Audiencia General: El Papa convocará el II Sínodo especial para África “para la promoción
de la reconciliación y de la paz”
Miércoles, 22 jun (RV).- “El Señor está siempre de la parte de las víctimas, de los
perseguidos, de los más débiles”. Lo ha recordado Benedicto XVI reflexionando sobre
el Libro de los Salmos en la catequesis de la Audiencia General de hoy. El Papa ha
confirmado además el compromiso de su venerado predecesor Juan Pablo II de convocar
un segundo sínodo especial para África que sirva “para la promoción de la reconciliación
y de la paz”.
Benedicto XVI ha sido acogido esta mañana por cerca de 40 mil
fieles y peregrinos en la plaza de San Pedro, que ha atravesado en un jeep blanco,
bendiciendo y saludando con la mano a centenares de personas al comienzo y al final
de la Audiencia General. "Hoy - ha comentado el Pontífice una vez ha llegado debajo
del baldaquín, frente a la fachada de la basílica- no sentimos sólo el calor del sol,
sino sobre todo el calor de los corazones".
El Santo Padre ha anunciado en
el curso de la Audiencia, la convocación de la Segunda Asamblea Especial para África
del Sínodo de los Obispos, confirmando así cuanto había decidido su venerado predecesor,
Juan Pablo II, el 13 de noviembre del año pasado: “Espero con gran confianza que esta
Asamblea dé un ulterior impulso a la evangelización en el continente africano, a la
consolidación y al crecimiento de la Iglesia y a la promoción de la reconciliación
y de la paz”.
En la catequesis de hoy, el Santo Padre ha proseguido su reflexión
sobre los salmos. Hoy ha hablado concretamente del salmo 123: “Nuestro auxilio es
el Nombre del Señor”, un canto de acción de gracias recitado por toda la comunidad
orante que eleva a Dios alabanzas por el don de la liberación. “Si el Señor no hubiera
estado de parte de las víctimas, éstas con sus limitadas fuerzas, hubieran sido impotentes
para liberarse de los adversarios, parecidos a monstruos, que las hubieran destrozado
y demolido".
El Santo Padre ha señalado que aunque se ha pensado en algún evento
histórico particular, como el fin del exilio en Babilonia, es más probable que el
salmo quiera ser un himno, entendido como acción de gracias al Señor, por haberles
salvado de los peligros y liberándoles del mal. Después de la alusión inicial a ciertos
“hombres” que asaltaban a los fieles y eran capaces “de tragárselos vivos”, en la
primera parte del salmo dominan las aguas desbordadas, símbolo en la Biblia del caos
devastador, del mal y de la muerte.
Luego el orante, ha manifestado Benedicto
XVI, tiene la sensación de encontrarse sobre una playa, en tierra firme, salvado de
la furia impetuosa del mar. La vida del hombre está rodeada de emboscadas perpetradas
por los malvados que no sólo atentan contra su existencia, sino que quieren destruir
todos los valores humanos. El Señor se levanta en tutela del justo y lo salva.
En
la segunda parte de nuestro canto de alabanza, ha recordado el Pontífice, se pasa
de la imagen marina a escenas de caza, típicas en muchos Salmos de la “súplica”. La
oración se convierte en una suerte de remanso de paz que surge de lo más profundo
del alma: “incluso cuando se pierden todas las esperanzas humanas, puede aparecer
la potencia liberadora divina”.
El Salmo concluye con una profesión de fe,
presente secularmente en la liturgia cristiana, como premisa ideal de todas nuestras
oraciones: “Nuestro auxilio es el Nombre del Señor; Él ha hecho el cielo y la tierra”.
El Omnipotente se pone del lado de las víctimas y de los perseguidos “que le gritan
día y noche y a los que hará justicia muy pronto”. Benedicto XVI ha finalizado su
catequesis aludiendo a la interpretación que hace del Salmo el Obispo de Hipona, san
Agustín.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre
en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la plaza de san Pedro:
Queridos hermanos
y hermanas:
El Salmo que hemos escuchado es un canto de acción
de gracias, que la comunidad orante eleva a Dios porque nos libera y nos salva. Si
el Señor no hubiera estado de parte de las víctimas, éstas serían impotentes por sí
solas para liberarse de los adversarios que, como monstruos, las habrían abatido.
Con otra imagen, el orante se siente en tierra firme, salvado milagrosamente de la
furia de un mar impetuoso.
La vida del hombre está rodeada por
las asechanzas de los malvados, que no sólo atentan contra su existencia sino que
intentan destruir también todos los valores humanos. Sin embargo, el Señor interviene
para defender y salvar al justo.
La bendición expresada por el
Salmo hace ver que el destino de los fieles, que era la muerte, se ha cambiado radicalmente
en un destino de salvación: cuando caen todas las esperanzas humanas, aparece la fuerza
de la liberación divina y comprendemos que nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que se pone de parte de los perseguidos.
Saludo ahora a los peregrinos
de lengua española, en particular a los sacerdotes de Cuenca, a las Hermanitas de
los Ancianos Desamparados y otros grupos de España. También a los peregrinos de México
y al grupo militar de Venezuela, así como a los demás fieles de América Latina. Confiemos
plenamente en Dios que nos defiende en los peligros, si le pedimos su ayuda en nuestras
dificultades.
Antes de finalizar la audiencia, Benedicto XVI se ha dirigido
de manera especial a los muchos militares italianos de distintas armas presentes,
deseándoles a todos ellos que sigan siempre a Cristo y a su Evangelio. Y finalmente,
el Papa ha saludado, como hace habitualmente, a los jóvenes, a los enfermos y a los
recién casados, deseando también a todos ellos “que encuentren en la amistad con Jesús
la fuerza y el entusiasmo necesarios para ser sus testigos en todas partes”.