Martes, 22 mar (RV).- La importancia del agua, sin la cual las personas y las comunidades
no pueden vivir es un factor indispensable de la actividad humana, ya que el agua
es un elemento básico de la seguridad alimenticia.
Además, no podemos olvidar que el agua, símbolo usado en los ritos comunitarios de
muchas religiones y culturas, significa pertenencia y purificación. En el cristianismo,
el agua se usa como signo de un proceso de transformación y conversión interior. De
su valor simbólico brota la invitación a ser plenamente conscientes de la importancia
de este bien tan valioso.
Y es que la importancia de este bien divino ha querido ser reconocida también por
la Asamblea General de la ONU que ha establecido que cada 22 de marzo se celebre el
Día Mundial del Agua, iniciando este 2005 el decenio “El agua, fuente de vida”, con
el objetivo de ocuparse más a fondo de las cuestiones relativas al agua en todos los
niveles y de la ejecución de los programas y proyectos relativos al agua, porque como
la misma ONU reconoce, el agua es fundamental para el desarrollo sostenible, en particular
para la integridad del medio ambiente y la erradicación de la pobreza y el hambre.
Como recordaba Juan Pablo II en su mensaje a la Organización de Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO) de 2002, “es necesario que la comunidad internacional
y sus agencias intervengan de modo más eficaz y visible en este sector. Esta intervención
debería tender a impulsar una mayor cooperación para proteger las reservas hídricas
de la contaminación y del uso impropio, así como de la explotación que sólo mira al
lucro y al privilegio”. Y es que – continuaba el Santo Padre - “la sabiduría bíblica
ya nos recuerda que no debemos abandonar el "manantial de aguas vivas para hacer cisternas,
cisternas agrietadas" (Jr 2, 13).
Podemos ver aquí una advertencia con respecto a nuestra situación actual – señalaba
el Pontífice - En otras palabras, se nos recuerda que las soluciones técnicas, independientemente
de su grado de desarrollo, no son útiles si no tienen en cuenta el carácter central
de la persona humana, que, en sus dimensiones espiritual y material, es la medida
de todos los derechos y, por tanto, debe ser el criterio guía de los programas y de
las políticas”.
De ahí que el llamamiento de la ONU ha celebrar este decenio “El agua, fuente de vida”,
cobre importancia ya que este bien pertenece a toda la humanidad y es la llave para
poner fin a males como la pobreza en el mundo.