Cumbre de Varsovia: intervención de la Santa Sede ante el Consejo de Europa
Martes, 17 may (RV).- Europa debe impulsar la paz en el mundo, en el respeto de los
derechos humanos fundamentales. No puede ser ignorado el papel preeminente del cristianismo
en el patrimonio cultural, religioso y humanista europeo. Presentando “un cordial
saludo del nuevo Papa Benedicto XVI, que con la elección de su nombre ha querido recordar
a un gran artífice de la civilización europea”, el secretario para las Relaciones
de la Santa Sede con los Estados intervino ayer ante la tercera cumbre de Jefes de
Estado y de Gobierno del Consejo de Europa, que ha tenido lugar ayer y hoy en Varsovia.
El arzobispo Giovanni Lajolo destacó los tres temas de esta cita en la capital polaca:
la “unidad y los valores europeos”; “los desafíos que deben afrontar las sociedades
europeas” y la “construcción de Europa”.
Tras recordar que, “en varias conferencias y publicaciones de los años pasados”,
el actual Pontífice “había presentado diversas consideraciones, históricas y doctrinales,
sobre el tema de la unidad de los valores europeos, que siguen siendo actuales y dignos
de atención”, Mons. Giovanni Lajolo ha reiterado la gran importancia que la Santa
Sede concede al tema de la unidad de Europa.
Evocando el compromiso de Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo II en la construcción de
“una nueva Europa... fundada en el respeto de la dignidad humana y del sagrado principio
de la igualdad de los derechos de todos los Pueblos, de todos los Estados, grandes
y pequeños, débiles y fuertes”, Mons. Lajolo hizo hincapié en la gran figura del Papa
polaco, precisamente en su patria, poniendo de relieve el anhelo inquebrantable de
Juan Pablo II de que Europa responda a sus dimensiones geográficas e históricas.
“El continente europeo podrá ser amado por sus pueblos y obrar como factor de paz
y de civilización en el mundo sólo si sabrá impulsar sus valores fundamentales”, subrayó
Mons. Lajolo, destacando que esos valores son “la promoción de la dignidad humana
y de sus derechos fundamentales, entre los que prevalece la libertad de conciencia
y de religión. La búsqueda del bien común en espíritu de solidaridad. Y el respeto
de las identidades nacionales y culturales”.
El secretario para las Relaciones con los Estados señaló la satisfacción de la Santa
Sede ante el compromiso, expresado en el proyecto del preámbulo de la Declaración
de Varsovia, “en favor de los valores universales y de los principios comunes arraigados
en el patrimonio cultural, religioso y humanista de Europa”. En este contexto, el
arzobispo Lajolo hizo hincapié en que “no puede ser ignorado” “el papel preeminente
que el cristianismo tuvo en la formación y en el enriquecimiento del patrimonio europeo
– cultural, religioso y humanista – muy bien conocido por todos”.
“El continente europeo tiene ante sí desafíos que provienen de su dinamismo interno
y otros que manan de sus relaciones con todo el mundo”, señaló asimismo mons. Lajolo,
recordando que el Consejo de Europa, “en calidad de garante de la seguridad democrática,
basada en el respeto de los derechos humanos y del Estado de derecho”, tiene la doble
exigencia y tarea de lograr que “el principio de igualdad no vaya en detrimento de
la tutela de la legítima diversidad”.
El “principio de libertad individual” no se puede desligar de su natural inserción
en la totalidad de las relaciones sociales, así como tampoco se le puede separar “del
principio de la responsabilidad social”, advirtió Mons. Lajolo, señalando que “son
evidentes” las consecuencias de esta confrontación en la articulación de las relaciones
internacionales, así como en los ámbitos social, familiar e individual.
Refiriéndose a los grandes problemas mundiales heredados del siglo XX, como “la amenaza
nuclear, que corre el riesgo de sobrepasar la responsabilidad histórica de las grandes
potencias; el surgimiento de fundamentalismos político-religiosos; los grandes fenómenos
migratorios y algunas situaciones de peligrosa inestabilidad de algunos Estados, incluso
en Europa – como en Bosnia y Herzegovina y en la región de Kosovo”, mons. Lajolo puso
de relieve que “la Santa Sede ofrece, en espíritu de servicio, el apoyo propio y de
toda la Iglesia católica, para que se de a estos desafíos una respuesta adecuada.
Con la convicción de que el mensaje de fraternidad, propio del Evangelio, la amplia
acción caritativa de las organizaciones católicas, el compromiso en el diálogo ecuménico
y en el interreligioso se pueden enlazar connaturalmente con el compromiso de diálogo
político, interreligioso e intercultural, que menciona la declaración final de la
Asamblea de Varsovia y que la misma Santa Sede alienta con satisfacción”.
En lo que respecta a la construcción de Europa, la Santa Sede hizo hincapié en la
necesidad de que el continente sea la “casa común” de todos los europeos, al servicio
de la dignidad humana, coordinando las responsabilidades y tareas de todas las Organizaciones
europeas para impulsar la paz y la solidaridad en este mundo globalizado.