Recuerdo de los viajes de Juan Pablo II a su tierra natal, Polonia
Sábado, 2 abr (RV).- Apenas había pasado un año de su Pontificado, cuando Juan Pablo
II, en 1979 viajó, ya como Obispo de Roma, a su tierra natal, Polonia. En esta ocasión
el Santo Padre quiso tocar temas teológicos relacionados con los fundamentos de la
fe, pero no sólo, si no que también habló sobre temas sociales y culturales, provenientes
de una visión antropológica cristiana. En sus mensajes también se dirigía a todos
los países eslavos, como miembros de una misma realidad de salvación de Cristo, representada
en la Iglesia universal.
En su homilía de 1979, Juan Pablo II subrayó a sus connacionales la necesidad de “tener
el valor de caminar en la dirección en la que hasta ahora nadie ha caminado, del mismo
modo que hace tiempo fue necesario para Simón cuando se dirigía desde el lago de Genesaret
en Galilea, hacia Roma”. El Papa siempre ha comenzado su visita a Polonia siendo recibido
por el obispo diocesano de la catedral de Varsovia, por los religiosos y religiosas
a quienes en aquella ocasión deseó “ver y abrazar de la forma más plena, a toda la
comunidad del Pueblo de Dios representado por casi tres millones de laicos”.
“La Iglesia está presente en el mundo a través de los laicos – recordaba el Pontífice
– por eso deseo daros un abrazo fuerte a todos vosotros, padres y madres de familia,
ancianos, jóvenes, campesinos, obreros y a todos en general, vosotros sois la Iglesia”,
exclamó el Papa. Durante la Santa Misa celebrada en Varsovia, el Obispo de Roma afirmó
que “el hombre no es capaz de comprenderse a si mismo en profundidad si no es a través
de Cristo (…) porque en Jesucristo, la historia de cada hombre es salvación”.
Juan Pablo II también se dirigió en Varsovia a los jóvenes de toda Polonia en particular
y del mundo en general, pidiéndoles que intentaran entender que “el hombre fue creado
a imagen y semejanza de Dios y contemporáneamente llamado en Cristo; para que en Él
se revelara lo que es de Dios; para que, en cada uno de nosotros, se revele Dios mismo”,
añadió en Pontífice.
Asimismo el Santo Padre quiso invitar a los jóvenes a cultivar la cultura, porque
“mediante ésta, el hombre se crea a si mismo, porque la cultura es la expresión del
comunicar”. Juan Pablo II les recordó a los jóvenes el importante bagaje cultural
de Polonia, una tierra que “durante cien años perdió su independencia, pero que en
medio de esta prueba – narraba el Papa – permaneció siendo ella misma, siendo espiritualmente
independiente porque ha tenido su propia cultura “.
En este primer viaje a tierra polaca, Juan Pablo II se quiso desplazar también al
Santuario de Jasna Gora en Czestochowa. “Es necesario – dijo el Pontífice a los fieles
allí congregados – que cuidéis este lugar santo, que late en el corazón de la Virgen
y que tiene que latir del mismo modo en el corazón de los polacos”. Más tarde, el
Papa se desplazó a Silesia y a otras localidades de la zona en donde la dureza de
las condiciones de trabajo ha marcado durante generaciones a esta población. “El trabajo
es la dimensión fundamental de la existencia del hombre (…) que no tiene que darle
un significado sólo técnico, si no también ético”, afirmaba el Pontífice. En esta
misma ocasión, el Sucesor de Pedro alabó la necesidad de la familia, de la cual “depende
la salud moral de toda la sociedad”.
A través de sus sucesivos viajes a Polonia, el Santo Padre ha vuelto a tocar estos
temas fundamentales, desde diversas perspectivas, reflexionando sobre los nuevos contextos
que han ido marcando a la sociedad. En 1983 el Papa exclamaba: “No hay libertad sin
solidaridad”. Cuatro años más tarde volvía a recordar estas palabras, tras recibir
las noticias de la división de su pueblo; “no se puede permitir que la lucha sea más
fuerte que la solidaridad – afirmaba – no todos contra todos, si no todos por el bien
de todos”, pidió el Pontífice a sus connacionales.
En 1991 Juan Pablo II eligió Polonia para celebrar la VI Jornada Mundial de la Juventud
en Czestochowa, en donde envió a los jóvenes un mensaje de esperanza y solidaridad:
“Agradeced a Dios, no apaguéis el espíritu”. Cuatro años después exclamaba que Polonia
“necesita hombres con conciencia”, por lo que en 1995 se celebró allí el II Congreso
Eucarístico Mundial. Las últimas visitas del Pontífice a su tierra natal tuvieron
lugar en 1999 y en 2002.