Las riquezas no deben ser acaparadas por los más afortunados, pues pertenecen a todos
los pueblos del mundo. Llamamiento del Papa a la solidaridad con los pobres del planeta
Jueves, 16 jun (RV).- Apremiante llamamiento de Benedicto XVI a la solidaridad con
los pobres del planeta. Y en favor de una justa distribución de las riquezas que no
deben ser acaparadas por los más afortunados, pues pertenecen a todos los pueblos
del mundo. Al recibir a siete nuevos embajadores esta mañana el Papa ha reiterado
también la urgencia de tutelar los derechos humanos, la vida y la familia.
Benedicto XVI ha reiterado este jueves su exhortación para que todos los pueblos
se comprometan, cada vez más, en impulsar una humanidad más fraterna, con una atención
renovada a todos y, en especial, a los más pobres y a los marginados.
Al recibir, esta mañana, a los nuevos embajadores de Azerbayán, Guinea, Malta, Nueva
Zelanda, Rwanda, Suiza y Zimbabwe, el Papa ha reafirmado la primacía del ser humano
por encima del progreso técnico, haciendo hincapié en que no podemos asistir, con
el corazón en paz, al padecimiento de los hermanos que sufren: «Nuestro corazón no
podrá alcanzar la paz mientras veamos a los hermanos que sufren por falta de alimentos,
de trabajo, de techo y de otros bienes fundamentales».
Recordando que para dar una “respuesta concreta al llamamiento que nos lanzan nuestros
hermanos en humanidad”, debemos impulsar la solidaridad entre las generaciones, los
países y los continentes, Benedicto XVI ha insistido en la necesidad de que las riquezas
del planeta se distribuyan de forma más justa: “Una distribución más justa de las
riquezas del planeta entre todos los hombres. Es uno de los servicios esenciales que
las personas de buena voluntad deben rendir a la humanidad. Nuestro planeta está
capacitado para alimentar a todos sus habitantes, con la condición de que los países
ricos no acaparen para sí lo que pertenece a todos”.
Una vez más, el Santo Padre ha destacado que la Iglesia no desmayará en recordar que
todos los hombres son hermanos y que tienen el deber de realizar “gestos concretos
de solidaridad, tanto a nivel individual como de Gobiernos e Instituciones internacionales”.
En este contexto, el Papa ha destacado nuevamente que “en todos los continentes, la
Iglesia seguirá ayudando a las poblaciones, con el apoyo de sus comunidades locales
y de todos los hombres de buena voluntad”. Como viene haciendo en los sectores de
la educación, de la sanidad y de los bienes fundamentales.
La promoción de la libertad y en particular la religiosa ha sido el tema central del
discurso del Papa en su discurso al primer embajador en la historia de Azerbaiyán
ante la Santa Sede. Benedicto XVI ha querido resaltar en esta ocasión que el pueblo
azerbaiyano, independiente desde 1991, sabe perfectamente que si “se reprime o se
niega la dimensión espiritual de una persona, se destruye también el alma de una nación”.
Por el bien de la comunidad, es necesario que la libertad religiosa sea garantizada
como un derecho fundamental, protegido por un robusto sistema de leyes que respeten
la vida y las reglas propias de las comunidades religiosas.
En este contexto el Papa ha agradecido al presidente de Azerbaiyán y al gobierno,
el haber facilitado la reconstrucción de la Iglesia Católica en Bakú junto a la fundación
de un hogar para los necesitados. De hecho esta nación ya ha dado algunos pasos hacia
la afirmación de los derechos fundamentales de los ciudadanos y la promoción de las
prácticas democráticas.
No obstante todavía queda camino por recorrer. El Papa ha subrayado que solo se alcanzará
una sociedad civilizada si se respeta la dignidad inviolable de la persona y se promueven
las correspondientes libertades individuales, contribuyendo así a la prosperidad de
todos sus ciudadanos.
En su bienvenida al embajador de Rwanda, el Papa ha recordado la importancia del
perdón, el diálogo y la reconciliación para superar las dolorosas heridas del genocidio
de 1994. Sin olvidar la necesidad de “garantizar los derechos fundamentales de todos
los ciudadanos y de impulsar la justicia. Una justicia que venza el miedo, la venganza,
la impunidad y la desigualdad.
Benedicto XVI ha manifestado su anhelo de que en Rwanda y en todo el continente africano
prevalezca la voluntad de diálogo y de que la Iglesia católica pueda cumplir su misión,
colaborando activamente en el desarrollo humano y espiritual de todos los ruandeses.
En su saludo al embajador de Guinea, el Pontífice ha lanzado un llamamiento a los
gobiernos de todo el mundo, para que no olviden el drama de los prófugos africanos.
“Millones de personas que esperan que, al fin, alguien se acuerde de su tragedia”.
Haciendo hincapié en que “tenemos el deber de devolver la esperanza a estos hermanos”,
el Papa ha pedido a la “comunidad internacional que se comprometa con firme determinación
en la búsqueda de la paz y de la justicia en todo el continente africano”. En este
contexto, Benedicto XVI ha recordado que los católicos se deben esmerar cada vez más
en ser, para todos los pueblos, “signos de esperanza y testigos ardientes del amor
del Señor”.
En cuanto a Zimbabwe, el Papa ha querido subrayar a su embajador el gran reto de la
reconciliación nacional que exige que “además del reconocimiento de las injusticias
cometidas en el pasado es necesario un gran compromiso para actuar con justicia y
respeto de la dignidad y de los derechos de los demás”. El Papa ha deseado además
que las elecciones celebradas el pasado mes de marzo contribuyan a alcanzar la reconstrucción
moral de la sociedad y la consolidación de un orden democrático capaz de llevar a
cabo políticas dirigidas al bien común y al desarrollo integral de cada individuo
y cada grupo social.
En su discurso al embajador de Suiza, Benedicto XVI se ha referido, en especial al
tema de la vida y de la familia. Poniendo de relieve la “grandeza inalienable de la
dignidad humana, que pide el respeto de los derechos humanos, empezando por el derecho
a la vida”, el Papa ha recordado que así como en la mayor parte de los países de Europa
occidental, también la sociedad suiza ha conocido profundos cambios en sus costumbres
y leyes que se repercuten en sectores tan delicados como son “la transmisión de la
vida, la salud, la muerte, el papel de la familia y el respeto de la institución matrimonial”.
Temas sobre los cuales la Iglesia católica “se ha expresado claramente” y “seguirá
haciéndolo, hasta que sea necesario” a través de las voces de sus Pastores. El Papa
ha deseado asimismo que Suiza siendo un país acogedor para todos aquellas personas
que han llegado a esta nación en busca de trabajo o de protección.
La valoración de las raíces cristianas de Europa ha sido el tema central del discurso
del Papa al embajador de Malta. El Pontífice ha instado a la construcción de una Europa
unida y solidaria que deben llevar a cabo y asumir como compromiso todos los pueblos
que la componen. Para Benedicto XVI, Europa debe saber conjugar los legítimos intereses
de cada nación con las exigencias del bien común de todo el continente.
En este momento de la historia europea y mundial el Santo Padre ha querido elogiar
la coherencia de los malteses con sus raíces cristianas. Y en este contexto el Papa
ha animado a este país mediterráneo a trabajar para que la comunidad europea del tercer
milenio no pierda el patrimonio de valores culturales y religiosos de su pasado, porque
sólo con estas condiciones se podrá construir un futuro de solidaridad y de paz.
En su discurso al embajador de Nueva Zelanda Benedicto XVI ha analizado pormenorizadamente
los riesgos inherentes al proceso de secularización. “Allí donde se olvidan las raíces
cristianas de la sociedad – ha subrayado el Papa- se vuelve complicada la tarea de
mantener la dimensión trascendente de cada cultura. Por ello los líderes religiosos
y los de la sociedad civil deben garantizar un espacio amplio a las cuestiones morales
con respecto a la opinión pública.
El Papa ha querido dedicar un recuerdo a los jóvenes neozelandeses que murieron en
Monte Cassino en la II Guerra Mundial. Unos jóvenes que sacrificaron sus vidas por
defender los valores fundamentales amenazados por falsas ideologías nacionalistas.
De igual forma, el Santo Padre ha elogiado la promoción de la paz llevada a cabo por
Nueva Zelanda a través de sus misiones de mantenimiento de la paz en Afganistán y
en Oriente Medio.