Benedicto XVI exhorta al reconocimiento de los derechos del hombre a la educación
y a la cultura, en especial en los países más pobres
Jueves, 2 jun (RV).- “En este mundo en el que el hombre tiene que aprender cada vez
más a reconocer y respetar a sus hermanos, la Iglesia anhela brindar su aportación
al servicio de la comunidad humana, proclamando la relación que une a cada hombre
con el Creador de toda vida y que es cimiento de la dignidad inalienable de todo ser
humano, desde su concepción hasta su muerte natural”. Lo recuerda Benedicto XVI
en un Mensaje que dirige a los participantes en el Encuentro de la UNESCO, titulado
“Cultura, razón y libertad”, para conmemorar la visita que Juan Pablo II realizó hace
25 años a la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la educación, la
ciencia y la cultura, en la capital de Francia. Mensaje que ha sido presentado por
el cardenal Jean Louis Tauran, Archivero y Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana.
Una
vez más, el Papa asegura que “la Iglesia católica seguirá esmerándose con todas sus
fuerzas, que son ante todo espirituales, para cooperar en el logro del bien de todas
las dimensiones del ser humano”. En nuestro mundo actual, que conoce también las exigencias
fuertes de la globalización en las relaciones económicas y de la información, Benedicto
XVI exhorta a “movilizar las energías de la inteligencia, para que sean reconocidos
en todo el planeta los derechos del hombre a la educación y a la cultura, en especial
en los países más pobres”.
Poniendo de relieve que “hoy podemos sentir una
profunda gratitud hacia el Papa Juan Pablo II - que fortalecido por su experiencia
personal y cultural - destacó siempre en sus enseñanzas el lugar central e irremplazable
del ser humano, así como su dignidad fundamental, fuente de sus derechos inalienables”,
Benedicto XVI evoca algunas partes del histórico discurso que pronunció el Pontífice
fallecido en la sede de la UNESCO, el 2 de junio de 1980. Aquellas en las que Juan
Pablo II reiteraba “la unicidad del ser humano, cuya subjetividad espiritual y material
es indivisible”. Invitando a recordar, precisamente, que “en el ámbito cultural, el
hombre es siempre el factor primordial y fundamental”.
“Como miembro de la
humanidad y como Obispo de Roma” – ese día de hace 25 años - así como a lo largo de
todo su Pontificado - Juan Pablo II exhortó apremiantemente a los hombres de la cultura
y de la ciencia y a todos aquellos que tienen el poder político y económico a “construir
la paz comenzando por su cimientos. Es decir, el respeto de todos los derechos humanos.
Los que están enlazados con su dimensión material y económica y los que se relacionan
con la dimensión espiritual e interior de la existencia humana en este mundo”.
Así,
en su mensaje a los que participan en este homenaje a su Predecesor - organizado por
el Observador Permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, en colaboración con el Instituto
Católico de París – Benedicto XVI señala que el desafío permanente de la Iglesia es
el de “anunciar la novedad liberadora del Evangelio a todos los hombres, alcanzando
todos los ámbitos que caracterizan su existencia y su humanidad”.