2005-06-02 16:41:02

Benedicto XVI exhorta al reconocimiento de los derechos del hombre a la educación y a la cultura, en especial en los países más pobres


Jueves, 2 jun (RV).- “En este mundo en el que el hombre tiene que aprender cada vez más a reconocer y respetar a sus hermanos, la Iglesia anhela brindar su aportación al servicio de la comunidad humana, proclamando la relación que une a cada hombre con el Creador de toda vida y que es cimiento de la dignidad inalienable de todo ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural”. Lo recuerda Benedicto XVI en un Mensaje que dirige a los participantes en el Encuentro de la UNESCO, titulado “Cultura, razón y libertad”, para conmemorar la visita que Juan Pablo II realizó hace 25 años a la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura, en la capital de Francia. Mensaje que ha sido presentado por el cardenal Jean Louis Tauran, Archivero y Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana.


Una vez más, el Papa asegura que “la Iglesia católica seguirá esmerándose con todas sus fuerzas, que son ante todo espirituales, para cooperar en el logro del bien de todas las dimensiones del ser humano”. En nuestro mundo actual, que conoce también las exigencias fuertes de la globalización en las relaciones económicas y de la información, Benedicto XVI exhorta a “movilizar las energías de la inteligencia, para que sean reconocidos en todo el planeta los derechos del hombre a la educación y a la cultura, en especial en los países más pobres”.

Poniendo de relieve que “hoy podemos sentir una profunda gratitud hacia el Papa Juan Pablo II - que fortalecido por su experiencia personal y cultural - destacó siempre en sus enseñanzas el lugar central e irremplazable del ser humano, así como su dignidad fundamental, fuente de sus derechos inalienables”, Benedicto XVI evoca algunas partes del histórico discurso que pronunció el Pontífice fallecido en la sede de la UNESCO, el 2 de junio de 1980. Aquellas en las que Juan Pablo II reiteraba “la unicidad del ser humano, cuya subjetividad espiritual y material es indivisible”. Invitando a recordar, precisamente, que “en el ámbito cultural, el hombre es siempre el factor primordial y fundamental”.

“Como miembro de la humanidad y como Obispo de Roma” – ese día de hace 25 años - así como a lo largo de todo su Pontificado - Juan Pablo II exhortó apremiantemente a los hombres de la cultura y de la ciencia y a todos aquellos que tienen el poder político y económico a “construir la paz comenzando por su cimientos. Es decir, el respeto de todos los derechos humanos. Los que están enlazados con su dimensión material y económica y los que se relacionan con la dimensión espiritual e interior de la existencia humana en este mundo”.

Así, en su mensaje a los que participan en este homenaje a su Predecesor - organizado por el Observador Permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, en colaboración con el Instituto Católico de París – Benedicto XVI señala que el desafío permanente de la Iglesia es el de “anunciar la novedad liberadora del Evangelio a todos los hombres, alcanzando todos los ámbitos que caracterizan su existencia y su humanidad”.







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