2005-03-26 13:38:05

Vía Crucis: el Papa ofrece su sufrimiento para que se cumpla el diseño de Dios y su palabra camine entre la gente


Sábado, 26 mar (RV).- Juan Pablo II ofreció su sufrimiento “para que el diseño de Dios se cumpla y su palabra camine entre la gente”. En el mensaje leído ayer al principio del Vía Crucis por el cardenal camilo Ruíni, el Papa quiso subrayar también su cercanía y su oración por cuantos en estos momentos están sufriendo. En el día memorial de Cristo crucificado, el Santo Padre estuvo espiritualmente con todos los fieles en el Coliseo, un lugar tan evocador para él en la práctica del Vía Crucis, y al que su convalecencia le impidió asistir físicamente.

En mundovisión se pudo ver al Pontífice de espaldas que, desde su capilla privada, participó en el rito de la Vía Dolorosa por medio de una pantalla de televisión colocada a los pies del altar. Imágenes del Santo Padre que hicieron vibrar de forma especial las palabras de su mensaje. En el que Juan Pablo II destacó que “la adoración de la Cruz evoca un compromiso al cual no podemos substraernos”, es decir “la Misión que san Pablo explicaba con estas palabras: ‘Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24).

Por medio de pantallas gigantes, también los numerosos fieles de tantos países que acudieron al anfiteatro romano vieron en conexión en directo del Centro Televisivo Vaticano las imágenes del Pontífice, que en la última estación sostenía al crucificado.

Tras la lectura del mensaje del Papa, el cardenal vicario, Camilo Ruini fue el encargado de llevar la cruz en el inicio y el final del rito. Además del purpurado, portaron la cruz, religiosos y laicos, entre estos una familia albanesa de inmigrantes que viven en Italia. Las meditaciones de este año han sido redactadas por el cardenal Razinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a quien el Papa encargó este cometido.

La meditación de la primera estación puso en evidencia que la muerte de Jesús respondió en parte a que “la justicia fue pisoteada por la bellaquería, por la pusilanimidad, por el miedo a la prepotencia dominante. La sutil voz de la conciencia sofocada por el grito de la muchedumbre”. La oración subrayó a su vez que el Señor fue condenado a muerte porque el miedo al «qué dirán» sofocó la voz de la conciencia. Sucede siempre así a lo largo de la historia; los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia.

Siguiendo el hilo conductor de la primera, la segunda estación denunció las numerosas ocasiones en que “los signos de poder ostentados por los potentes de este mundo son un insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad del hombre”.

La segunda caída de Jesús sirvió de introducción, en la séptima estación, para subrayar la condición de seres caídos de los seres humanos y para recriminar “cómo la cristiandad, en la historia reciente, como cansándose de tener fe, ha abandonado al Señor: las grandes ideologías y la superficialidad del hombre que ya no cree en nada y se deja llevar simplemente por la corriente, han creado un nuevo paganismo, un paganismo peor que, queriendo olvidar definitivamente a Dios, ha terminado por desentenderse del hombre”.

Especial contundencia tuvieron las meditaciones del cardenal Ratzinger en la novena estación hablando de la tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz: “Quizás nos hace pensar en la caída de los hombres, en que muchos se alejan de Cristo, en la tendencia a un secularismo sin Dios. Pero, ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? En cuántas veces se abusa del sacramento de su presencia, y en el vacío y maldad de corazón donde entra a menudo. ¡Cuántas veces celebramos sólo nosotros sin darnos cuenta de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la Reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! También esto está presente en su pasión. La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón”.

En la última de las estaciones el cardenal Ratzinger quiso dar relieve al concepto de Jesús como grano de trigo que muere y en cómo nuestra fe debería ser una vez más el perfume que conduce a las sendas de la vida. “Del grano de trigo enterrado comienza la gran multiplicación del pan que dura hasta el fin de los tiempos: él es el pan de vida capaz de saciar sobreabundantemente a toda la humanidad y de darle el sustento vital: el Verbo de Dios, que es carne y también pan para nosotros, a través de la cruz y la resurrección. Sobre el sepulcro de Jesús resplandece el misterio de la Eucaristía”.
Una religiosa de Guatemala que participó en el Vía Crucis que se desarrolló en el Coliseo de Roma, Sor Paula Gómez nos ofreció su testimonio destacando la unión del Papa a todos los que sufren y el significado cristiano de la Cruz, que conduce a la Resurrección:RealAudioMP3

También nos ofreció unas palabras el Padre Gonzalo Miranda, Legionario de Cristo, reflexionando sobre la presencia espiritual de Juan Pablo II que nos impulsa a mirar al Señor:RealAudioMP3







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