Martes, 29 mar (RV).- En sus respectivos mensajes de Pascua, el cardenal Nasrallah
Pierre Sfeir, Patriarca de Antioquía de los Maronitas, y Su Beatitud Gregorios III
Laham, Archieparquita de Damasco de los greco-melquitas, exhortan, a la unidad y a
la paz. Refiriéndose a la difícil situación libanesa, en especial tras el deplorable
asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri, el pasado 14 de febrero, el cardenal
Sfeir destaca que están equivocados todos aquellos que creen que el país quedará dividido.
Por su parte, el Patriarca Laham, reiterando la profunda “hermandad que une a los
libaneses”, ha evocado la misión de todos en el amor, siguiendo el modelo de sus santos
y de su historia. Y ha puesto de relieve, asimismo, que de la semilla de grano, bañada
con las lágrimas de Beirut, nacerá la primavera, brindando abundantes frutos.
Cómo no recordar, en este contexto, la Jornada Universal de oración por la Paz en
Líbano, convocada hace algunos años por Juan Pablo II, que señalaba, en una Carta
Apostólica a todos los Obispos de la Iglesia Católica sobre la situación en el Líbano,
que este país de Oriente Medio no debía quedar en el olvido.
Documento en el que el Papa ponía de relieve, precisamente, el anhelo de la Iglesia
de “manifestar al mundo que el Líbano es algo más que un país, es un mensaje de libertad
y un ejemplo de pluralismo para Oriente y para Occidente”. “No queremos pedir privilegio
alguno para los hijos de la Iglesia católica, que están llamados a vivir la fe y dar
su testimonio en una nación devastada por pruebas tan crueles”, señalaba también el
Santo Padre, añadiendo la necesidad de que a estos fieles se les “asegure el derecho
de creer y practicar su propia fe, arraigados en sus tradiciones culturales, al igual
que los hermanos musulmanes, sin temor a exclusiones y discriminaciones en su propia
patria”. (Carta Apostólica a todos los Obispos de la Iglesia Católica sobre la situación
en el Líbano, 7 de septiembre de 1989)