Lunes, 4 de abr (RV).- La muerte de Juan Pablo II ha conmocionado a toda la humanidad,
personas de todo el mundo han mostrado estos días su afecto por el difunto Pontífice,
permaneciendo durante horas, e incluso días en la plaza de san Pedro, queriéndole
decirle a Juan Pablo II, no te olvidaremos. Hemos recogido el testimonio de una madre
de familia que conoció personalmente el afecto expresado por el Papa hacia los jóvenes.
Y es que Juan Pablo II siempre ha tenido ese espíritu joven, que ha llevado a miles
de fieles de todas las edades a estar estos días en la plaza de san Pedro del Vaticano,
rezando por el difunto Pontífice. Precisamente el mismo Karol Wojtyla, entregó en
1985 a todos los jóvenes del mundo la “Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud”,
con el fin de que la llevaran en peregrinaje por todo el mundo transmitiendo el Evangelio.
El propio Pontífice quiso ocuparse personalmente de esta celebración, dando la primera
cita de la Jornada Mundial de la Juventud en Roma el Domingo de Ramos de 1986. De
ahí en adelante, por regla general, cada dos años, se organiza la Jornada Mundial
de la Juventud el Domingo de Ramos en Roma, y en las diócesis de todo el mundo.
Después de cada celebración durante el periodo de Pascua, Juan Pablo II ha dado cita
a los jóvenes en diferentes países del mundo, atravesando la “Cruz” todo tipo de fronteras
y continentes. La segunda Jornada Internacional de la Juventud fue convocada en Buenos
Aires (Argentina) en 1987, transmitiendo en esta ocasión un mensaje de amor y de esperanza
a todos los jóvenes del mundo. “Quiero invitaros a todos a crecer en humanidad, a
poner como prioridad absoluta los valores del espíritu, a que os transforméis en
hombres nuevos”.
Tras llevar la Cruz al que el propio Juan Pablo II llamó “el continente de la esperanza”,
convocó a los jóvenes en Santiago de Compostela (España). Corría el año 1989, cuando
el Papa reunió a los jóvenes bajo el tema “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
(Jn 14,6). En esta ocasión el Santo Padre recordó tres preguntas a los jóvenes allí
congregados: “¿Cristo ha descubierto ya que es la vida?”, “¿Cristo ha descubierto
ya cual es el camino?”, “¿Cristo ha descubierto ya que es la vida?”. Respondiendo
una a una, explicando a los jóvenes cuan importante es seguir a Jesús, y alentándoles
que hacerlo siguiendo el “Camino de Santiago”.
Nos situamos ya en 1991, tras el acontecimiento histórico que convulsionó al mundo,
con la caída del muro de Berlín, el Santo Padre eligió como destino de reunión de
los jóvenes su Polonia natal, exactamente Czestochowa. “A todos vosotros, jóvenes,
con ocasión de esta Jornada mundial de la Juventud – exclamó el Papa - os digo: ¡Recibid
el Espíritu Santo y sed fuertes en la fe! "Porque no nos dio el Señor a nosotros un
espíritu de timidez, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad" (2 Tm 1, 7).
En Polonia la afluencia de jóvenes en torno al Santo Padre fue altísima, la misma
que hubo en 1993 en Denver (EE.UU.), cuando se celebró la VIII Jornada Mundial de
la Juventud, bajo el tema “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”
(Jn 10, 10), en esta ocasión medio millón de jóvenes encontraron al Papa delante del
impresionante escenario de las Montañas Rocosas del Colorado. En esta ocasión el Papa
quiso alentar a los jóvenes en su arduo camino hacia Cristo, reconociendo que “la
existencia humana conoce momentos de crisis y de cansancio, de desilusión y de oscuridad”.
Esta misma esperanza es la que quiso dar a los jóvenes en la Asamblea más grandes
de personas de todos los tiempos que tuvo lugar en 1995 en Manila (Filipinas) con
motivo de la X Jornada Mundial de la Juventud, cuatro millones de personas aclamaron
al Santo Padre que evocaba la relación con el prójimo: “¿Sois capaces de ofrecer vosotros
mismos, vuestras fuerzas y vuestros talentos para el bien de los demás?, ¿Sois capaces
de amar? – preguntaba el Papa, a lo que respondía – Si lo sois la Iglesia y la sociedad
pueden poner grandes esperanzas en cada uno de vosotros”.
Más tarde, en 1997, París (Francia) fue el escenario de la XII Jornada Mundial de
la Juventud, reuniendo a un millón de personas que se unieron entorno al Santo Padre.
“Queridos jóvenes – dijo el Papa en esta ocasión - iluminados por la Palabra y fortificados
con el Pan de la Eucaristía, estáis llamados a ser testigos creíbles del Evangelio
de Cristo, que hace nuevas todas las cosas”, convocándoles de este modo a celebrar
junto a él, el Jubileo de los Jóvenes en 2000 en Roma, en la que sería la XV Jornada
Mundial de la Juventud.
“La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Siguiendo este tema,
jóvenes de los cinco continentes se unieron al Obispo de Roma en la capital italiana,
recordando la necesidad de contemplar y reflexionar porque “Dios nos ha creado para
compartir su misma vida; nos llama a ser sus hijos, miembros vivos del Cuerpo místico
de Cristo, templos luminosos del Espíritu del Amor”. Invitando a todos los jóvenes
a la siguiente cita de las Jornadas Mundiales de la Juventud en 2002, en Toronto,
Canadá.
En esta ocasión el Santo Padre pidió a la juventud que contribuyera a la construcción
del futuro de toda la humanidad, y les dio cita para celebrar con él la XX Jornada
Mundial de la Juventud en Colonia (Alemania) en agosto de este año. En el mensaje
que el Papa les dejó preparado a los jóvenes, les recordaba la importancia de seguir
el camino de los Reyes Magos, diciéndoles con energía que “la adoración del Dios verdadero
constituye un auténtico acto de resistencia contra toda forma de idolatría, ¡no creáis
en falaces ilusiones y modas efímeras que no pocas veces dejan un trágico vacío espiritual!”.
A través de todas estas citas con los jóvenes a lo largo y ancho del mundo, el Papa
les ha dado un papel importante a desempeñar en nuestra sociedad, por eso, uno de
sus últimos mensajes, ya cuando se encontraba en agonía estuvo dirigido a ellos: “Os
he buscado. Ahora vosotros habéis venido a verme. Y os doy las gracias”.