Audiencia al cuerpo diplomático ante la Santa Sede: Benedicto XVI subraya la misión
de la Iglesia de obrar con “el fin de que sean reconocidos los derechos humanos de
todas las personas”
Jueves, 12 may (RV).- “La Iglesia no cesa de proclamar y defender los derechos humanos
fundamentales, que lamentablemente siguen siendo violados en varias partes del mundo”.
En su audiencia esta mañana, al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, Benedicto XVI
, que conoció los horrores de la II Guerra Mundial, asegura su anhelo de impulsar
la paz, evocando el “servicio único de Juan Pablo II a la causa de la unidad de toda
la familia humana”.
“La Iglesia no cesa de proclamar y defender los derechos humanos fundamentales, que
lamentablemente siguen siendo violados en varias partes del mundo”. Con estas palabras
a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, Benedicto XVI
ha reiterado la misión de la Iglesia de obrar con “el fin de que sean reconocidos
los derechos humanos de todas las personas... a la vida, a la alimentación, a la vivienda,
al trabajo, a la asistencia sanitaria, a la tutela de la familia y a la promoción
del desarrollo social, en el respeto de la dignidad del hombre y de la mujer, creados
a imagen de Dios. Estad seguros de que la Iglesia católica, en los ámbitos y con los
medios que le son propios, seguirá ofreciendo su colaboración en la salvaguarda de
la dignidad de todo hombre y del servicio al bien común”.
Unos días antes de que se cumpla un mes de su elección como Sucesor de Pedro, Benedicto
XVI ha recibido esta mañana a los representantes de los 174 países que mantienen relaciones
diplomáticas plenas con la Santa Sede. A ellos se suman la Unión Europea y la Soberana
Orden Militar de Malta, además de la Federación Rusa y la Organización para la Liberación
de Palestina, cuyas relaciones tienen carácter especial. En este contexto, recordamos
que la Santa Sede participa en numerosas Organizaciones y Organismos Intergubernamentales
Internacionales y Regionales.
El Santo Padre se ha dirigido cordialmente a todos, agradeciendo las palabras que
había pronunciado el embajador de San Marino, Giovanni Galassi, en calidad de Decano
del Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, que ha puesto de relieve el aprecio de
todos ellos para con la importante misión que la Iglesia desarrolla en el mundo. El
embajador de San Marino destacó la “confianza renovada” de los hombres y mujeres de
todos los continentes y de todas las religiones en el Magisterio de Benedicto XVI,
“para salir de la espiral maléfica de los egoísmos”, en favor de la paz entre los
pueblos y de una sociedad donde prevalezca la justicia en lugar de las ideologías
de poder. Para lo cual, el Papa podrá contar con el cariñoso entusiasmo de los jóvenes
que esperan con impaciencia la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Colonia
Asimismo el Pontífice se ha referido a las naciones que todavía no mantienen relaciones
diplomáticas con la Santa Sede, expresando su profunda gratitud a aquellas que participaron
en las celebraciones que tuvieron lugar con motivo del fallecimiento de Juan Pablo
II y de su elección. Recordando a las comunidades católicas de esos países, que le
enviaron mensajes que él apreció particularmente, Benedicto XVI ha asegurado sus oraciones
por esos pueblos tan queridos.
Benedicto XVI ha evocado el “largo y fructífero ministerio del tan amado Juan Pablo
II”. “Infatigable misionero del Evangelio, en los numerosos países que visitó, y que
rindió asimismo un servicio único a la causa de la unidad de toda la familia humana”:
“Mostró el camino hacia Dios, invitando a todos los hombres de buena voluntad a reavivar
sin cesar su conciencia y a edificar una sociedad de justicia, de paz y de solidaridad
en la caridad y en el perdón recíproco”.
Tras hacer hincapié en que no se pueden olvidar tampoco los innumerables encuentros
mantenidos por Juan Pablo II, en el Vaticano, con Jefes de Estado y de Gobierno, así
como con los embajadores, “empeñándose en defender la causa de la paz”, Benedicto
XVI ha recordado que él proviene de “un país donde la paz y la fraternidad están en
el corazón de todos”. En especial, en el corazón de aquellos - que como él mismo -
conocieron las trágicas consecuencias de la sinrazón humana: “la guerra y la división
entre hermanos que pertenecían a una misma nación, debido a ideologías devastadoras
e inhumanas, que disfrazadas de sueños e ilusiones, hicieron pesar sobre los hombres
el yugo de la opresión. Comprenderéis pues, mi particular anhelo de impulsar el diálogo
entre todos los hombres, para superar todo tipo de conflictos y tensiones y para hacer
de nuestra tierra una tierra de paz y de fraternidad”.
El Papa ha destacado la importancia de trabajar por la paz, todos juntos, aunando
nuestros esfuerzos: “Las comunidades cristianas, los responsables de las naciones,
los diplomáticos y todos los hombres de buena voluntad estamos todos llamados a realizar
una sociedad pacífica, para vencer la tentación de enfrentamientos entre culturas,
etnias y mundos distintos. Y para lograrlo, cada pueblo debe encontrar en su propio
patrimonio espiritual y cultural los mejores valores para ofrecerlos, sin temor, en
su encuentro con los demás, compartiendo sus riquezas espirituales y materiales en
beneficio de todos”.
El Santo Padre ha reiterado asimismo que la Iglesia católica, en su anhelo de impulsar
el respeto de los derechos humanos fundamentales, “no pide privilegio alguno para
ella misma, sino únicamente las legítimas condiciones de libertad y acción propias
de su misión. En el concierto de las naciones, la Iglesia católica desea siempre favorecer
el entendimiento entre los pueblos y la cooperación fundada en una conducta de lealtad,
discreción y cordialidad”.