“Querido y amado Santo Padre Juan Pablo II, gracias por el ejemplo que nos deja”
Miércoles, 13 abr (RV).- Esta tarde, en la Basílica de San Pedro, Monseñor Leonardo
Sandri, Sustituto de la Secretaría de Estado, presidió la Santa Misa en el sexto día
de los Novendiales en sufragio del difunto Romano Pontífice Juan Pablo II, ofrecida
por la Curia Romana.
Monseñor Sandri comenzó su homilía recordando que esta
tarde la Basílica de San Pedro, “testigo de tantos momentos significativos e importantes
del ministerio de Juan Pablo II”, veía reunidos en oración, “en particular, a quienes
han tenido la tarea y el privilegio de estar cerca a él como sus directos colaboradores,
compartiendo su solicitud pastoral por toda la Iglesia”.
“En estos días de
luto y tristeza, la Palabra de Dios ilumina nuestra fe y sostiene nuestra esperanza,
asegurándonos que él ha entrado en la Jerusalén celestial –dijo Monseñor Sandri- ...
y mientras encomendamos su venerada persona al Señor de la vida, reflexionamos sobre
la preciosa herencia que nos ha dejado especialmente a nosotros, que, de diferente
modo, hemos estado cerca de él mediante el servicio cotidiano en los Dicasterios,
Tribunales y Oficinas de la Curia Romana”.
En este sentido, el Sustituto de
la Secretaría de Estado subrayó que “en las intervenciones de estos últimos años,
podemos encontrar una bella síntesis del vasto y rico Magisterio de Juan Pablo II”.
Y al respecto, recordó que en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte, Juan Pablo
II “trazó las líneas guía al inicio del tercer milenio cristiano”, mientras que con
la proclamación del Año del Rosario, “resaltó, una vez más, la importancia de la devoción
a la Virgen María” y “con el especial Año de la Eucaristía, que estamos viviendo,
y durante el cual de manera muy significativa ha regresado a la Casa del Padre, el
Sumo Pontífice ha reafirmado la centralidad del Misterio eucarístico en la Iglesia”.
“Cuan
grande ha sido su amor a Cristo, realmente presente en el Sacramento del Altar”, recordó
Monseñor Sandri, quien subrayó que “este amor se hace invocación en el título mismo
de la Carta Apostólica Mane nobiscum Domine (Quédate con nosotros, Señor) su último
documento para el Año de la Eucaristía”.
“¡Quédate con nosotros, Señor! ¿Cómo
no ver en la muerte del Papa, que coincidió precisamente con la Pascua del Año de
la Eucaristía, un misterioso llamado a la intensidad con la que Juan Pablo II ha participado
del sacrificio de Cristo?”, se preguntó el Sustituto de la Secretaría de Estado, quien
recordó que “cada día, por más de 50 años, él pronunció las palabras de la Consagración
‘Este es mi Cuerpo ofrecido en sacrificio por vosotros’”, y subrayó que “de un modo
muy especial, el Papa ha hecho propias estas palabras en los últimos tiempos, en los
que consumó el don total de sí mismo”.
“Ha sido como si continuamente hubiera
renovado el Totus tuus ego sum en las manos de la ‘Madre de su Maestro’, como leemos
en su testamento espiritual”, agregó Monseñor Sandri, quien recordó “otro elemento
de la personalidad y de la espiritualidad del Papa que ha emergido, en modo particular,
en los meses marcados por el progresivo empeoramiento de sus condiciones de salud:
su sencillez y pobreza de vida”.
“Este es el gran ejemplo y la preciosa enseñanza
que nos deja el difunto Pontífice a cada uno de nosotros”, afirmó el Sustituto de
la Secretaría de Estado, quien concluyó: “Querido y amado Santo Padre Juan Pablo II,
gracias por el ejemplo que nos deja. Como grano de trigo bueno y fecundo, unido a
la muerte de Cristo, Usted verdaderamente ha dado frutos abundantes, que Dios conservará
para la vida eterna. Continúe velando desde el Cielo por todos nosotros y no deje
de encomendar a las manos maternas de María Santísima a la Curia Romana, a la Iglesia
y a toda la humanidad”.