“Celebramos esta misa por el hermano y amigo que nos lleva en su corazón”
Sábado, 2 abr (RV).- “Celebramos esta Santa Misa por el Papa Juan Pablo II, Obispo
de Roma, Primado de Italia, Pastor Universal de la Iglesia. Ofrecemos el sacrificio
de Cristo por este nuestro gran Padre, hermano y amigo, que nos lleva siempre en su
corazón y que nosotros también llevamos en el corazón”.
Con estas palabras cargadas de ternura el cardenal Camillo Ruini, Vicario de Su Santidad
para la diócesis de Roma, introducía su homilía de la tarde de ayer, en la Catedral
de la capital italiana de la que es obispo, precisamente el Papa.
Tras señalar, que Juan Pablo II “está afrontando la prueba más difícil de su larga
y extraordinaria vida y que la afronta y la vive con íntima serenidad y entrega confiada
en las manos de Dios, con el que siempre ha vivido, trabajado, sufrido y gozado”,
que el purpurado puso de relieve que “en estas horas, él es más que nunca nuestro
Papa, el Vicario de aquel Cristo que nos ha redimido con su pasión, el siervo de los
siervos de Dios, que es el título pontificio más amado por el Santo Padre”.
El Vicario del Papa para la diócesis de Roma, hizo hincapié en la inquebrantable fe
de Juan Pablo II - de la que brota “su increíble fortaleza que tanto sorprende” y
de la que mana también “su inextinguible capacidad de amar y de donarse, su valentía
y su confianza sin límites” – Y, en este contexto, el cardenal Ruini explicó que todo
ello proviene de la “relación concreta y viva que une a nuestro Papa con Jesucristo
y con Dios Padre”.
Refiriéndose a la liturgia de ayer, viernes de la Octava de Pascua, así como a la
de estos días de la semana pascual, “que nos habla de la resurrección. De Cristo resucitado
de entre los muertos, que se hizo ver y tocar por sus discípulos, conduciéndolos de
este modo a la fe”, elcardenal Ruini enfatizó que “ésta es la fe de nuestro Papa,
una fe tan poderosa y plena, una experiencia de Dios tan intensamente vivida, que
hace que él, en estas horas de prueba, así como a lo largo de su infatigable ministerio,
ya vea y toque al Señor, unido a nuestro único Salvador”.
El Purpurado puso de relieve que, en “esta misma certeza de la resurrección y en la
dicha que conlleva, se afianza toda la liturgia de esta semana, contrariamente a lo
que las apariencias puedan señalar, al sufrimiento del Papa y a nuestra oración por
Juan Pablo II. Son la certeza y la alegría de la Pascua del Señor de la vida que vence
la muerte, del perdón que cancela el pecado”.
Volviendo con la memoria, recordando estos casi 27 años de pontificado, el cardenal
Camillo Ruini afirmó textualmente “estamos aferrados con inmensa gratitud al hombre
Karol Wojtyla y a Dios que nos lo ha donado. Y ahora, mientras rezamos por él, nos
encomendamos nosotros también, como el mismo Papa, a la voluntad del Señor. Es decir
a aquella Divina Misericordia en la que Karol Wojtyla ha confiado siempre y a aquella
Madre de Jesús a la que él se ha consagrado totalmente. Así nuestra esperanza no quedará
defraudada y el vínculo de amor que nos une a nuestro Papa nunca se interrumpirá”