2005-06-15 13:53:52

Audiencia general: llamamiento del Papa para “ayudar a los pueblos humillados por los soberbios. Demasiadas naciones y pueblos sufren escarnio por parte de los que gozan su bienestar”


Miércoles, 15 jun (RV).- “Demasiadas naciones y pueblos sufren escarnio por parte de los que gozan su bienestar. Recemos por ellos y ayudemos a los pueblos humillados por los soberbios”. Este ha sido el llamamiento de Benedicto XVI en la catequesis de la audiencia General. El Papa ha reflexionado hoy sobre el Salmo 122: “el Señor no defrauda la esperanza de los oprimidos. No permanece indiferente ante los fieles despreciados por los prepotentes e inmorales, que desafían a Dios violando los derechos de los débiles”.

Este miércoles, El Santo Padre Benedicto XVI ha celebrado la audiencia general en la Plaza de san Pedro en la que han participado más de treinta mil peregrinos. Hoy la audiencia ha tenido un carácter particular por la presencia en la misma de 500 empleados de los ferrocarriles italianos que colaboraron en la llegada de numerosísimos fieles a Roma con motivo de los funerales de Juan Pablo II y de la lección de Benedicto XVI.

En su catequesis Benedicto XVI ha reflexionado sobre el Salmo 122: “La confianza del pueblo en el Señor”. De manera incisiva Jesús, en el Evangelio, ha recordado El Papa, afirma que el ojo es un símbolo expresivo del yo profundo, es el espejo del alma. El Salmo encierra un continuo cruzarse de miradas: el fiel eleva sus ojos al Señor y espera una reacción divina, para acoger un gesto de amor, una mirada de benevolencia.

Tras recordar que el Salterio habla de la mirada del Altísimo, Benedicto XVI ha aludido al Salmista que recurre a la imagen del siervo y de la esclava que miran hacia su patrón a la espera de una decisión liberadora. El orante está a la espera de que las manos divinas se muevan, para que trabajen según la justicia, destruyendo el mal. Por ello, muchas veces en el Salterio el orante eleva su ojo lleno de esperanza hacia el Señor.

El Salmo 122 es una súplica en la que la voz de un fiel se une a la de toda la comunidad: en efecto el Salmo pasa de la primera persona del singular- “elevo mis ojos” - a la del plural – “a nuestros ojos” y “piedad de nosotros”. Y a la tradicional saciedad bíblica de alimentos y de años, considerada como un signo de bendición divina, se opone una intolerable saciedad constituida por una carga exorbitante de humillaciones. Benedicto XVI ha invitado a la oración y a ayudar a los pueblos humillados: “Y sabemos que hay tantas naciones y demasiadas personas que sufren, realmente demasiado saciados por el escarnio de los que gozan y por el desprecio de los soberbios. Recemos por ellos y ayudemos a estos humillados”.

Cuan importante sea la mirada amorosa del Señor se revela en la segunda parte del Salmo caracterizada por la invocación: “Piedad de nosotros, Señor, piedad de nosotros”. Los fieles tienen necesidad -ha señalado el Papa- de una intervención de Dios porque se encuentran en una situación penosa de desprecio y de escarnio por parte de gente prepotente. Por eso los justos han confiado su causa al Señor y Él no permanece indiferente a los ojos implorantes, no ignora sus invocaciones ni delude sus esperanzas.
Esta vez Benedicto XI ha finalizado su catequesis recordando a san Ambrosio, el cual, en el espíritu del salmista, recalca poéticamente la obra de Dios, que se alcanza en Jesús Salvador.

Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia: RealAudioMP3

El Salmo de hoy, para exaltar la esperanza del oprimido, recurre a la imagen del esclavo que espera de su amo la liberación. El orante eleva sus ojos hacia el Señor con la esperanza de que revele toda su ternura y bondad derramando dones de justicia y libertad.

Los fieles, despreciados por los prepotentes e inmorales que, engreídos por su éxito y saciados por su bienestar, desafían a Dios violando los derechos de los débiles, tienen necesidad de una intervención divina. Confiando su causa al Señor, exclaman: “Piedad de nosotros”. Y Él no permanece indiferente, no defrauda su esperanza.

Saludo cordialmente a los peregrinos de España y América Latina, especialmente a los sacerdotes de Guadalajara; a los de las parroquias de la Candelaria, de Martínez; de la Asunción, de Tlapacoyan; de la Piedad, de México; de la Asunción de Cárcer y de Cantalejo; también a los de Argentina, a los de la Asociación “Dulce Mar” de Madrid y a los alumnos del Liceo de Ourense. Confiad vuestras vidas al Señor. Él atiende siempre vuestras súplicas.







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