2005-03-24 15:49:51

El Papa, espiritualmente unido a la celebración de la Misa Crismal, ofrece un testimonio de “sereno abandono a Dios que le asocia al misterio de la Cruz”


Jueves, 24 mar (RV).- Juan Pablo II se ha unido idealmente a todos los congregados en la Basílica de San Pedro, para la celebración de la Misa Crismal, considerada una de las principales manifestaciones de la plenitud del sacerdocio del Obispo, que concelebra con los presbíteros - signo de estrecha unión - y en la que bendice el sagrado crisma y los óleos.

Con un Mensaje leído al comienzo de la celebración por el Prefecto de la Congregación de los Obispos, Card. Giovanni Battista Re, designado por el Santo Padre para presidir la Misa Crismal de este año - el Papa ha puesto de relieve, precisamente, que “con esta celebración litúrgica conmemoramos el día en el que Cristo comunicó a los Apóstoles su sacerdocio”.

En este contexto, el Pontífice ha recordado textualmente: “los sacerdotes revivimos aquellos momentos de espiritual intimidad que Jesús compartió en el Cenáculo con sus ‘amigos’ en la vigilia de su pasión, muerte y resurrección. Nosotros somos sus ‘amigos’ y, con el corazón que rebosa de gratitud, renovamos las promesas sacerdotales formuladas con generoso entusiasmo el día de nuestra ordenación”.

Desde su apartamento, por medio de la televisión, Juan Pablo II se ha unido espiritualmente a todos los congregados en la Basílica vaticana, saludando al Card. Giovanni Battista Re, a los purpurados y obispos presentes, a los sacerdotes de la diócesis de Roma, a los provenientes de tantas regiones del mundo, a los diáconos, a los religiosos y religiosas y a los fieles que representan a todo el Pueblo de Dios.

Dando “gracias a Dios por el don y misterio del sacerdocio” y asegurando sus oraciones para que “nunca falten a la Iglesia numerosos y santos sacerdotes” - oraciones que encomienda en especial a “María, Madre de Cristo sumo y eterno Sacerdote” - el Santo Padre ha finalizado este mensaje con su bendición.

Pero a pesar de su ausencia, el Santo Padre ha estado hoy más presente que nunca en la Misa Crismal que se ha celebrado esta mañana en la Basílica Vaticana. A través de sus palabras, recordadas por el cardenal Giovanni Battista Re, que ha presidido la concelebración con los obispos y presbíteros presentes en Roma, el Papa ha estado en la Misa Crismal y el purpurado le ha querido agradecer en especial el testimonio que continúa dando también hoy con su ejemplo de sereno abandono a Dios que le asocia al misterio de la Cruz.

El prefecto de la Congregación para los Obispos, en su homilía, ha expresado su deseo de que este Jueves Santo refuerce, en sacerdotes y obispos, la convicción de ser más que nunca necesarios para la humanidad, porque Cristo es más necesario que nunca. De hecho el Jueves Santo abre el corazón de presbíteros y obispos a la renovación de las promesas con las que están unidos a Cristo sacerdote en el día de la ordenación y exige el compromiso de vivir plenamente el ministerio, siguiendo a Cristo, dedicados jubilosamente al servicio a los demás.

La celebración de la Misa Crismal está cargada de un significado particular porque manifiesta la comunión de los sacerdotes con el propio obispo y porque, en la misma, se bendicen el crisma, el óleo de los catecúmenos y el de los enfermos. La liturgia de esta Misa reserva además, una atención especial y un relieve privilegiado al sacerdocio ministerial. Es la fiesta, de forma particular, de quienes han sido consagrados mediante el sacramento del Orden: diáconos, presbíteros y obispos.

“Una fiesta – ha subrayado el cardenal Re- en la que, no sólo se nos invita a renovar los compromisos relacionados con la ordenación, sino también revivir la frescura de los sentimientos que inspiraron nuestra donación al Señor, profundizando y saboreando la belleza del gesto de nuestra respuesta a la vocación de seguir de cerca a Cristo”.

El purpurado ha recordado además que este rito recuerda a sacerdotes y obispos que “estamos en relación directa y estrecha con todo el pueblo de los bautizados, porque somos cristianos junto a ellos”, “estamos llamados a desarrollar un servicio en favor de los hombres y mujeres, y en nombre de Dios, desarrollarlo con los rasgos característicos del Buen Pastor”. “El bien espiritual de numerosas personas y también quizá la salvación de muchos – ha subrayado por último el cardenal Re- está unida a nuestra santidad de vida y a nuestra labor pastoral”.







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