la fe y alimentada por la contemplación de la Cruz”.
El cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral
de la Salud, fue el encargado de inaugurar este viernes por la noche el Congreso y
en su intervención señaló que la Iglesia y el cristiano enfrentan la realidad del
dolor y la muerte “con un pensamiento fuerte”.
Al inaugurar el evento organizado por el Instituto Vida y Espiritualidad y por la
Asociación de Médicos Católicos del Perú que se realiza en el auditorio del Instituto
Nacional de Enfermedades Neoplásicas, el purpurado mexicano destacó que “para aproximarse
al misterio del dolor no se puede tener un ‘pensamiento débil’, sino un ‘pensamiento
fuerte’, que sin desdeñar los conocimientos científicos, afirme de una manera meta-racional
la lógica de la fe”.
Asimismo, explicó que “todos los seres humanos somos corresponsables” en el misterio
del dolor, pero podemos elegir entre vivir la “solidaridad en el mal generada por
el pecado original” o vivir “la solidaridad en la obediencia a Dios”. “Para que el
dolor de cada persona en el tiempo adquiera un sentido salvífico –agregó el cardenal
Lozano-, debe cada uno unir su sufrimiento al dolor de Cristo y, en Él, a toda la
humanidad”. Esta es -indicó- la práctica personal victoriosa” que “permite afrontar
el misterio del dolor desde la Resurrección”.
“La única manera de descifrar el enigma del dolor y el sufrimiento – dijo el purpurado-
es el camino del amor. Un amor que es capaz de transformar la nada en plena realidad.
Es la íntima solidaridad del amor triunfante que resucita, dentro de la solidaridad
amorosa en el sufrimiento más terrible que mata. Es la victoria sobre la muerte”.
El cardenal Lozano Barragán citó en numerosas ocasiones a lo largo de su intervención
la “Salvifici Doloris” de Juan Pablo II. “El sufrimiento va más allá de la enfermedad,
pues existe el sufrimiento físico y el espiritual. Además del sufrimiento individual
hay el sufrimiento colectivo, que se da debido a errores y trasgresiones de los humanos,
en especial en las guerras”.
Aludiendo siempre a la “Salvifici Doloris”, el purpurado afirmó que “Cristo ofrece
la respuesta al problema del sufrimiento: responde al que le brinda toda su disponibilidad
y compasión; su presencia es eficaz; ayuda, da y se da a sí mismo”. Además, el sufrimiento
genera amor hacia el que sufre, un amor desinteresado para ayudarlo aliviándolo.
Esto se hace ahora en forma organizada y oficial, mediante las organizaciones sanitarias
y sus profesionales, también a través de los voluntarios. Se trata de una verdadera
vocación, en especial cuando se une en la Iglesia con una profesión cristiana.
En este sentido, y tras dar especial relevancia a la ayuda que prestan las familias
a sus familiares enfermos, el cardenal mexicano añadió en esta categoría del Buen
Samaritano a todos aquellos que actúan no solamente en favor de los enfermos, sino
para desterrar toda clase de males, los que luchan contra el odio, la violencia, la
crueldad, contra todo tipo de sufrimiento del cuerpo y del alma. Y siempre en la línea
del documento de Juan Pablo II sobre el dolor, el cardenal resaltó que “todo hombre
debe sentirse llamado en primera persona a testimoniar su amor en el sufrimiento y
no debe dejarlo sólo a las instituciones oficiales”.