Audiencia general: siguiendo las huellas de Benedicto XV, el Papa quiere ponerse al
servicio de la paz y la reconciliación entre hombres y pueblos
Miércoles, 27 abrr (RV).- “He querido llamarme Benedicto para conectar idealmente
con el venerado Pontífice, Benedicto XV que fue un valiente y auténtico profeta de
la paz. Siguiendo sus huellas quiero poner mi ministerio al servicio de la reconciliación
entre los hombres y los pueblos”. El Papa Ratzinger ha celebrado esta mañana su primera
audiencia general en la plaza de san Pedro.
Una primera audiencia de recuerdo y oración con el pensamiento vuelto a Juan Pablo
II. Benedicto XVI proseguirá las reflexiones de su predecesor en las próximas semanas
sobre los Salmos y los Cánticos que componen las Vísperas.
Benedicto XVI, celebró esta mañana en la plaza de san Pedro la primera Audiencia General
de su Pontificado, una semana después de su elección, el pasado 19 de abril. El Papa
llegó a la plaza desde la residencia de Santa Marta en un "jeep" blanco descubierto,
en medio de los aplausos y los vítores de más de 15.000 fieles y peregrinos que asistieron
a esta primera audiencia pública, que se celebró en una mañana soleada. Tras un giro
en el automóvil entre los asistentes, la audiencia inició con el signo de la cruz.
La tradicional cita de los miércoles que inauguró Benedicto XVI esta vez se centró
en una catequesis de saludo, de recuerdo y de oración. Numerosas banderas de distintos
países fueron ondeadas por los asistentes, de los que un millar procedían de Alemania.
También asistieron varios miles de fieles procedentes de la archidiócesis italiana
de Spoleto-Norcia, tierra natal de San Benito, patrón de Europa.
El Papa, como ya dijo en su encuentro con los cardenales, precisamente el miércoles
pasado en la Capilla Sixtina, ha vuelto a explicar su experiencia y los “sentimientos
contradictorios” que ha experimentado su ánimo en estos días del inicio de su ministerio
Petrino. “Asombro, por un lado, y gratitud hacia Dios que me ha llamado para suceder
al Apóstol Pedro”. “Gran trepidación por la grandeza de esta tarea y por las responsabilidades
que me han sido confiadas. Pero me da gran serenidad y gozo tener la certeza de que
Dios y su Madre Santísima, la Virgen María, me ayudan, así como los Santos protectores”.
“Es para mí también un gran apoyo, ha proseguido el Santo Padre, la cercanía espiritual
que me está dando todo el Pueblo de Dios, al cual continúo pidiendo que me acompañe
con su insistente oración”. “Después de la pía partida de mi venerado predecesor Juan
Pablo II retomamos hoy las tradicionales audiencias generales del miércoles. Y en
este primer encuentro el Papa ha querido hablar del “nombre” que ha elegido para ser
Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal.
“He querido llamarme Benedicto XVI, ha dicho, para conectar idealmente con el venerado
Pontífice, Benedicto XV, que guió a la Iglesia en un período difícil a causa del primer
conflicto Mundial. Fue un valiente y auténtico profeta de la paz y trabajó con valentía
para evitar el drama de la Guerra, y después para limitar sus consecuencias nefastas.
Siguiendo sus huellas quiero poner mi ministerio al servicio de la reconciliación
y de la armonía entre los hombres y los pueblos, convencido profundamente que el gran
bien de la paz es sobre todo un don de Dios, un don frágil y precioso que tenemos
que invocar, tutelar y construir día a día con la aportación de todos.
“El nombre de Benedicto evoca además -ha afirmado el Papa- la extraordinaria figura
del gran “Patriarca del monaquismo occidental”, san Benito de Norcia, copatrono de
Europa, junto a los santos Cirilo y Metodio. La progresiva expansión de la orden benedictina
fundada por él ha ejercido un influjo enorme en la difusión del cristianismo en todo
el continente. San Benito es muy venerado en Alemania y particularmente en Baviera,
mi tierra de origen y constituye un punto fundamental de referencia para la unidad
de Europa y un fuerte reclamo a las irrenunciables raíces cristianas de su cultura
y de su civilización”. Al inicio de mi servicio como sucesor de Pedro pido a san Benito
que nos ayude a tener firme la centralidad de Cristo en nuestra existencia.
Benedicto XVI ha vuelto con afecto su pensamiento al final de la Audiencia a su venerado
predecesor Juan Pablo II, “al cual debemos -ha dicho- una extraordinaria herencia
espiritual: “nuestras comunidades cristianas -escribió en la Carta Apostólica Novo
Millennio Ineunte- han de convertirse en auténticas escuelas de oración, donde el
encuentro con Cristo no sea solamente imploración de ayuda, sino también acción de
gracias, adoración, contemplación, escucha, afecto, hasta un total enamoramiento del
corazón”.
“Estas indicaciones, las llevó él mismo a término, dedicando sus catequesis de los
miércoles, en los últimos tiempos al comentario de los Salmos, de los Laúdes y de
las Vísperas”. Y como hizo Juan Pablo II al inicio de su Pontificado, cuando quiso
proseguir las reflexiones de su predecesor sobre las virtudes cristianas, así también
Benedicto XVI ha dicho que en las próximas semanas continuará reflexionando sobre
los Salmos y los Cánticos que componen las Vísperas.
Este ha sido el resumen de la catequesis que Benedicto XVI ha hecho en español para
los peregrinos de nuestra lengua que ha participado en su primera audiencia en la
Plaza de San Pedro:
Queridos hermanos y hermanas: Al inicio de mi ministerio como Sucesor de Pedro he sentido asombro y gratitud
a Dios, que me ha sorprendido ante todo a mí mismo al llamarme a esta gran responsabilidad.
Pero también me da serenidad y alegría la certeza de su ayuda y la de su Madre Santísima.
Me siento apoyado además por la cercanía espiritual de todo el Pueblo de Dios, al
cual pido que me siga acompañando con su oración. Al reanudar las Audiencias de los miércoles, quiero referirme al nombre elegido
como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. He tomado el nombre de Benedicto
XVI en relación con el Papa Benedicto XV, un valiente y auténtico profeta de paz ante
el drama de la primera guerra mundial. Como él, deseo ponerme al servicio de la reconciliación
y armonía entre los hombres y los pueblos, porque el gran bien de la paz es sobre
todo un don de Dios, que hemos de defender y construir entre todos. El nombre Benedicto
evoca, además, la extraordinaria figura de san Benito. Él es un punto de referencia
para la unidad de Europa y las irrenunciables raíces cristianas de su cultura y civilización.
Saludo ahora a los peregrinos españoles y a la Estudiantina del Instituto católico
“La Paz” de Querétaro (México), así como a los demás fieles venidos de España y América
Latina, y a cuantos están unidos a través de la radio o la televisión. Queridos amigos:
gracias por vuestro afecto; os bendigo a todos, a vuestras familias y seres queridos.
Como en las anteriores audiencias Benedicto XVI se ha dirigido de manera particular
a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El Señor Resucitado llene con
su amor el corazón de cada uno de vosotros jóvenes, para que estéis preparados a seguirlo
con entusiasmo; Os sostenga a vosotros queridos enfermos, para que aceptéis con serenidad
el peso del sufrimiento, y os guíe e a vosotros recién casados para que hagáis crecer
a vuestra familia en la santidad.