2005-04-02 15:00:16

Recuerdo de los viajes de Juan Pablo II a su tierra natal, Polonia


Sábado, 2 abr (RV).- Apenas había pasado un año de su Pontificado, cuando Juan Pablo II, en 1979 viajó, ya como Obispo de Roma, a su tierra natal, Polonia. En esta ocasión el Santo Padre quiso tocar temas teológicos relacionados con los fundamentos de la fe, pero no sólo, si no que también habló sobre temas sociales y culturales, provenientes de una visión antropológica cristiana. En sus mensajes también se dirigía a todos los países eslavos, como miembros de una misma realidad de salvación de Cristo, representada en la Iglesia universal.

En su homilía de 1979, Juan Pablo II subrayó a sus connacionales la necesidad de “tener el valor de caminar en la dirección en la que hasta ahora nadie ha caminado, del mismo modo que hace tiempo fue necesario para Simón cuando se dirigía desde el lago de Genesaret en Galilea, hacia Roma”. El Papa siempre ha comenzado su visita a Polonia siendo recibido por el obispo diocesano de la catedral de Varsovia, por los religiosos y religiosas a quienes en aquella ocasión deseó “ver y abrazar de la forma más plena, a toda la comunidad del Pueblo de Dios representado por casi tres millones de laicos”.

“La Iglesia está presente en el mundo a través de los laicos – recordaba el Pontífice – por eso deseo daros un abrazo fuerte a todos vosotros, padres y madres de familia, ancianos, jóvenes, campesinos, obreros y a todos en general, vosotros sois la Iglesia”, exclamó el Papa. Durante la Santa Misa celebrada en Varsovia, el Obispo de Roma afirmó que “el hombre no es capaz de comprenderse a si mismo en profundidad si no es a través de Cristo (…) porque en Jesucristo, la historia de cada hombre es salvación”.

Juan Pablo II también se dirigió en Varsovia a los jóvenes de toda Polonia en particular y del mundo en general, pidiéndoles que intentaran entender que “el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios y contemporáneamente llamado en Cristo; para que en Él se revelara lo que es de Dios; para que, en cada uno de nosotros, se revele Dios mismo”, añadió en Pontífice.

Asimismo el Santo Padre quiso invitar a los jóvenes a cultivar la cultura, porque “mediante ésta, el hombre se crea a si mismo, porque la cultura es la expresión del comunicar”. Juan Pablo II les recordó a los jóvenes el importante bagaje cultural de Polonia, una tierra que “durante cien años perdió su independencia, pero que en medio de esta prueba – narraba el Papa – permaneció siendo ella misma, siendo espiritualmente independiente porque ha tenido su propia cultura “.

En este primer viaje a tierra polaca, Juan Pablo II se quiso desplazar también al Santuario de Jasna Gora en Czestochowa. “Es necesario – dijo el Pontífice a los fieles allí congregados – que cuidéis este lugar santo, que late en el corazón de la Virgen y que tiene que latir del mismo modo en el corazón de los polacos”. Más tarde, el Papa se desplazó a Silesia y a otras localidades de la zona en donde la dureza de las condiciones de trabajo ha marcado durante generaciones a esta población. “El trabajo es la dimensión fundamental de la existencia del hombre (…) que no tiene que darle un significado sólo técnico, si no también ético”, afirmaba el Pontífice. En esta misma ocasión, el Sucesor de Pedro alabó la necesidad de la familia, de la cual “depende la salud moral de toda la sociedad”.

A través de sus sucesivos viajes a Polonia, el Santo Padre ha vuelto a tocar estos temas fundamentales, desde diversas perspectivas, reflexionando sobre los nuevos contextos que han ido marcando a la sociedad. En 1983 el Papa exclamaba: “No hay libertad sin solidaridad”. Cuatro años más tarde volvía a recordar estas palabras, tras recibir las noticias de la división de su pueblo; “no se puede permitir que la lucha sea más fuerte que la solidaridad – afirmaba – no todos contra todos, si no todos por el bien de todos”, pidió el Pontífice a sus connacionales.

En 1991 Juan Pablo II eligió Polonia para celebrar la VI Jornada Mundial de la Juventud en Czestochowa, en donde envió a los jóvenes un mensaje de esperanza y solidaridad: “Agradeced a Dios, no apaguéis el espíritu”. Cuatro años después exclamaba que Polonia “necesita hombres con conciencia”, por lo que en 1995 se celebró allí el II Congreso Eucarístico Mundial. Las últimas visitas del Pontífice a su tierra natal tuvieron lugar en 1999 y en 2002.







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