Mayo: intención General del Papa para el Apostolado de la Oración
Miércoles, 4 may (RV).- “Por los perseguidos a causa de la fe y la justicia, para
que experimenten el consuelo y la fuerza del Espíritu Santo”. Es la Intención General
del Papa para el Apostolado de la Oración en este mes de mayo.
Intención que evoca las palabras de Jesús: “Bienaventurados los perseguidos por causa
de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis
cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros
por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los
cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”
(Mt 5,10-12).
Cuando se habla de persecución, este pasaje del Evangelio acude a nuestra memoria
inmediatamente. Este texto entreteje la historia del Pueblo de Dios en su carácter
profético y sus consecuencias.
El sermón de la montaña del Evangelio tiende a desarrollar o aplicar la noción de
justicia con mayor amplitud y profundidad, abarcando todas las dimensiones de la persona
humana: su relación con Dios y con los otros (cf. Mt 5,20-7,12). Al releer estos párrafos
en el contexto de la universalidad de la salvación reavivado por el Vaticano II (Lumen
Gentium, 18), podemos afirmar que la 8ª Bienaventuranza se aplica a todos los que
sufren por causa de la justicia, incluso sin que conozcan a Jesús ni confiesen a un
Dios único. En cualquier comunidad humana, siempre podemos encontrar personas perseguidas
por la justicia.
El denominador común en todos cuantos son perseguidos a causa de la justicia o a causa
de Jesús, es el talante de su vida, su mensaje profético. Testimonian o proclaman
valores humanos, espirituales, sobrenaturales que son "reproche viviente" para quienes
no reconocen dichos valores. Todos los profetas fueron perseguidos porque con su mensaje
resultaban incómodos a sus contemporáneos. Y esta suerte de los profetas continuará
hasta el fin de los siglos para quienes se atrevan a vivir y testimoniar valores que
no sean el egoísmo y el utilitarismo.
Los Salmos ofrecen abundantes oraciones de justos perseguidos que claman a Dios desde
lo profundo del padecimiento y expresan su esperanza en Dios Salvador. El libro de
la Sabiduría presenta el cinismo de los perseguidores: oprimen al justo a causa de
su justicia y su fe en Dios (Sb, 2). De un modo u otro, todos los relatos de la Pasión
hacen referencia a estos textos.
El sermón de la montaña tiende a desarrollar o aplicar la noción de justicia con mayor
amplitud y profundidad, abarcando todas las dimensiones de la persona Pero siempre
podremos contar con la consolación y la fuerza del Espíritu. Todas las narraciones
de los mártires atestiguan que la alegría y el gozo estallaban en el corazón y la
boca de los mártires y de los apóstoles. El canto de alegría que resuena de Norte
a Sur, de Este a Oeste, es el canto de los segadores que siembran con su sangre y
llevan el Evangelio hasta los confines de la tierra y hasta el fin de los tiempos,
cuando Cristo, Rey de los Mártires, vendrá en su gloria.
¿De dónde les vienen esta consolación y esta fuerza a los mártires? Jesús mismo nos
ha indicado la fuente: "Seréis llevados ante gobernadores y reyes, por mi causa, para
que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os
preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Porque no seréis vosotros los que hablaréis,
sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros" (Mt 10,16-20). El Espíritu
mismo habla en nosotros y nos inunda de gozo, según testimonia San Pablo.
La consolación nos viene de la conciencia de que estamos cumpliendo una misión: "para
dar testimonio"; de que tomamos parte en la obra de Cristo. La promesa de Cristo se
halla sincronizada en el presente para los perseguidos, porque Cristo ha resucitado
ya y nos está otorgando su Espíritu. Y la consolación del espíritu va junto con la
fuerza que ayuda a desafiar todas las penas y los obstáculos.