Ascensión del Corazón de Jesús Nicol Goñi y Mariana Cope, “ejemplares testigos de
la caridad de Cristo”
Lunes, 16 may (RV).- “Ejemplares testigos de la caridad de Cristo - las nuevas beatas
Ascensión del Corazón de Jesús Nicol Goñi y Mariana Cope – nos ayudan a comprender
mejor el sentido y el valor de nuestra vocación cristiana”. Audiencia de Benedicto
XVI a los numerosos peregrinos, que participaron en la beatificación de estas dos
religiosas.
“Ejemplares testigos de la caridad de Cristo - las nuevas beatas
Ascensión del Corazón de Jesús Nicol Goñi y Mariana Cope – nos ayudan a comprender
mejor el sentido y el valor de nuestra vocación cristiana”. Con estas palabras Benedicto
XVI ha saludado, esta mañana, a más de dos mil quinientos peregrinos, que el sábado
pasado participaron en la beatificación de estas dos religiosas.
Tras destacar
“el mensaje misionero que ha dejado a la Iglesia, con su vida y su obra, la Madre
Ascensión del Corazón de Jesús Nicol Goñi, que acaba de ser proclamada Beata”, el
Santo Padre ha invitado “a conservar en el corazón el ardor apostólico, nacido del
amor a Jesús”, que esta Fundadora de las Dominicas Misioneras del Rosario “vivió y
supo infundir en sus hijas espirituales”:
Queridos peregrinos,
habéis venido a Roma para revivir el mensaje misionero que ha dejado a la Iglesia,
con su vida y su obra, la Madre Ascensión del Corazón de Jesús Nicol Goñi, que acaba
de ser proclamada Beata. Os invito a conservar en el corazón el ardor apostólico,
nacido del amor a Jesús, que la Madre Ascensión vivió y supo infundir en sus hijas
espirituales. Al saludar cordialmente a mis Hermanos en el Episcopado,
a las diversas autoridades y fieles que han participado en este significativo acontecimiento,
me dirijo especialmente a las Dominicas Misioneras del Rosario, que a ejemplo de su
Beata Fundadora nos ayudan a revivir, en nuestro tiempo, el espíritu de Santo Domingo.
Mantened viva la experiencia de la cercanía de Dios en la vida misionera – “qué cerquita
se siente a Dios”, decía la Madre –, el espíritu de fraternidad en vuestras comunidades,
dispuestas a ir donde más os necesite la Iglesia, con el estilo emprendedor que llevó
a la Madre Ascensión hasta las agrestes tierras del Vicariato de Puerto Maldonado. Saludo
a los peregrinos de este Vicariato Apostólico y de otras regiones peruanas, que vieron
florecer un fruto precioso de genuina evangelización, cultivado con esmero especialmente
por manos femeninas. Y saludo también a los que han venido de Navarra, tierra natal
de la nueva Beata, y de otras partes de España, donde la semilla de la fe ha calado
muy hondo y ha dado tantos misioneros en todas las partes del mundo. La
ceremonia ha tenido lugar en una fecha muy significativa para los misioneros y para
toda la Iglesia: la víspera de Pentecostés, momento en el que bajo el impulso del
Espíritu Santo, los discípulos de Jesús se lanzaron sin temor a proclamar por doquier
y públicamente la enseñanza del Maestro. Desde entonces otros han acogido el mandato
misionero poniendo sus energías al servicio del Evangelio. Entre éstos la Madre Ascensión
se dejó inflamar también por el fuego de Pentecostés y se comprometió a difundirlo
en el mundo. Que ella interceda ahora por todos vosotros, para que llevéis
al mundo la luz que dio esplendor a su vida y gozo a su corazón. Bendigo
a todos con gran afecto. Muchas gracias.
Benedicto XVI ha hecho hincapié
en que la ceremonia de beatificación ha tenido lugar en “una fecha muy significativa
para los misioneros y para toda la Iglesia: la víspera de Pentecostés, momento en
el que bajo el impulso del Espíritu Santo, los discípulos de Jesús se lanzaron sin
temor a proclamar por doquier y públicamente la enseñanza del Maestro”.
Mandato
- ha puesto de relieve el Pontífice - que, desde entonces, ha sido acogido por numerosos
misioneros poniendo sus energías al servicio del Evangelio y del ejercicio de la caridad,
que deben marcar la vida de todo cristiano, como hiciera también la otra nueva beata,
la religiosa estadounidense Mariana Cope.
En sus palabras en inglés, dirigidas
a los peregrinos provenientes de Estados Unidos, el Papa ha evocado el carisma de
la Madre Mariana Cope, que arraigó profundamente su fe en la esperanza y en la verdad,
ingresando en la Congregación de las Hermanas Franciscanas de Siracusa e impregnando
su apostolado misionero con la espiritualidad de San Francisco de Asís.
Benedicto
XVI ha evocado asimismo el modelo de vida consagrada y de extraordinario apostolado
desarrollado, por la Madre Mariana, adornado por sus virtudes heroicas al servicio
de los enfermos de lepra en las islas de Maui y Molokai. Como es sabido, cuando esta
misionera era Superiora General de su Congregación, fue la única de otros cincuenta
institutos religiosos, que aceptó la invitación del entonces obispo de Honolulu, acudiendo
a Hawai para dedicarse al servicio de los leprosos. Testimonio de caridad evangélica
que se puede comprender sólo en el contexto de la fe: “Sólo en la perspectiva de la
fe, podemos comprender su testimonio -como cristiana y como religiosa – cuyo amor
de inmolación alcanza su plenitud en Jesucristo. Todas sus metas se inspiraban en
su entrega personal al Señor, que ella expresó en su amor a los tan miserablemente
abandonados y rechazados por la sociedad”.
El Santo Padre ha finalizado su
alocución rogando a la Virgen María para que nos “obtenga el don de una fidelidad
constante al Evangelio” y “nos ayude a seguir el ejemplo de estas dos nuevas beatas,
tendiendo sin desmayo a la santidad”.