2005-05-12 14:47:53

Audiencia al cuerpo diplomático ante la Santa Sede: Benedicto XVI subraya la misión de la Iglesia de obrar con “el fin de que sean reconocidos los derechos humanos de todas las personas”


Jueves, 12 may (RV).- “La Iglesia no cesa de proclamar y defender los derechos humanos fundamentales, que lamentablemente siguen siendo violados en varias partes del mundo”. En su audiencia esta mañana, al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, Benedicto XVI , que conoció los horrores de la II Guerra Mundial, asegura su anhelo de impulsar la paz, evocando el “servicio único de Juan Pablo II a la causa de la unidad de toda la familia humana”.

“La Iglesia no cesa de proclamar y defender los derechos humanos fundamentales, que lamentablemente siguen siendo violados en varias partes del mundo”. Con estas palabras a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, Benedicto XVI ha reiterado la misión de la Iglesia de obrar con “el fin de que sean reconocidos los derechos humanos de todas las personas... a la vida, a la alimentación, a la vivienda, al trabajo, a la asistencia sanitaria, a la tutela de la familia y a la promoción del desarrollo social, en el respeto de la dignidad del hombre y de la mujer, creados a imagen de Dios. Estad seguros de que la Iglesia católica, en los ámbitos y con los medios que le son propios, seguirá ofreciendo su colaboración en la salvaguarda de la dignidad de todo hombre y del servicio al bien común”.

Unos días antes de que se cumpla un mes de su elección como Sucesor de Pedro, Benedicto XVI ha recibido esta mañana a los representantes de los 174 países que mantienen relaciones diplomáticas plenas con la Santa Sede. A ellos se suman la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta, además de la Federación Rusa y la Organización para la Liberación de Palestina, cuyas relaciones tienen carácter especial. En este contexto, recordamos que la Santa Sede participa en numerosas Organizaciones y Organismos Intergubernamentales Internacionales y Regionales.

El Santo Padre se ha dirigido cordialmente a todos, agradeciendo las palabras que había pronunciado el embajador de San Marino, Giovanni Galassi, en calidad de Decano del Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, que ha puesto de relieve el aprecio de todos ellos para con la importante misión que la Iglesia desarrolla en el mundo. El embajador de San Marino destacó la “confianza renovada” de los hombres y mujeres de todos los continentes y de todas las religiones en el Magisterio de Benedicto XVI, “para salir de la espiral maléfica de los egoísmos”, en favor de la paz entre los pueblos y de una sociedad donde prevalezca la justicia en lugar de las ideologías de poder. Para lo cual, el Papa podrá contar con el cariñoso entusiasmo de los jóvenes que esperan con impaciencia la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Colonia

Asimismo el Pontífice se ha referido a las naciones que todavía no mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, expresando su profunda gratitud a aquellas que participaron en las celebraciones que tuvieron lugar con motivo del fallecimiento de Juan Pablo II y de su elección. Recordando a las comunidades católicas de esos países, que le enviaron mensajes que él apreció particularmente, Benedicto XVI ha asegurado sus oraciones por esos pueblos tan queridos.

Benedicto XVI ha evocado el “largo y fructífero ministerio del tan amado Juan Pablo II”. “Infatigable misionero del Evangelio, en los numerosos países que visitó, y que rindió asimismo un servicio único a la causa de la unidad de toda la familia humana”: “Mostró el camino hacia Dios, invitando a todos los hombres de buena voluntad a reavivar sin cesar su conciencia y a edificar una sociedad de justicia, de paz y de solidaridad en la caridad y en el perdón recíproco”.

Tras hacer hincapié en que no se pueden olvidar tampoco los innumerables encuentros mantenidos por Juan Pablo II, en el Vaticano, con Jefes de Estado y de Gobierno, así como con los embajadores, “empeñándose en defender la causa de la paz”, Benedicto XVI ha recordado que él proviene de “un país donde la paz y la fraternidad están en el corazón de todos”. En especial, en el corazón de aquellos - que como él mismo - conocieron las trágicas consecuencias de la sinrazón humana: “la guerra y la división entre hermanos que pertenecían a una misma nación, debido a ideologías devastadoras e inhumanas, que disfrazadas de sueños e ilusiones, hicieron pesar sobre los hombres el yugo de la opresión. Comprenderéis pues, mi particular anhelo de impulsar el diálogo entre todos los hombres, para superar todo tipo de conflictos y tensiones y para hacer de nuestra tierra una tierra de paz y de fraternidad”.

El Papa ha destacado la importancia de trabajar por la paz, todos juntos, aunando nuestros esfuerzos: “Las comunidades cristianas, los responsables de las naciones, los diplomáticos y todos los hombres de buena voluntad estamos todos llamados a realizar una sociedad pacífica, para vencer la tentación de enfrentamientos entre culturas, etnias y mundos distintos. Y para lograrlo, cada pueblo debe encontrar en su propio patrimonio espiritual y cultural los mejores valores para ofrecerlos, sin temor, en su encuentro con los demás, compartiendo sus riquezas espirituales y materiales en beneficio de todos”.

El Santo Padre ha reiterado asimismo que la Iglesia católica, en su anhelo de impulsar el respeto de los derechos humanos fundamentales, “no pide privilegio alguno para ella misma, sino únicamente las legítimas condiciones de libertad y acción propias de su misión. En el concierto de las naciones, la Iglesia católica desea siempre favorecer el entendimiento entre los pueblos y la cooperación fundada en una conducta de lealtad, discreción y cordialidad”.







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