2005-06-07 15:07:35

El Papa alerta contra el relativismo y defiende como “esencial para nuestro futuro” la sacralidad de la vida humana, que no se puede suprimir ni manipular


Martes, 7 jun (RV).- Benedicto XVI ha confirmado - como “esencial para nuestro futuro” - la sacralidad de la vida humana, que no se puede suprimir ni manipular, y el valor único de la familia fundada en el matrimonio, al inaugurar, en la tarde de ayer, el Encuentro sobre “Familia y comunidad cristiana. Formación de la persona y transmisión de la Fe”, que celebra estos días la diócesis de Roma, de la que el Papa es obispo. En su denso discurso inaugural, que fue muy aplaudido, el Pontífice presentó varios temas para que se profundice en ellos a lo largo de esta cita eclesial romana que finalizará el próximo jueves.

Tras poner de relieve “el fundamento antropológico de la familia” y el papel del “matrimonio y la familia en la historia de la salvación”, Benedicto XVI hizo hincapié en la importancia de la tutela de “los hijos”, de “la colaboración entre la familia y la Iglesia” y puso en guardia contra “la amenaza del relativismo”, para luego concluir sus palabras reiterando la necesidad del cuidado pastoral de “las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada”.


Agradeciendo la importante labor de la comunidad eclesial de Roma en la pastoral familiar, Benedicto XVI exhortó a no desalentarse ante la “amenaza del relativismo” que, en la sociedad y cultura actual, representa “un obstáculo particularmente insidioso” para las familias cristianas y para los educadores. En este contexto, el Papa afirmó que “está claro que no sólo debemos intentar superar el relativismo en nuestra tarea de formar a las personas, sino que estamos llamados a contrastar ‘su predominio destructivo’ en la sociedad y en la cultura”: “Es muy importante, por lo tanto, junto con la palabra de la Iglesia, el testimonio y el compromiso público de las familias cristianas, en especial para reafirmar la intangibilidad de la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural; el valor único de la familia fundada en el matrimonio y la necesidad de medidas legislativas y administrativas que sostengan a las familias en la tarea de procrear y educar a los hijos, tarea esencial… tarea esencial para nuestro futuro común. También por este compromiso os agradezco cordialmente”.

Hablando del fundamento antropológico de la familia, el Santo Padre afirmó que “matrimonio y familia no son una construcción sociológica casual, que puede ser sustituida por otra, fruto de particulares situaciones históricas y económicas. Al contrario -dijo Benedicto XVI-, la cuestión de la justa relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces dentro de la esencia más profunda del ser humano y pude encontrar su respuesta sólo a partir de allí”. Por eso la vocación del amor es lo que hace del hombre la auténtica imagen de Dios: se convierte en imagen de Dios en la medida en que se convierte en alguien que ama.

Las distintas formas actuales de disolución del matrimonio, como son las uniones libres, el matrimonio de prueba, el pseudo-matrimonio entre personas del mismo sexo son en cambio expresiones de una libertad anárquica, que se hace pasar por verdadera liberación del hombre. Se trata para el Papa de una pseudo-libertad. Su presupuesto es que el hombre puede hacer lo que quiere: su cuerpo se convierte en una cosa secundaria, banal y manipulable desde el punto de vista humano. Se destruye el designio del Creador y de esta manera la verdad de nuestra naturaleza.

También en la generación de los hijos, el matrimonio refleja su modelo divino y el amor de Dios por el hombre. La vida viene dada enteramente más allá del proceso biológico, solo cuando con el nacimiento se da amor y se dice sí a la vida. Por eso es contrario al amor humano y a la vocación profunda del hombre y de la mujer cerrarse sistemáticamente a la propia unión, al don de la vida, y aún más suprimir o manipular la vida que nace. El Papa aludió también a la edificación de toda familia cristiana dentro del contexto más grande de la familia de la Iglesia, que la sostiene y la guía.







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